Usted está aquí: lunes 14 de abril de 2008 Opinión Sin liderazgo turístico ni respeto al ambiente

Iván Restrepo

Sin liderazgo turístico ni respeto al ambiente

Como la orden parece ser anunciar cada día un nuevo programa gubernamental para que se sepa que se cumple lo prometido, se creó el Consejo Nacional de Playas Limpias, al cual se adhirieron los gobiernos de los 17 estados costeros. Un “nuevo y máximo esfuerzo” para que las áreas litorales dejen de ser “el desagüe del país”, según expresó el secretario del medio ambiente. Se prometen recursos millonarios y, lo fundamental, hacer cumplir las leyes en la materia, con lo cual se reconoce que han sido letra muerta. De paso se entregó el primer Certificado de Playa Limpia al municipio de Los Cabos, en Baja California Sur, donde se ubica la playa El Chileno, libre de contaminantes.

Los Cabos es el destino turístico preferido del turismo de cinco y más estrellas, especialmente de origen estadunidense. Se anunció también que otros 45 sitios están en proceso de certificación. Esto ocurre cinco años después de que las autoridades anunciaron el programa de playas limpias y recursos también millonarios para tratar los desechos líquidos de ciudades y los de factorías industriales que son arrojados a las cuencas hidrográficas y al mar, pese a que está prohibido.

Playas limpias. Sí, pero de pobres que afean la imagen turística del país. Playas limpias, sí, para las trasnacionales hoteleras, destacadamente las españolas, que con sus guardias blancas impiden el paso de los lugareños hacia la zona marítima federal terrestre. Es lo que ocurre ahora, por ejemplo, en la zona costera de Quintana Roo: de Cancún a Tulum, de Isla Mujeres a Cozumel. Pero también en Nayarit, Jalisco, Sonora y Baja California, donde los inversionistas eliminan los accesos al mar. Sólo pasan y disfrutan la playa los huéspedes de los hoteles. En Akumal centenas de lugareños se reúnen y acusan a una asociación de protección ecológica de estar al servicio de los empresarios de esa zona. Decenas más protestan en Cozumel por la imposición de un programa que da vía libre a la construcción en zonas frágiles, como las de manglar. Igual se protesta en Puerto Morelos por otro “ordenamiento” a gusto de los inversionistas. La tierra de la paradisiaca isla de Holbox, frente a Quintana Roo, está en venta, pese a que no tiene ni agua ni la capacidad para respaldar una urbanización generalizada. Negocio de funcionarios, líderes “agrarios” y empresarios.

En el colmo, al norte de Cancún, donde se localizan las reservas de agua más importantes de la región, un estadunidense piensa edificar 8 mil casas y departamentos para jubilados de su país. En fin, playas limpias, pero para venderlas al capital externo y nacional a fin de que en ellas edifiquen sus megaproyectos sin respetar el ambiente. Y para que no la disfruten, por ejemplo, los chiapitas y mayitas, como llaman los mestizos y los blancos a los trabajadores indígenas explotados.

Aunque el gobierno presume un liderazgo regional en oferta hotelera y los visitantes dejan miles de millones de dólares cada año, el Foro Económico Mundial situó a nuestro país en el sitio 55 de 130 en el campo turístico. En materia de seguridad, el lugar es el 122. El año pasado, el 116. En el continente ocupamos el sitio 9 en calidad turística, por debajo de Estados Unidos, Canadá, Barbados, Chile, Panamá, Costa Rica, Argentina y Brasil.

Miles de millones de dólares de ingreso por turismo, promoción del país como destino ideal, asignación de recursos públicos para la construcción de un santuario en Guadalajara que recuerde a los mártires de la época cristera so pretexto de turismo religioso.

Pero mientras por el cambio climático se revisan en el mundo las políticas de ocupación de la franja costera y se extreman los requisitos para ocuparlas con obra pública o privada, en México ni el Poder Ejecutivo ni el Legislativo mueven un dedo para ampliar la extensión de la zona marítima federal terrestre: la porción que va tierra adentro de donde rompen las olas hoy es apenas de 20 metros. En esa estrecha franja está prohibido edificar, mas la corrupción hace de las suyas. Con el calentamiento global, las construcciones que antes estaban a 20 metros del mar hoy lo tienen a sus pies. Por irresponsabilidad, el agua dejará escombros.

 
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