Ha sido ejecutor de decisiones estratégicas en la economía cubana por casi 20 años
Carlos Lage, segundo en la lista de posibles sucesores de Fidel Castro
Desde 2001 devino en el líder isleño de mayor presencia en cumbres de jefes de Estado
Ampliar la imagen Carlos Lage Dávila, el 31 de enero pasado, en La Habana Foto: Reuters
La Habana, 23 de febrero. Con apenas 39 años, el médico pediatra Carlos Lage Dávila se enfrentó a un desafío de gran envergadura, al llegar a un cargo equivalente al de primer ministro cuando acababa de caer el muro de Berlín, se perfilaba el derrumbe de la Unión Soviética, la economía de Cuba iniciaba su caída en picada y el mundo especulaba sobre un inminente final del socialismo en la isla.
Este fin de semana, con 56 años cumplidos, Lage encara un nuevo desafío, quizá mayor. Llega a la recomposición parcial de la dirigencia cubana como el civil de más alto rango y el más destacado de la generación que ya vivía pero no alcanzó a combatir durante la insurrección de hace medio siglo.
Si el comandante de la revolución Ramiro Valdés y el general de Cuerpo de Ejército Abelardo Colomé son ejemplos de la promoción que participó en la guerrilla, construyó las fuerzas armadas y de seguridad y se mantiene en posiciones decisivas en la cúpula cubana, Lage es el nombre que viene de inmediato a la mente cuando Fidel Castro habla, como hizo en su mensaje del martes pasado, de una “generación intermedia que aprendió junto a nosotros los elementos del complejo y casi inaccesible arte de organizar y dirigir una revolución”.
En cualquiera de las posibles combinaciones que surja el domingo, cuando se elija un nuevo consejo de estado, será relevante la ubicación de Lage. Su presencia simultánea en la vicepresidencia de esa institución, la jefatura del gabinete y el buró político del Partido Comunista de Cuba (PCC) y su experiencia en el trance de la crisis de los 90 hacia la reanimación económica, lo ubican dentro de los civiles como un primus inter pares en ese conglomerado de dirigencias.
Tal es el reconocimiento de su nombre en la isla que lo mismo en la calle que entre círculos con acceso a informaciones bien situadas, se considera plausible la conjetura de que él podría ser el segundo en la lista de posibles sucesores de Fidel, después de Raúl Castro; o bien que una reforma constitucional separe los cargos de jefe de Estado y de gobierno, para que Lage encabece el equipo ministerial con plenos poderes, en un esquema de dirección compartida, como la que ha ofrecido el actual presidente interino.
Lage fue nombrado secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros en 1990, cargo que lo puso al frente de la operación cotidiana del gobierno y al año siguiente el cuarto congreso del PCC lo eligió al buró político, el más influyente de los órganos de poder. Reconocido por su austeridad y su capacidad de trabajo, fue uno de los dirigentes que iba en bicicleta a la oficina, en el arranque de la crisis que casi paralizó la economía cubana.
Desde aquellas posiciones tripuló la estrategia de sobrevivencia en los 90: turismo internacional, inversión extranjera, libre cambio de moneda, descentralización, mecanismos de mercado a baja escala y microempresa privada. Tras la reanimación, al cambio de siglo, se mantuvo al frente, primero moderando más aún la apertura y luego, en el periodo 2004-2006, operando el viraje hacia la inversión selectiva, el control parcial de cambios, la revaluación de la moneda local convertible y el retorno a la centralización gerencial.
Es el mismo que hace medio año anunció el relanzamiento de Perfeccionamiento Empresarial, la fórmula económica originada en las fuerzas armadas y que se basa en la rentabilidad, la eficiencia, la autonomía de gestión y el ingreso salarial vinculado a los resultados, en un plan que resumió así: “Lo que no es eficiente no es socialista”.
Lage ha sido en casi dos décadas el ejecutor de decisiones estratégicas en la economía cubana, lo mismo en los momentos más críticos como en el derrumbe de la década pasada y la sequía de principios de la actual, que en las negociaciones que trajeron capital fresco en los 90, la alianza con Venezuela o la reconversión de la industria energética.
Fue líder en las escuelas por las que pasó desde la secundaria, y llegó a la presidencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), posición que ha representado durante décadas un paso decisivo en el ascenso político en la isla. Diputado desde 1976, viajó en la década de los 80 a Etiopía como jefe del equipo médico que asistió a las tropas cubanas desplegadas en ese país. A su regreso cursó ciencias sociales en la escuela de formación del PCC y en el periodo 1982-86 encabezó a la Unión de Jóvenes Comunistas.
A los 35 años, en 1986, fue llamado por Fidel Castro a integrar el minigabinete presidencial, conocido como Equipo de Coordinación y Apoyo del comandante en jefe, en el que conoció los pormenores de la gestión de gobierno y de la economía. Al mismo tiempo ingresó al Consejo de Estado, del cual fue elegido como uno de sus vicepresidentes en 1993.
Desde 2001, cuando Fidel Castro empezó a reducir sus viajes al extranjero, Lage se convirtió en el líder cubano de mayor presencia en cumbres de jefes de Estado y otros compromisos presidenciales de alto nivel.
Su hermano Agustín es diputado y director del Centro de Inmunología Molecular, uno de los laboratorios de producción científica de punta; uno de sus hijos, Carlos, acaba de concluir su gestión como presidente de la FEU; otro, César, es líder de esa organización en la Universidad de Ciencias Informáticas.