La feria internacional del libro del Palacio de Minería
■ Presentan el Diccionario del náhuatl en el español de México, coordinado por Carlos Montemayor
Confía Léon Portilla en la supervivencia de las lenguas autóctonas del país
■ Informan que se creó un sitio en Internet para recabar actualizaciones rumbo a la tercera edición
Ampliar la imagen Carlos Montemayor y Miguel León Portilla durante la presentación del volumen Foto: Yazmín Ortega Cortés
La enorme riqueza de México en biodiversidad, conocimientos científicos e historia, se encuentra registrada en buena medida en náhuatl, idioma hablado por al menos 10 millones de personas en el país y que permea el español hablado de forma cotidiana por la gente, aunque muchas veces ésta no se dé cuenta.
Para dar a conocer este patrimonio y tender lazos entre las sociedades indígena y mestiza, el escritor, poeta y traductor Carlos Montemayor, junto con un nutrido grupo de especialistas, coordinó la elaboración del Diccionario del náhuatl en el español de México, que fue presentado ayer en la penúltima jornada de la XXIX Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
Ante una sala repleta, el doctor Miguel León Portilla, investigador emérito de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comentó que este volumen “sorprendente” es todo un vademécum para acercarse al “manantial de palabras que han pasado del náhuatl al castellano”.
Zopilote, cacles, escuincle, chipi-chipi, mecate, papalote y una gran cantidad de sustantivos más provienen de esta lengua, así como diversos topónimos de todo el país, incluidos los de zonas que en apariencia no son las de máxima influencia de la cultura azteca, como el norte, el occidente y el extremo sur de México.
No obstante, advirtió, en los años recientes se han perdido muchos nahuatlismos, en un proceso hasta cierto punto natural, en el que la lengua se empobrece y enriquece de manera constante.
El libro, editado por la UNAM y el Gobierno del Distrito Federal (GDF), se compone de más de 2 mil palabras de uso cotidiano, 2 mil topónimos y 300 términos de herbolaria, flora y fauna, además de dichos y refranes populares y nombres propios.
Por su parte, Carlos Montemayor destacó que el diccionario implicó un trabajo complicado y absorbente a lo largo de tres años, proceso en el cual coadyuvaron más de 50 especialistas de todo el país, en materias tan diversas como botánica, lingüística, antropología y medicina.
Para enriquecer aun más esta labor, los coordinadores instalaron un sitio de Internet para recibir sugerencias, correcciones y aclaraciones, gracias a las cuales en breve podrán lanzar una tercera edición corregida y aumentada, con 200 entradas más.
Señaló que la intención fue hacer un catálogo de expresiones y palabras que se utilizan en el náhuatl actual de todo México, y dejar fuera los términos que ya resultan arcaicos.
Lo que sí se incluyó en esta especie de radiografía del idioma, dijo, fueron algunas palabras que no tienen una raíz lingüística náhuatl, pero sí están inspirados en “el modo terso y gentil” con el que se expresaba esa civilización.
En breve entrevista, Miguel León Portilla manifestó su confianza en la capacidad de los idiomas mexicanos para sobrevivir y fortalecerse, a pesar del entorno amenazante que deben enfrentar.
“Estoy seguro que el maya, el zapoteco, el otomí y el náhuatl van a continuar, aunque por desgracia hay otras en grave peligro, como el kiliwa, en el norte de Baja California”, manifestó.
“Sigue habiendo racismo y una actitud de desprecio por estas lenguas, que a veces son llamadas dialectos de manera errónea. Hay que sensibilizar a los no indígenas para que tomen conciencia de que todas estas lenguas son un tesoro, nos revelan mucho de lo que está alrededor nuestro, y son igual o más valiosas que la biodiversidad.”