■ Un hombre de San Luis Potosí buscaba llegar a Dallas para donar médula ósea
Para salvar la vida de su hija en EU, casi pierde la propia al cruzar el río Bravo
■ Junto con 9 personas permaneció 12 horas en la corriente, tras poncharse la llanta en que viajaban
Ampliar la imagen Este es el grupo de migrantes rescatados del río Bravo, tras 12 horas de estar luchando contra la corriente. Al centro, de pie y tapándose la boca con la mano, Enrique Guzmán Durán Foto: Carlos Figueroa
Nuevo Laredo, Tamps., 18 de abril. La tarde del domingo 13 de abril Enrique Guzmán Durán, un hombre dedicado a la venta de tacos en San Luís Potosí, recibió una llamada telefónica: “Tu hija está enferma, te necesita, vente como puedas a Dallas (Texas); en el hospital donde nació te van a hacer unos exámenes porque tú eres un donador compatible para un transplante de médula ósea (que necesita la niña)”.
No lo pensó. Se unió a otras nueve personas que viajaron en autobús a Nuevo Laredo, adonde arribaron la tarde del miércoles. De raid llegaron a orillas de la carretera a Piedras Negras y se dirigieron al río Bravo para cruzar a Estados Unidos.
“Inflamos una lancha de plástico, dentro pusimos nuestras pertenencias y nos amarramos a los costados para cruzar el río, pero a la mitad del recorrido se ponchó (el neumático) y la corriente nos empezó a arrastrar”, narró Guzmán Durán.
Los diez lograron llegar a una isleta de carrizos, donde permanecieron en la corriente 12 horas. Pusieron unas playeras, una roja y la otra blanca, sobre los carrizos para llamar la atención de los pilotos de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos que en esta ocasión no sobrevolaron el área.
“Cuando amaneció (el jueves) decidimos que si alguien era arrastrado por el río los demás lo salvarían, aunque les costara la vida. O todos cruzábamos a Estados Unidos o todos moríamos, pero nadie iba a abandonar a sus compañeros, fue el acuerdo”, explicó Guzmán Durán.
Ya estaban listos para lanzarse nuevamente al río cuando observaron a una persona que llegó a la orilla a dar de beber a sus caballos. “Le gritamos pidiéndole ayuda y nos dijo que no nos preocupáramos, que iba por auxilio y se fue, regresando minutos después para darnos aliento, mientras llegaban los bomberos”, recordó.
Durante una hora los rescatistas maniobraron con una lancha para salvar a los migrantes, quienes fueron llevados a las oficinas de Protección Civil, cuyo director, Ernesto Rivera, supo la historia de la hija de Guzmán.
El funcionario se comunicó con Claudio G. Hermosillo, cónsul adjunto de México en Laredo, Texas, para tramitar un permiso humanitario para que el migrante viaje a Dallas y pueda donar médula ósea a Andrea Llarely Guzmán, hija suya y de su ex esposa María Candelaria de Santiago, una indocumentada que vive en Dallas, Texas, y que dio a luz a la niña el 1º de agosto de 2003 en el Parkland Memorial Hospital.
“Tengo dos años de no ver a mi hija, y saber que está enferma y que yo soy su única salvación me obliga a ir a su lado, cueste lo que cueste, aunque pierda la vida en el intento”, concluyó.