■ El trío vivió su apogeo hace 30 años, cuando tocó en Avándaro
El Epílogo, luego de inexplicable ausencia, reapareció en Saltillo
■ Se rencontraron en junio de 2007 con nuevos músicos y concepto
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Cartel donde se anunció la histórica reunión
Hace mucho tiempo, más de 30 años, 36 para ser exactos, existió en México un grupo llamado El Epílogo, formado por tres jóvenes cuyas habilidades musicales se conjugaban para ofrecer un rock pesado, influenciado por los grupos ingleses y estadunidenses del momento. La época era de un gran significado, el espíritu de amor y paz se extendía más allá de las fronteras y rebasaba cualquier obstáculo. Era la época sicodélica, con el arte pop y esa corriente cultural que nos llegaba de allende la frontera, en todo su apogeo.
El Epílogo, formado por Carlos Zaldívar (Nono), Gregorio Díaz (Popo) y Jacobo Aragón, guitarra, bajo y batería, respectivamente, era un grupo que, sin ser necesariamente famoso, marcaba la pauta en cuanto a concepto, innovación, espíritu y, sobre todo, determinación, pues fueron los primeros en dar a conocer su música por medio de acetatos.
El Epílogo dio el ejemplo a otros grupos que no se habían decidido a grabar. El primero fue un elepé bajo el sello CBS que la disquera congeló y del cual hasta la fecha no se tiene registro. Más tarde, con Cisne Raff, grabaron Unión mexicana, del cual sólo se llegó a escuchar un tema.
Visionarios del rock
En el Festival de Avándaro El Epílogo fue el segundo grupo en subir al entarimado. En medio de los gritos de la multitud y el aguacero dejó escuchar varias de las composiciones de Nono.
Eran épocas de felicidad, pues el grupo era reconocido por propios y extraños y disfrutaba de la admiración de los demás músicos, quienes solían hacer comentarios favorables a Carlos Zaldívar, cuyas ideas musicales eran ambiciosas y adelantadas en comparación con las del resto de sus contemporáneos.
Como suele suceder, el grupo se desintegró y cada quien tomó distintos derroteros. El Epílogo quedó como recuerdo de una época que no volverá y como un legado de tres buenos músicos mexicanos que desarrollaron ideas propias, muy interesantes e inexplicablemente olvidadas.
Más adelante, Zaldívar formó Sacrosaurio con elementos de Love Army y otros grupos, pero eso es capítulo aparte.
Por más de 30 años el rastro de Zaldívar se perdió, al igual que el de sus compañeros Jacobo y Popo. La azarosa búsqueda de su paradero fue infructuosa por cuanto la única información existente era la de un concierto, en el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, hace más de 30 años.
El azar quiso que un buen día, en una de tantas búsquedas, me topara con un sitio de Internet relacionado con un rencuentro de El Epílogo en la ciudad de Saltillo. Con incredulidad revisé la nota para convencerme de un evento verdaderamente sensacional: los músicos originales de El Epílogo se habían reunido para ofrecer un concierto en el centro de la ciudad de Saltillo. Al fin había dado con Nono por medio de un sitio de Internet publicado por un músico llamado Vladimir, quien se unió al grupo como bajista. Más adelante, Zaldívar , por medio de correo electrónico, me informó que el formato del grupo había cambiado para el evento, pues Popo, el otrora bajista, se dedicaba ahora a la flauta transversal. Jacobo, el baterista, quien entusiasmó a Carlos para organizar el rencuentro, vino desde Kentucky; una vez hechos los arreglos los demás se integraron al plan. En el mismo evento subió al escenario William Hull, violinista estadunidense, viejo amigo de Carlos, con quien compartió proyectos en otras épocas.
Al que fuera trío, se sumó también Jorge René González, organista que entró al grupo casi desde su formación y quien también hizo acto de presencia en la histórica reunión que tuvo lugar el 9 de junio de 2007, a las seis de la tarde, en la Alameda de Zaragoza de la ciudad de Saltillo.