Astillero
■ Enredos y resquicios
■ Pradera preparada
■ Ortega: renuncia necesaria
Ampliar la imagen EN AUXILIO DE LA PGR. El presidente Felipe Calderón instaló el Consejo de Participación Ciudadana de la Procuraduría General de la República. En el acto aseguró que la participación de la sociedad es la clave para ganar la guerra contra la delincuencia Foto: Jesús Villaseca
Marcelo Ebrard se está enredando. Primero permitió que creciera la expectativa sobre anuncios importantes al programar una conferencia de prensa al mismo tiempo que se reunía en su oficina con el tambaleante Joel Ortega y luego salir, ante esos reporteros convocados, con que sólo quería cámaras y micrófonos para decir lo que bien podría haber difundido mediante boletín y en cualquier momento de la presente crisis. Parecería que el jefe del gobierno capitalino buscaba obligar al secretario de seguridad pública a renunciar y no pudo hacerlo, por lo cual hubo de presentarse ante los periodistas con la delatora novedad de que seguirá esperando resoluciones de otros órganos, tanto internos como externos, para tomar decisiones, aunque aprovechó la oportunidad para notificar que ya tenía una de éstas... aceptar la solicitud de licencia indefinida que horas atrás había dado a conocer como hecho firme el jefe de la delegación Gustavo A. Madero.
Marcelo está, además, perdiendo la iniciativa y refugiándose en resquicios burocráticos, legalistas y de organigrama para no tomar las decisiones políticas, fuertes y honestas a que obliga la gravedad de lo sucedido en la discoteca News Divine. En esa administración de los tiempos, la pieza arrojada a la opinión pública, en espera de que con ella parezcan saciadas las exigencias de justicia (una especie de “tapón”, como el aplicado a la puerta del “antro” fatal), es el indefendible Chíguil, cuya sensibilidad quedó demostrada con el vomitivo acarreo que se organizó el día de su comparecencia ante la Asamblea Legislativa capitalina para simular apoyos y fuerza. Chíguil no es sino un botón de muestra del bajo nivel político que tienen los personajes a los que la inercia electoral partidista premia con votos aunque sólo sean operadores menores, pero siempre manipulables, de los jefes de las corrientes perredistas que así tienen “posiciones” y financiamiento asegurados.
Ebrard está apostando al paso del tiempo, pero sus adversarios lo que requieren justamente es el pasmo de la administración formalmente perredista para agudizar la campaña mediática y tratar de generar un movimiento social de protesta que siempre estará en riesgo de provocaciones o contingencias que acaben de incendiar una pradera preparada. El daño profundo que podría causar ese desbordamiento va más allá de la figura de Marcelo y sus naturales aspiraciones políticas. Lo escriben diariamente quienes por convicción o por encargo se oponen al dominio perredista de la capital del país: la izquierda (asumiendo que Ebrard y su equipo central puedan ser calificados así) se estaría colocando como verdugo de los jóvenes a los que quiso extorsionar administrativamente mediante redadas clasistas que causaron 12 muertes imperdonables (son de suponerse las delicias que en esas interpretaciones encuentran los propagandistas hispanos que se preparan para el 2009).
Ebrard necesita dar pasos fuertes y honestos, sin caer en las maquinaciones políticas de corto plazo que son propias de la escuela camachista. No basta con “aceptar” la licencia de Chíguil ni con enderezar acciones judiciales con tintes expiatorios contra el jefe policiaco Zayas. No basta con declararse a sí mismo y a la ciudad “de luto”. Políticamente el gobierno de Ebrard tiene la responsabilidad de lo sucedido y lo menos que debe hacer es ordenar la renuncia de su secretario de seguridad pública y colocarlo a él y a otros bajo necesaria investigación. Pero no sólo eso. La administración Ebrard ha estado caracterizada por la ligereza y la frivolidad. Desde los episodios conyugales hasta las maniobras de pan y circo con playas artificiales y pistas de patinaje en el Zócalo. Lo que se necesita es una política realmente de izquierda en el gobierno capitalino. Honestidad personal y grupal, austeridad explícita y compromiso social. De otra manera, Marcelo seguirá naufragando, en desesperante espera.
Astillas
Hay un tufo raro tras la operación con que la firma Blueprim Limited pretende hacerse del 20 por ciento de las acciones del español Banco Popular. Lo único que se sabe es que los verdaderos inversionistas son mexicanos y que están ofreciendo comprar esas acciones a precios por arriba de los normales (las primeras noticias sobre estos preparativos se conocieron al mismo tiempo que Felipe Calderón visitaba España). Blueprim se registró como sociedad mercantil en Londres el pasado 28 de febrero, con un capital suscrito de apenas mil libras y sus oficinas están en el barrio de Hackney, donde fueron contratadas a la empresa Chalfen Services, que en el caso sirve de pantalla legal para que no se conozca el nombre de los socios de Blueprim ni de sus ejecutivos. Las especulaciones de la prensa hispana especializada en asuntos económicos llegaron a Tomás Milmo, presidente de Axtel y consejero de HSBC México, pero éste negó tajantemente estar involucrado en el asunto. Ahora se habla de Carlos Slim o Alberto Bailleres, pero sin prueba alguna... Alfredo Macías Narro informa que ayer fueron “liberadas” por la Policía Federal Preventiva las oficinas de la Coordinación Sectorial de Desarrollo Académico de la SEP, luego que trabajadores docentes y administrativos las mantenían tomadas por problemas internos... Y, mientras el tribunal electoral ha validado a Acosta Naranjo en el PRD, ¡hasta mañana, con los primeros tomatazos barzonistas!