Sí a los cambios, pero sin entregar la empresa al capital
Al presentar un diagnóstico general de Petróleos Mexicanos (Pemex), especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) alertaron sobre la necesidad de impulsar una reforma energética integral, pero sin “amputar o entregar a la iniciativa privada” áreas estratégicas como la exploración, conducción y almacenamiento de hidrocarburos, y advirtieron que es prioritario establecer una plataforma de explotación que garantice la preservación de reservas para las próximas generaciones.
Durante la tercera jornada del debate universitario, Javier Jiménez Espriú, ex director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, afirmó que tan importante es impulsar una reforma integral como establecer la plataforma de explotación, que se debe definir en el Senado de la República “y no en pequeños comités de funcionarios públicos”.
Agregó que es urgente garantizar la seguridad energética de los mexicanos, “tomando en cuenta las necesidades financieras del país, pero considerando que la renta petrolera no es de Pemex, sino de la nación”.
Presiones estadunidenses
Reunidos en el auditorio Raoul Fournier, de la Facultad de Medicina, destacó que actualmente, la plataforma de explotación es determinada por las necesidades financieras del gasto público y por las presiones estadunidenses para apoyar la seguridad energética de ese país, factores que consideró “peligrosos, ilógicos e injustos”.
Francisco Rojas Gutiérrez, ex director general de Pemex y profesor de la Facultad de Contaduría y Administración, destacó que para hacer de la paraestatal una empresa competitiva y moderna se deben liberar sus recursos, y urgió al gobierno federal a hacerlo con los 40 mil millones de dólares que “mantiene en la tesorería de Pemex, porque no hay una razón lógica por la que, teniendo recursos, busque endeudarse para la realización de proyectos”.
Enfatizó que muchos de los cambios que deben aplicarse en Pemex y el sector energético “no requieren de ir al Congreso, sino aplicar acciones administrativas y de gobierno, y de que la administración federal asuma su responsabilidad para tomar las decisiones que permitan su recuperación, porque no podemos caer en el juego perverso, como ocurrió en el sexenio pasado, de acusar al Legislativo de que no se hizo nada porque no dejó operar al gobierno federal, y con este discurso tratar de encubrir su ineficacia”.
En cuanto al papel que han tenido los foros de debate sobre la reforma energética en el Senado de la República, los especialistas afirmaron que “seguramente han influido en los senadores, pero esto no garantiza nada”, por lo que consideraron muy relevante la participación de la ciudadanía.
Jiménez Espriú afirmó que la UNAM debe levantarse en “armas” en defensa del petróleo, pero con la fuerza de la inteligencia y la capacitación, para expresar como universitarios una “opinión, a favor o en contra, e inundar los correos de los senadores y foros de debate, pero con aportaciones inteligentes, razonadas e informadas”.
Othón Canales Treviño, catedrático de la Facultad de Química, afirmó que tras la división, en los años noventa, de Pemex en cuatro empresas subsidiarias (Pemex-Exploración, Pemex Gas y Petroquímica Básica, Pemex- Refinación y Pemex-Petroquímica), no sólo se fracturó su cadena productiva, sino que “se incrementó su ineficiencia y medidas de control, lo que hace aún más difícil su operación”.
Destacó que recuperar una industria petrolera sana requiere no sólo de su unificación, sino de que se le “otorgue la libertad para operar, porque ya es una realidad la crisis energética y debemos actuar con rapidez”.
En tanto, Guillermo Domínguez Vargas, profesor de la Facultad de Ingeniería, afirmó que el agotamiento de las reservas probadas en el país “no sólo es un hecho, sino que incluso el escenario es peor del presentado por la propia paraestatal, que estima como meta producir 3.1 millones de barriles diarios, cuando actualmente sólo produce 2.8 millones, y con una clara tendencia a la baja”.
Los especialistas también alertaron sobre la pauperización de la ingeniería mexicana, al destacar que hasta hace 20 años en México había 40 millones de horas-hombre de ingeniería disponibles, mientras hoy sólo alcan-za un promedio de 4 millones, luego de que se subcontrataron las grandes obras públicas del país a empresas extranjeras, y advirtieron que de seguir por este camino “vamos a acabar con lo poco que queda de la ingeniería mexicana y del desarrollo tecnológico”.