■ En Guatemala se entrega ayuda a miles de mujeres en las regiones más pobres
Ola alcista en alimentos afecta a países de Centroamérica; gobiernos toman medidas
■ En El Salvador se reparte semilla de maíz híbrido y Nicaragua revende cosechas al consumidor
Ampliar la imagen Niños llevan vegetales al término de la jornada en Tecpan, Guatemala, el 5 de mayo Foto: Ruters
Santa Lucía La Reforma, Guatemala, 10 de mayo. Los gobiernos centroamericanos desembolsan dinero en efectivo, fertilizantes y compran granos a los agricultores para evitar que los altos precios de los alimentos terminen de hundir a millones en la pobreza y el hambre. Guatemala, donde uno de cada dos niños sufre de malnutrición, está otorgando recursos de emergencia a miles de mujeres en las zonas más pobres para que compren comida a sus familias.
El Salvador está repartiendo semillas de maíz híbrido para elevar su producción, y Nicaragua está comprando cosechas para después venderlas más baratas a los consumidores, cuyos bajos ingresos quedan cortos ante los rampantes precios.
América Central, la región más pobre de América Latina y que aún sufre los estragos de las guerras civiles de la década de 1980, espera eludir las violentas protestas por la ola alcista de precios que se ha extendido por el mundo desde Camerún hasta Bangladesh.
Una combinación de factores que van desde los altos precios del petróleo a una creciente demanda de alimentos desde Asia, o el uso de cosechas para la generación de biocombustibles y la especulación en los mercados de futuros de las materias primas han elevado los precios globales de los alimentos procesados. El precio del arroz casi se ha triplicado desde el comienzo del año, golpeando fuertemente a los importadores netos y a los consumidores de Centroamérica.
En Guatemala, las adversas condiciones climáticas y las plagas afectaron la cosecha de azúcar de este año, con una producción de un millón de sacos (60 kilogramos) menos, informó una fuente del sector. La zafra azucarera 2007/2008 concluye este fin de semana con una producción inferior al récord de 47.1 millones de sacos producidos durante la cosecha anterior, lamentó el dirigente de la Asociación de Azucareros de Guatemala (Azasgua), Armando Boesche.
“Los precios de la comida han subido mucho desde hace tres meses, todo lo comestible ha subido bastante (...) y no tenemos dinero que nos alcance, pero de todos modos hay que sobrevivir”, precisó María Mejía, de 42 años, mientras hacía fila en una escuela en Guatemala a la espera de su ayuda.
El vicepresidente guatemalteco, Rafael Espada, repartió la semana pasada efectivo a unas 2 mil 200 mujeres en el pueblo Santa Lucía La Reforma, como parte de un plan oficial que contempla erogaciones de 50 millones de dólares.
Unos 190 mil hogares en las 45 zonas más pobres de Guatemala recibirán entre 40 y 80 dólares mensuales. María usó el dinero para comprar una docena de huevos, arroz y frijoles para sus hijos.
Nuevos pobres
Las agencias de ayuda en la región temen que las medidas no sean suficientes para salvar a millones de la hambruna. Si los precios de los alimentos siguen subiendo a tasas de dos dígitos y lo salarios siguen estancados, unos 30 millones de personas caerán en la pobreza en América Latina, la mitad de ellos en extrema pobreza, según un estudio de Naciones Unidas. Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá podrían ser los más golpeados.
“Se está profundizando la pobreza extrema y se está creando un nuevo grupo de gente que está entrando en una situación de inseguridad alimentaria y nutricional”, mencionó Carlo Scaramella, jefe del programa de Naciones Unidas para la alimentación en El Salvador.
Justino Jiménez, quien cosecha varios productos en una zona montañosa en Panamá, se quejó de que los costos de producción han aumentado el último año en 50 por ciento. “Mi familia vivió aquí hace muchos años como agricultores, pero estoy pensando en hacer otra cosa, no se puede vivir de eso ahora,” agregó.
Agricultores como Jiménez en la región de las Tierras Altas, que provee a Panamá mayormente productos de consumo cotidiano como la papa, han amenazado con detener sus actividades salvo que el gobierno compre directamente lo que cosechan, sin recurrir a intermediarios. Guatemala y Nicaragua ya han adoptado ese tipo de esquema.