Una frontera muy caliente
Los casi 400 kilómetros de frontera entre Colombia y Ecuador se han convertido en una de las zonas más calientes del continente americano. Compuesta por zonas de alta montaña en la cordillera de los Andes, pero también por enormes extensiones selváticas atravesadas por decenas de ríos, la frontera entre ambos países es escenario de todo tipo de conflictos.
El principal es el armado. Allí habita también el espinoso asunto de los cultivos ilícitos de coca y amapola, así como el de la migración masiva y constante de colombianos hacia el otro lado de la línea fronteriza.
En cuanto al tema armado, la situación es tan compleja que recientemente el Ministro de Defensa de Ecuador dijo que su país no limitaba al norte con Colombia, sino con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La actividad militar en el área, tanto de montaña como de selva, es constante. Se libran decenas de combates diariamente, y es muy frecuente que durante éstos tanto la insurgencia como el ejército colombiano se muevan de un lado a otro en la línea fronteriza, establecida principalmente por los ríos San Miguel y Putumayo.
Consecuencia de lo anterior es el éxodo continuo de familias campesinas de Colombia hacia el país vecino, donde reciben protección y una precaria atención social y económica. El ACNUR, organización mundial que atiende el tema de los desplazados y refugiados, ha calificado dicho éxodo de “una de las peores tragedias humanitarias en el hemisferio occidental”.
Otro asunto que genera constantes roces entre los gobiernos de Colombia y Ecuador es el de la fumigación de cultivos ilícitos. Ecuador ha exigido airadamente a su vecino que suspenda esa acción en las áreas fronterizas, alegando que causa graves daños ambientales y de salud pública. Con pruebas en la mano, Quito ha llevado el tema ante organizaciones internacionales, en las cuales ha podido demostrar que el uso de fungicidas causa daños a cultivos, animales y a la salud de los habitantes de las regiones limítrofes.
Al tomar posesión como presidente de Ecuador, Rafael Correa se declaró neutral frente al conflicto colombiano y su gobierno se ha negado a calificar a las FARC de terroristas, actitud que ha sido vista con malos ojos por el gobierno de Bogotá.