Usted está aquí: sábado 19 de abril de 2008 Opinión Restauración o compromiso

Gustavo Gordillo
http://gustavogordillo.blogspot.com

Restauración o compromiso

El entrampamiento en el debate sobre el petróleo muestra los síntomas de una crisis orgánica del Estado. Esta decadencia administrada puede durar por mucho tiempo asumiendo la forma de un proceso de desgaste prolongado con movilizaciones, represiones y acuerdos oportunistas que buscarían maquillar la realidad actual.

El hecho es que ninguna de las tres fuerzas políticas principales se puede imponer por sí misma, pero se resisten a establecer una coalición en el gobierno. Hay un fuerte legado en la cultura política mexicana que bloquea la idea de coaliciones estables y transparentes. La idea de la cooptación que fue tan ampliamente utilizada durante el régimen de partido dominante y el reciente periodo de los 90 de las concertacesiones, ha generado fuertes anticuerpos a la idea de coaliciones entre fuerzas distintas y aun antagónicas.

Por ello las tres fuerzas, reconociendo que se encuentran en un virtual empate, buscan la manera de desempatar, destruyendo al adversario. El PRD y el PAN cometen persistente suicidio en defensa propia. Son culturalmente extraños unos a otros, pero su sistemático choque los debilita y fortalece al tercer jugador que sólo obtuvo 18 por ciento de la votación en las elecciones presidenciales pasadas. Por su lado, la estrategia hacia una restauración conservadora que promueve un sector del PRI, sería el inicio de un periodo de mayores rupturas sociales.

¿Qué significaría una restauración conservadora? Significaría democracia restringida para operar a favor del capitalismo de compadres que realmente existe. Pero con más de 10 años de gobierno dividido, y una mejor distribución del poder entre las tres fuerzas principales, pero también con una decisiva –y desarticuladora– injerencia de poderes fácticos desde los grandes grupos económicos hasta las distintas mafias de delincuentes y traficantes, no es fácil conducir ese salto al pasado. La fuerza dirigente de este empeño tiene una debilidad central. No tiene, como al inicio de su larga hegemonía, fuerza de masas. Tiene fuerza de maniobra. Al panismo y al priísmo los acerca la desconfianza hacia las masas y sus formas de lucha: manifestaciones, mítines y tomas. A la vieja clase política –incluyendo sectores del perredismo– los acerca una manera de hacer política “en corto”, tras bambalinas. Estos elementos podrían dar el sustento a la coalición restauradora.

El PAN y el PRD no tendrán ninguna estrategia realista para mantenerse en el poder o acceder a él, a menos que pacten un acuerdo básico común. Así como están actuando, el PAN terminará como subalterno político del PRI, y el PRD como la partera de la restauración. El panismo rechaza casi en automático todo lo que a sus ojos representa el PRD: tumultuarios, irrespetuosos frente a instituciones más apreciadas como la iglesia, la empresa o la familia. Duda con pruebas en la mano sobre las credenciales democráticas del PRD. Tiene además un agravio histórico no resuelto realmente: la guerra cristera. El perredismo se revuelve de disgusto frente al PAN: su elitismo, su aire de meones de agua bendita, su doble moral. Irrespetuosos frente a instituciones claves para ellos: el Estado laico y la empresa pública. Duda con pruebas en la mano sobre las credenciales democráticas del PAN sobre todo por las diversas acciones emprendidas en el gobierno de Fox. Tiene además un agravio doctrinario porque no cree en el compromiso del panismo con la equidad.

Y, sin embargo, deben pactar un compromiso histórico, es decir, de largo aliento.Que tiene dos ingredientes: una manera de hacer política a base de deliberaciones públicas y una forma de pactar acuerdos delimitados y vinculantes. Muchos dirán que esto es utopía, muy lejos del pragmático así es la política. Yo creo que los utópicos son más bien los que piensan que podrán seguir haciendo chicanerías políticas sin que l@s ciudadan@s les cobren los platos rotos.

 
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