Usted está aquí: martes 1 de abril de 2008 Opinión Andanzas

Andanzas

Colombia Moya

■ La bella sigue durmiendo

En los primeros días de abril, la Compañía Nacional de Danza del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), de nueva cuenta escenificará en la terraza del Castillo de Chapultepec cómo la princesa Aurora despertará ante el influjo del beso de amor del príncipe Desireé, quebrantando así el hechizo de la malvada bruja Caravosse, quien condenó a la bella niña a dormir cien años.

La historia de Perrault, en los Cuentos de mamá la oca, sirvió a Veseolojovsky, príncipe administrador del teatro imperial de San Petersburgo, en la Rusia del siglo XIX, para estructurar el libreto de La bella durmiente del bosque y crear un verdadero bocado de cardenal para la sociedad europea de este periodo romántico tardío, y encauzar una de las partituras más luminosas y brillantes del incomparable Piotr Illich Chaikovsky.

Tal parece que nadie se cansa realmente de apreciar esta obra por demás taquillera y feliz, que hace las delicias de chicos y grandes sin que el ballet pase de moda, ya que toca el corazón, las pasiones humanas, la ilusión, la esperanza y, sobre todo, es de un gran romanticismo. En su repertorio se ha programado a las más grandes bailarinas de la historia de la danza clásica desde que el coreógrafo de la obra, el inefable Marius Petipa, seleccionara a la italiana Carlotta Brianza como la princesa Aurora y a Pavel Gerdt como el príncipe Desireé, completando el elenco personalidades del Ballet Ruso en su gran época brillante, antecesores de la época de Serguei de Diaghilew, o María Petrpa, Enrico Cecchetti, cuando aún bailaba, antes de convertirse en el gran maestro que fue; Guiseppina Cecchetti, etcétera, como la gran familia del ballet Imperial.

La bella durmiente, trabajada con ahínco por la Compañía Nacional de Danza (CND) que dirije el maestro Dariusz Blajer, es un modelo insuperable como obra maestra del ballet, pese a las decenas de coreógrafos que han trabajado la versión original o la propia, incluyendo las más audaces de finales del siglo XX, que básicamente intentan, en tiempo histórico, actualizar la temática de los ballets del repertorio clásico tradicional, con o sin éxito, según gustos y modas.

Al momento no sabemos quién interpretará los roles principales en la CND, pero se presume que serán las figuras habituales, aunque aún no se acostumbre darles el impulso o crédito publicitario que, por lo general, se da a los intérpretes desde siempre, por tratarse de un ballet que resume la prueba máxima para las bailarines más brillantes en la escuela clásica tradicional o mezcla de las corrientes o escuelas, italianas, francesa, rusa y cubana, etcétera, que dan un maravilloso resultado de prodigio técnico e interpretativo, cobijado por la grandeur de la partitura de Chaikovsky.

El adagio de la rosa, donde Aurora mira a cada uno de sus pretendientes, culminando con el pas de deux de los pájaros azules, o el grande pas clásique de Aurora y el príncipe, los diversos solos y patomimas, así como el di gran divertimento final hasta convertirse en un gran espectáculo, refleja la apoteosis del ballet como arte y espectáculo desde el día de su estreno en la Rusia de 1890.

¿Por qué no han envejecido esos ballets del siglo XVIII, como Le fille mal gardeé? ¿Por qué han resistido la revolución soviética, el stalinismo y el arte socialista?, puntos para una larga y seguramente enriquecedora reflexión para todos.

El hecho es que, pese a los grandes cambios y tendencias del siglo XX y del increíble XXI, para muchos tal vez lo mejor sea aferrarse a las tradiciones, o arriesgarse a volar en el vendaval del olvido por carecer de peso y autenticidad, como sucede frecuentemente en los valores opuestos de la danza contemporánea, de cuyos repertorios en este país me gustaría saber cuáles son candidatos a cruzar la barrera del tiempo, cosa que por más que se llenen volúmenes, se fortalezcan rollos o se le den al público gastos sublimados por bellas liebrecitas, es difícil de alcanzar.

Mientras tanto, no hay duda de que el espectáculo encabezado por Blajer en el Castillo de Chapultepec hará pasar a chicos y grandes un buen rato de entretenimiento y belleza, en el concierto de esfuerzos encaminados a brindar al público lo mejor de su propio repertorio.

Por tanto, amigos, consulten cartelera y vayan al lugar en los primeros días del florido abril. Así, Aurora y el amor despertarán una vez más.

 
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