Usted está aquí: lunes 9 de junio de 2008 Cultura Deploran pianistas el panorama poco alentador para la difusión de la música de concierto

■ Alberto Cruzprieto y Joaquín Achúcarro participan en el festival En Blanco y Negro

Deploran pianistas el panorama poco alentador para la difusión de la música de concierto

Ángel Vargas

Ser músico en México es cuestión de necedad e identidad. Por lo menos, esa es la percepción del pianista Alberto Cruzprieto, ante el panorama poco alentador que, asegura, prevalece aquí para quienes se dedican a esta disciplina.

“Pasamos por un momento político muy peculiar en el país, y las instituciones en general han descuidado mucho esto (el apoyo, la difusión y la promoción de la música de concierto)”, explica en entrevista con motivo de su participación en la versión 12 del festival internacional de piano En Blanco y Negro.

“En mi caso, un pianista lo menos que necesita es que su instrumento de trabajo, que uno no lleva, esté afinado. Y eso, por ejemplo, no sucedió en Bellas Artes, donde los pianos suelen estar la mayor parte de las veces desafinados y con problemas técnicos, como el hecho de que truenen los pedales.”

Eso, aunado a una sala con escaso público por la falta de difusión, resulta desalentador para cualquier intérprete, agrega Cruzprieto, quien sostiene que las autoridades, “desde que recuerdo, hace 30 años, manejan a discreción el ‘es que no hay presupuesto’. Algo que es cierto y no.

“Siempre ha sido discrecional (el manejo de los recursos) y he tenido épocas en las que me harto de esa situación, dejo de tocar y pongo un restaurante un año, pero no dejó de ser músico y acabo regresando por necedad.”

La versión 12 del festival En Blanco y Negro fue inaugurada por el pianista español Joaquín Achúcarro, quien destacó que la falta de público es un mal mundial que prevalece en la música de concierto.

“Hace falta que se entienda y cultive esta música, que es lo más grande que ha hecho el hombre”, indica también en entrevista.

“Aunque la batalla contra la televisión es muy desigual, creo que los conciertos en vivo seguirán subsistiendo gracias a esa característica que los hace una expresión única: el factor de lo imprevisible.”

Hallar la misión de la música

Con una trayectoria de cerca de 60 años, Achúcarro afirma que su relación con el piano y la música se mantiene en el cenit de la intensidad, buscando el equilibrio entre la potencia y la sutileza.

“Me he pasado toda la vida experimentando, buscando, encontrando, desechando, volviendo a buscar y a encontrar.

“Creo que por eso estoy tan contento con lo que hago, porque al final nunca he decidido que una solución sea definitiva; quiero siempre más y hay veces que me estrello, pero otras lo consigo”, precisa.

Entre otros aspectos, describe al piano como “una especie de camaleón que se mimetiza de acuerdo con los requerimientos que se le imponen”, y rechaza ser simpatizante del virtuosismo en el sentido de hacer acrobacias en el teclado: “Me parece magnífico como un medio, pero el fin no es ése; el fin es encontrar la misión de la música”.

Con énfasis en Chopin, Liszt y Debussy y algo de Radiohead es el título de esta versión del festival En Blanco y Negro, cuyos conciertos concluirán el 28 de junio en el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco, esquina calzada de Tlalpan).

En el encuentro participan intérpretes de diferentes escuelas, generaciones y países. Entre ellos, además de los dos ya mencionados, figuran Cristina Ortiz, Peter Jablonski, Conrad Tao y Jorge Federico Osorio.

 
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