¿La Fiesta En Paz?
■ Tienta y novillada... mágicas
Ampliar la imagen El matador César Jiménez se prepara antes de salir al ruedo de la Plaza de Toros de Las Ventas, en Madrid, el pasado 9 de mayo Foto: Reuters
Hay ocasiones en que el azar se pone taurino, los elementos se conjuntan y el milagro de la tauromaquia se da. Pero nunca había vivido esa misma experiencia, ni en una tienta ni en una plaza, a cargo exclusivamente de mujeres. Tres bellas novilleras con un talento, un carácter y un potencial torero que permitirá comprobar si nuestros empresarios por fin anteponen las utilidades a los criterios machistas.
Días antes, la empresa del coso poblano El Relicario había anunciado un cartel con la capitalina Elizabeth Moreno –los mejores naturales que mujer alguna haya dado en la historia de la Plaza México–, la poblana Karla de los Ángeles y la tlaxcalteca Melina Parra, para lidiar precisamente un encierro de Vicencio. Ganadería situada en el estado de Puebla, propiedad de Julio García Mena, Vicencio cuenta con una ganadera singular, Denisse, no sólo por su juventud y afición, sino por un feminismo pensante y actuante que no le cabe en el cuerpo. Por ello convocó a las alternantes a una tienta en la que las muchachas se dieron gusto toreando y mostraron sus cualidades, defectos y temperamentos respectivos.
Elizabeth, primera espada, mantiene intacta su calidad muletera, sin embargo, empieza a acusar los efectos de la impaciencia y el talante de la frustración, pues los empresarios todavía se la piensan demasiado para contratarla. El tiempo transcurre y Elizabeth refleja una lógica falta de rodaje. Con su segunda becerra, más clara, dejó constancia de su enorme valía. Y en la novillada del viernes pasado, con el peor lote, perdió la oreja por pinchar y dio una vuelta con fuerza en su segundo.
Karla de los Ángeles, que ayer cumplió 19 años, alta, guapa, de pelo largo, negros ojazos y una boca bellísima, arrancó en la tienta sentidos oles por su serena valentía, su intuitiva seguridad –lleva apenas nueve novillos– y la hondura que logra imprimir a sus muletazos. Repetiría color en la novillada al obtener tres orejas y sorprender al emocionado público con su tauromaquia pensante, su singular estilo y su eficaz manera de tirarse a matar. ¡Vaya porvenir que se le presenta! Como en su momento le dije a Elizabeth: ‘cuídate, sobre todo de las bestias de dos patas’.
Y Melina Parra, rubia, delgadita, con lindos ojos verdes y temperamento que a veces la rebasa, con las vaquillas menos propicias derrochó valor, carácter y clase, para luego en el festejo novilleril exhibir una afición proporcional a su verdor, que no es defecto, sino nivel de evolución profesional que se subsana toreando seguido, como le hacen en España, pues.
A su primero, muy serio de cara, Melina le cuajó una importante faena coronada con el estoque, por lo que el público exigió una oreja que fue concedida. ¿Qué más se necesita en México para que las buenas toreras sean anunciadas con frecuencia?