Usted está aquí: sábado 10 de mayo de 2008 Mundo El nuevo laborismo ha muerto*

Tariq Ali

El nuevo laborismo ha muerto*

El nuevo laborismo ha sufrido una aplastante derrota. El proyecto de Tony Blair de promover y aplicar políticas de derecha, con la idea de que el voto tradicional de la clase trabajadora se mantendría firme, murió el primero de mayo de 2008. El voto laborista en las elecciones locales británicas cayó 24 por ciento, un punto abajo de los demócratas liberales y 20 menos que los conservadores (44 por ciento). Dada la magnitud de la catástrofe, parece improbable que Gordon Brown gane la próxima elección general.

Impactados por Margaret Thatcher, Blair y Brown calcaron sus logros dentro de su propio partido, para lo cual se exprimieron gota a gota las ideas socialdemócratas. Ahora eran totalmente fundamentalistas del mercado. La desregulación y la privatización se volvieron un mantra y en los 10 años pasados la división social entre ricos y pobres en el país se ahondó mucho más que con la misma Thatcher. La redistribución de la riqueza ya no figuraba en la agenda laborista.

Mientras el mercado sufría una serie de choques, el derrumbe de un banco británico hundido en deudas, el Northern Rock, condujo a la intervención estatal bajo la forma de la nacionalización. No se aprendió la lección. La ayuda a los ricos mediante más recortes de impuestos, y el abandono de planes (bajo presión del Financial Times) de aplicar impuestos a multimillonarios que vivían en el extranjero, se volvieron el símbolo del régimen. El modelo neoliberal atomizó la vida social y política, debilitó la rendición democrática de cuentas y redujo drásticamente los márgenes de posibilidades de reforma dentro del sistema. Luego del 11-S, las libertades civiles se erosionaron de gravedad. Hace unas semanas, Brown y sus ministros pugnaban por incrementar la detención de sospechosos a 42 días sin someterlos a juicio. Los conservadores y jefes de policía consideraron draconiana tal medida.

El sistema electoral británico ayudó a ocultar la incontenible pérdida de apoyo popular a la agenda de Blair. Ya no. Ahora se revela que el emperador del nuevo laborismo va desnudo. El poder puede dar forma a la “verdad”, pero no para siempre. Tal es la lección de la derrota del nuevo laborismo.

En Londres la elección era clara. Boris Johnson, celebridad conservadora que cultiva con esmero una imagen de ultrarreaccionario, es estrella de los programas de comedia de la televisión; dada la forma en que la política ha degenerado en tantas partes del mundo democrático, no es sorprendente que el estatus y la riqueza de las celebridades hayan ocupado el centro del escenario. Un ex policía un tanto lastimero e ineficaz representó a los liberales demócratas, y Ken Livingstone a los laboristas. Aunque Livingstone ganó primero como independiente contra los nuevos laboristas, luego hizo las paces con Blair y se reintegró al partido, aunque mantuvo una postura independiente respecto de las guerras en Irak y Afganistán y desarrolló su propia política exterior, por ejemplo invitando a Hugo Chávez a visitar Londres.

Las elecciones para alcalde de Londres reflejaron el estado de ánimo nacional. Es obvio que Livingstone cometió errores; el mayor no fue recibir a un excéntrico clérigo musulmán e irritar a la prensa de derecha, sino volver al redil laborista. La base de su popularidad había radicado en no ser un político formado en el nuevo laborismo. De ahí que fuera vencido por un margen menor que el promedio nacional, pero ello no bastó para salvarlo. Falta aún declarar el resultado oficial, pero comentaristas del nuevo laborismo en televisión han aceptado la derrota. Si se hubiera mantenido independiente y lacerando a los regímenes de Blair y Brown, en vez de fotografiarse con ellos, habría salido bien librado.

Una capital en la que 70 por ciento de los ciudadanos se oponen a la presencia británica en Irak será representada ahora por un alcalde partidario de la guerra. A quién le importa si un millón de iraquíes han muerto desde la ocupación de su patria, 3 millones se han vuelto refugiados y millones enfrentan las más horrendas condiciones en su vida cotidiana. Todo lo que se asocie con el nuevo laborismo recibió el castigo.

* Publicado originalmente en Counterpounch. Las memorias de Tariq Ali, Streetfighting Years: An Autobiography of the Sixties, han sido publicadas por Verso.

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Traducción: Jorge Anaya

 
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