■ Benedicto XVI rindió tributo a católicos que murieron por su fe

Compara el Papa a cristeros con las víctimas del nazismo

■ Recibe a obispos de las Antillas, zona en “situación alarmante”

Notimex y Reuters

Ciudad del Vaticano, 7 de abril. Benedicto XVI rindió tributo el lunes a los católicos y otros cristianos que murieron por su fe en campos de concentración nazis y gulags soviéticos o que fueron asesinados en crímenes de odio.

Benedicto XVI presidió una misa en una basílica de la Isla del Tíber, en Roma, donde la comunidad católica Sant’ Egidio inauguró seis memoriales de nuevos mártires.

“Parados en estos seis altares, recordamos a los cristianos caídos bajo las violencias totalitarias del comunismo y del nazismo”, así como a los asesinados “en América, Asia, Oceanía, África, España y México”, aludiendo, en el último caso a las víctimas de la Guerra Cristera (1926-1929).

Quizás la persona más famosa a quien se rinde homenaje en el santuario es el arzobispo Óscar Arnulfo Romero, quien fue asesinado por un escuadrón de la muerte de extrema derecha mientras daba misa en San Salvador en 1980.

También está el sacerdote protestante alemán que se opuso a los nazis y murió en Buchenwald, curas asesinados por extremistas islámicos en Argelia y Turquía y cristianos ortodoxos asesinados durante el comunismo en Europa del este.

Por otra parte, el papa Benedicto XVI urgió hoy a combatir el tráfico de armas y de drogas en las Antillas, flagelos que “desestabilizan” los fundamentos de los valores familiares e “influyen” en la política local.

“Las costas antillanas han sido golpeadas por aspectos negativos de la industria de la diversión, del abuso del turismo, la plaga del comercio de drogas y de armas”, advirtió el pontífice al recibir a un grupo de obispos de esa región.

El flagelo del narcotráfico

Calificó de “situación alarmante” el resultado de los flagelos, ante lo cual es necesario “erigirse como heraldos de la esperanza, testimonios audaces de la luz de Cristo, que da a las familias dirección y sentido”.

En el Palacio Apostólico, el líder máximo de la Iglesia católica se mostró convencido de que el testimonio de los prelados animará al pueblo a rechazar “tendencias sociales destructivas” y a buscar la “fe en acción”.

Pidió hacer lo posible por promover el matrimonio y la familia como fuente de cohesión primara de las sociedades y, por tanto, importante para las autoridades civiles; “las escuelas católicas en este ámbito pueden hacer mucho”, dijo.

“Buenos jóvenes cristianos harán buenos ciudadanos”, afirmó el Papa, quien se dijo cierto de que estos muchachos sabrán dar la propia contribución al desarrollo económico y social de la región una dimensión “esencial” de su testimonio cristiano.