Reconstruyen estudio del artista para exposición
Milán, Italia. El imponente Palacio Real –ubicado a un costado de la famosa Catedral milanesa, sede del gobierno municipal por nueve siglos– ha abierto sus puertas del 5 de marzo y hasta el 29 de junio, a la exposición antológica del pintor anglo-irlandés Francis Bacon (Dublín 1909-Madrid 1992), considerado unánimemente como el último de los grandes maestros del siglo XX.
El evento anticipa los homenajes que el próximo año le serán dedicados con motivo del centenario de su natalicio, en la Tate Gallery, en Londres; el Museo del Prado, en Madrid, y el Metropolitan Museum, de Nueva York.
La muestra bajo la curaduría de Rudy Chiappini (director del Museo de Arte Moderno de Lugano), presenta las fases salientes de la obra de Bacon mediante 60 óleos, más varios dibujos y fotografías. Poder asistir a una exposición antológica de este tipo es una gran oportunidad para quien quiera admirar la producción del artista, ya que se encuentra muy dispersa por los varios museos del mundo. En Latinoamérica, los únicos dos países que cuentan con su obra son Venezuela y México, que la prestaron para la ocasión.
Desgraciadamente la tela Dos figuras con un mono (1973), del Museo Rufino Tamayo, no pudo ser contemplada en la inauguración, ni durante los 15 días siguientes por el retraso de su llegada.
La museografía es tan esencial que pareciera formar parte de los fondos anónimos de los cuadros de Bacon. La primera sala muestra algunos de los dibujos encontrados en 1998, cuando el estudio del artista (en South Kensington, Londres, donde vivió y trabajó desde 1961 hasta su muerte) fue trasladado a la histórica Galería Hugh Lane, en Dublín, tras la donación del último compañero de Bacon, John Edwards.
La reconstrucción del mismo fue hecha con rigor arqueológico por tres años.
El caótico taller viene presentado por primera vez al público italiano en un esquema fiel al original, mediante proyecciones fotográficas que permiten al espectador “entrar” en el mundo íntimo y creativo del artista.