Usted está aquí: jueves 21 de febrero de 2008 Espectáculos Cintas nominadas al Óscar, muestra de la deplorable situación de EU

Vivimos tiempos perturbadores y los filmes lo reflejan, afirma productor de la entrega

Cintas nominadas al Óscar, muestra de la deplorable situación de EU

Venganza, ambición, corrupción y vidas devastadas, algunos temas de las películas más aclamadas

A veces el mejor remedio es un buen llanto, asegura el crítico Robin Ghivan

Dpa

Los Ángeles, 20 de febrero. Un crítico comparó las películas más nominadas de esta edición de los Óscar con El corazón de las tinieblas, devastador análisis de Joseph Conrad sobre la maldad humana. Otro advirtió a los espectadores que se tomaran una dosis de antidepresivos antes de verlas.

Puede que eso sea un poco exagerado, pero no hay duda de que las películas más aclamadas este año en Estados Unidos son deprimentes.

Son cintas que obligan al público a confrontar los problemas de la vida moderna sin piedad y, como señalan los especialistas, a reflexionar sobre la lamentable situación de la mayor superpotencia del mundo.

No Country for Old Men, una de las grandes favoritas, con ocho nominaciones, gira en torno a un asesino sicópata que se embarca en una venganza inhumana por un negocio de drogas que acabó mal, y deja tras de sí el oeste de Estados Unidos bañado en sangre.

There Will Be Blood, historia épica sobre un ambicioso barón del petróleo, también suma ocho nominaciones con su crítica de los valores fundamentales de un emprendedor capitalista, sobre los cuales está basado el sistema económico de Estados Unidos.

Traición, tabués...

Una crítica similar puede encontrarse en el thriller ambientado en el mundo de las corporaciones, Michael Clayton, que muestra cómo los abogados y los ejecutivos se saltan todas las consideraciones éticas cuando se trata de obtener beneficios.

Otra película muy nominada es Atonement, drama amoroso ambientado en la Segunda Guerra Mundial, sobre traiciones y vidas devastadas. Y la quinta candidata a mejor película es Juno, sobre una adolescente lidiando con un embarazo no planificado. A pesar de que el filme mantiene un tono de comedia, también habla de algunos de los tabúes y prejuicios básicos alrededor del sexo adolescente.

Más tramas deprimentes se pueden encontrar en La escafandra y la mariposa, de Julian Schnabel, nominado a mejor director, centrada en el editor de una revista francesa que queda paralizado y dicta su autobiografía con el movimiento de sus ojos. También está American Gangster, con la nominada a mejor actriz de reparto Ruby Dee, en el papel de madre de un narcotraficante.

Hal Holbrook está nominado a mejor actor de reparto por su papel en Into the Wild, de Sean Penn, historia de un joven que se automargina de la sociedad, harto de sus reglas hipócritas, y se refugia en Alaska.

No se trata sólo de los temas sombríos. Es habitual que los Óscar se mantengan alejados de las comedias ligeras o las películas de aventuras. Lo que ocurre esta vez es que muchas de las películas rompen con la convención habitual al no ofrecer a los espectadores el obligado “happy end” de Hollywood.

La macabra Sweeney Todd, de Tim Burton, ofrece un final sin posibilidad de esperanza. El drama sobre el Alzheimer Away From Her, de Sarah Polley, muestra el inevitable declive de una mujer a la que se le diagnosticó la enfermedad, y La Vie en Rose es un melancólico biopic de la leyenda francesa Edith Piaf.

El predominio de temas oscuros no sorprende a Gil Cates, productor de la gala de los Óscar. “Estamos viviendo tiempos perturbadores y las películas lo reflejan”, sostuvo.

Razones de la pesadumbre

La huelga de los guionistas, que parecía no tener solución cuando se anunciaron las nominaciones de la Academia, fue una de las razones del ánimo sombrío. Pero fueron los problemas amplios al inicio de este crucial año de elecciones los que más pesaron en la mente de los votantes de los Óscar, según escribió Robin Ghivan en The Washington Post.

“Los tiempos nos dan las películas que necesitamos”, señaló Ghivan. “Confirman la idea de que en tiempos de tristeza lo último que uno quiere es un juglar tratando de extraerle una carcajada. A veces, el mejor remedio es un buen llanto.”

La teoría tiene sentido en un momento en que los estadunidenses lidian con la desastrosa política en Irak y los profundos problemas en Afganistán, y mientras luchan para enfrentar la masiva crisis inmobiliaria y la economía a punto de entrar en recesión.

Más allá de eso, están las advertencias diarias sobre los peligros del cambio climático, la incertidumbre sobre el proceso político y las preocupaciones a largo plazo en cuanto a salud y seguridad social.

“No es casual que estas películas, cada vez más deprimentes, se hagan en una época de creciente pesimismo de la población estadunidense”, comentó Christopher Sharrett, profesor de comunicación y cine en la Universidad de Seton Hall.

“De todas maneras son películas interesantes, pero su recepción en la crítica y, en última instancia, su aceptación comercial, realmente dependen del estado de ánimo general”, agregó.

 
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