Usted está aquí: martes 13 de mayo de 2008 Sociedad y Justicia Greenpeace-México: 15 años cuestionando y proponiendo

■ Movilizaciones pacíficas y rigor científico para sustentar denuncias, claves de su trabajo

Greenpeace-México: 15 años cuestionando y proponiendo

■ Entre sus éxitos, campaña contra transgénicos, defensa del maíz y apoyo a ambientalistas

Angélica Enciso L.

Ampliar la imagen Protesta de la organización ambientalista en el Distrito Federal, el 15 de marzo de 2006 Protesta de la organización ambientalista en el Distrito Federal, el 15 de marzo de 2006 Foto: José Antonio López

Con 15 años en México, mediante protestas pacíficas que van de clausuras simbólicas de dependencias a escenificaciones en las calles, los principales logros que se atribuye Greenpeace son su campaña contra los organismos transgénicos, la defensa del maíz, el apoyo a ambientalistas que han sido hostigados, presos y asesinados por defender los recursos naturales, y la cancelación del tiradero tóxico de Sierra Blanca.

El 14 de mayo de 1993, Greenpeace abrió su oficina en México. Desde entonces ha mantenido luchas por la defensa del medio ambiente. Afirma que ha basado su trabajo en la combinación de la defensa pacífica y el rigor científico para sustentar las denuncias. Los principales temas en los que trabaja son energía y cambio climático; agricultura sustentable y transgénicos; bosques y selvas, y océanos y consumidores.

Actualmente Greenpeace tiene presencia en 40 países, luego de que el 15 de septiembre de 1971 un grupo de ambientalistas zarpó de Vancouver, Canadá, en la embarcación Phyllis Cormack para protestar contra los ensayos nucleares de Estados Unidos en Amchitka, cerca de Alaska. Señala: “al adoptar la acción directa no violenta como forma de trabajo se sentó una pauta para que otros la sigan, no sólo en el movimiento ambiental, sino más allá”.

Si Greenpeace no existiera, pregunta la agrupación, ¿cómo serían las cosas? ¿Cuántos tiraderos tóxicos habría, desde hace cuánto tiempo se estaría sembrando maíz transgénico en el país y cuántas especies de ballenas habrían desaparecido?

De acuerdo con información de la organización en México, hay tres temas fundamentales en los que trabaja. La campaña contra los transgénicos ha sido importante, porque se puso en la mesa de discusión un asunto desconocido por la sociedad, que se estaba dando de manera más o menos clandestina. “Mucha gente sigue sin saber qué son los transgénicos, pero es un tema sobre el que campesinos, académicos, intelectuales, organizaciones de consumidores y medios de comunicación están alerta”, afirma.

Indica que al menos en tres ocasiones ha detenido los intentos por sembrar maíz transgénico de manera experimental y, aunque no se evitó la aprobación de la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, “sí logramos –con muchos otros actores– incluir en ella al menos 40 modificaciones que, en los hechos, hasta hoy han impedido la liberación de maíz transgénico en México”.

Otro tema es el trabajo de la organización en casos de represión contra ambientalistas, lo cual ha evidenciado cómo la defensa del medio en los países pobres es también cuestión de justicia. Están los casos de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, quienes estuvieron presos en Guerrero por la defensa de los bosques; de Hermenegildo Rivas e Isidro Baldenegro, quienes estaban en contra de la tala ilegal en la sierra Tarahumara, en Chihuahua, y el más reciente es el asesinato de Aldo Zamora, en el estado de México.

También en 1998, Greenpeace denunció la intención del gobierno de Estados Unidos de construir un tiradero de residuos nucleares en Sierra Blanca, Texas, generados en su frontera con Canadá. Haber permitido eso, dice, habría sido como abrir la puerta para que toda la frontera se convirtiera en zona de almacenamiento de basura atómica. Manifestaciones en diversas ciudades, huelgas de hambre de legisladores y un largo proceso de presión sobre las autoridades mexicanas hicieron que finalmente el gobierno se pronunciara de manera oficial contra ese proyecto.

Para la actual directora de Greenpeace, Patricia Arendar, ese periodo ha sido de cuestionamiento, acción y propuestas. “Cuestionamos lo que está mal: las leyes nocivas, los proyectos contaminantes, las autorizaciones ilegales, la irresponsabilidad, la ignorancia, el conflicto de interés de los tomadores de decisiones y la impunidad. Actuamos para colocar los temas ambientales en la agenda pública, entre la ciudadanía, en los medios de información. De igual forma, en congresos e instancias de gobierno. Proponemos soluciones ambientalmente viables y socialmente justas.” La agrupación trabaja con donativos de ciudadanos. El promedio de cada uno es de 100 pesos mensuales, y hay alrededor de 30 mil socios en todo el país.

 
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