■ Inadmisible, la expansión de la organización occidental hacia el este, afirma
Rechaza el gobierno de Rusia el eventual ingreso de Ucrania y Georgia a la OTAN
■ Los cohetes rusos podrían apuntar hacia esas dos ex repúblicas soviéticas, advierte el Kremlin
Moscú, 1º de abril. Consciente de que en este caso no puede ejercer ningún tipo de veto, Rusia expresa cada vez con más énfasis su desacuerdo con la eventual incorporación de Ucrania y Georgia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), objetivo proclamado por sus respectivos gobiernos y que cuenta con el entusiasta respaldo de Estados Unidos.
Cayeron mal aquí en Moscú las declaraciones que, la víspera de la cumbre de la alianza noratlántica en Bucarest, Rumania, formuló hoy en Kiev, la capital ucraniana, el presidente estadunidense, George W. Bush.
Sobre todo, “el firme apoyo de Estados Unidos” a las aspiraciones de Ucrania y Georgia de ingresar a la OTAN, que –según la copia del discurso que pronunciará Bush este miércoles, distribuida un día antes a la prensa– va a reiterar en Bucarest, sin tomar en cuenta que algunos de sus socios europeos, como Alemania y Francia, son contrarios a que esas ex repúblicas soviéticas se conviertan en candidatos oficiales para entrar a la alianza noratlántica.
Para ello, Ucrania y Georgia necesitan que la mayoría de los 26 países miembros de la OTAN aprueben, para cada uno de ellos, un llamado Plan de Acción para el Ingreso (MAP, por sus siglas en inglés), paso previo –dilatado y complejo– a la membresía plena.
Rusia, que califica de inadmisible la expansión de la OTAN hacia el este, insiste en que una decisión tan delicada como es el eventual ingreso a una alianza militar debería someterse a referendo.
Y aunque no puede impedir que en la cumbre de Bucarest se apruebe el MAP para Ucrania y Georgia, Rusia –al subir el tono de sus advertencias– ofrece argumentos a los adversarios del ingreso a la OTAN en cada uno de estos países, que en Ucrania, por ejemplo, representan casi dos tercios de la población.
Por eso, en el contexto de la visita de Bush a Kiev, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Grigori Karasin, señaló que el eventual ingreso de Ucrania en la OTAN traería como consecuencia inevitable una “crisis profunda” en la relación bilateral y un “impacto negativo” en la seguridad europea, que obligaría a Rusia a “replantear las prioridades de su doctrina de seguridad estratégica” o, dicho con otras palabras, a apuntar sus misiles contra los nuevos miembros de la OTAN.
El presidente de la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso), Boris Gryzlov, de su lado, aseveró este martes que Rusia “se verá obligada a tomar medidas adecuadas”, en caso de que Ucrania entre en la OTAN.
Hoy, en audiencia parlamentaria sin carácter vinculante dedicada sólo a las relaciones entre Rusia y Ucrania, el diputado Konstantín Zatulin, vicepresidente del Comité de la Duma para los asuntos de la CEI (Comunidad de Estados Independientes, que agrupa a la mayoría de los países de la ex Unión Soviética), recomendó sopesar la posibilidad de salirse del Tratado de Amistad y Cooperación entre ambos países.
Este importante documento, suscrito hace aproximadamente 10 años, tendría una prórroga automática, el primero de abril de 2009, a menos que alguno de los firmantes, seis meses antes, manifieste su intención de derogarlo.
Para Zatulin, Ucrania viola dicho tratado al buscar su ingreso a la OTAN. “El artículo sexto, establece que ninguna de las partes puede incorporarse a otras alianzas, si ello afecta los intereses de la otra parte”, recordó.
Es difícil que el Kremlin quiera romper con la nación vecina, cuya mitad de la población se identifica con Rusia, pero la posibilidad de que lo anterior pudiera ocurrir es un factor de presión nada desdeñable.