■ Entre los quemados no podía faltar la alusión a las elecciones del PRD

Los Hugos, Sánchez y Chávez, ardieron en la pira de los judas de los Linares

■ La familia denunció la piratería que se comete con sus monigotes mediante un Capitán Garfio

Jaime Whaley

Puntuales, como la tradición obliga, tan pronto dieron las 20 horas una bomba de colores dio la advertencia de que el festejo estaba a punto de comenzar .

A uno y otro extremo de la ancha calle de Oriente 30 de La Merced los mirones se alinearon. El barrio se dio cita para la función anual de la quema de judas y ante el apuro y la noticia de que “el Chato ya quiere prender uno”, de la casa de Miguel Linares partió la orden: “que comiencen ellos”, en referencia a los otros Linares, los de más al oriente, que tuvieron ocho monigotes.

Ricardo Linares, hijo de Miguel e intermediario en esto de ponerse de acuerdo quién va primero y con cuántos, pactó con David Durantón y Juan Carlos Islas, los de más al oriente, que ellos empezarían y así estalló una prolongada pira que llenó el rumbo de humo y estruendos.

Diablos, monos fantasmagóricos, animales, los infaltables políticos y hasta un judas del traidor Judas pasaron no al frente sino al medio, pues a mitad de la calle fueron colgados los seres con alma de carrizo, papel, cartón y engrudo.

Sobresalió un Capitán Garfio grandísimo, casi cinco metros de altura, que denunció en su vestimenta a los piratas de los alebrijes, creación, como es sabido, del difunto Pedro Linares, pero que al decir de sus herederos, han sido secuestrados por Televisa, Tv Azteca, el Museo de Arte Popular, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, los mercados de la Ciudadela y de Coyoacán, el Faro de Oriente, en fin, por sitios que ofrecen alebrijes piratas y por lo tanto el judas ostentaba, en una de sus piernas, una muy visible etiqueta de Made in China.

Del bando de los políticos estuvieron Hugo Chávez, que necesito de ayuda para identificarlo pues en nada se asemejaba al mandatario venezolano; un Andrés Manuel López Obrador, de cuya lengua brotaba una serpiente, pero que también requirió de un poco de ayuda para saber de quién se trataba pues algunos chavitos pensaron que era Popeye y un espigado Osama Bin Laden, que tronó fuerte y hasta sin cabeza quedó.

Ardió, asimismo, un puerquito representativo de las elecciones que el PRD llevó a cabo el pasado domingo.

Del bando de las personas “normales” el representante fue un tal Hugo, que así se leía en su pecho, y de éste ni quien tuviera duda, completo con sus orejas de burro. Ni falta haría agregar que su apellido es Sánchez.

La anunciada extracción de la riqueza marina, aquella que yace en el fondo del golfo, la personificó un buzo con el emblema de Pemex.

Una dama también hizo su aparición. Vestido naranja, sobrio. Cinturón negro y larga cabellera. Al ver el letrero que portaba en donde se alcanzaba a leer “maestra”, se pensó que era la lideresa del SNTE, pero no, terrible equivocación, se trató de la profesora de sexto año de uno de los niños Linares.

“Aquí a nadie se perdona”, aclaró Miguel , el artesano, “es que le cae mal su maestra” y vaya odio que el alumno debe tenerle, pues la figura de escasos 80 centímetros tronó con ganas ante la risa maliciosa del escolapio que, quizá, pase el resto de su vida estacionado en el último año de primaria.

Al final llegaron los toritos a perseguir con su lumínica carga a los asistentes que serpentean a toda carrera mientras ya, por otro lado, comienzan las guerras a huevazos de confeti y harina y las espumas de aerosol.