Renuncia a la nominación presidencial por el Partido Republicano; apoya a McCain

Desastrosa estrategia termina con aspiraciones de Rudolph Giuliani

Se enfocó en el tema de la seguridad, pero al electorado de EU le preocupa más la economía

Del lado del Partido Demócrata, John Edwards también anuncia su retiro sin respaldar a nadie

David Brooks (Corresponsal)

Washington, 30 de enero. El resultado más dramático de las elecciones primarias de Florida entre los republicanos no fue el triunfo de John McCain, sino la devastadora derrota de Rudolph Giuliani.

El autoproclamado héroe del 11-S, apodado el “alcalde de América”, quien hiló todo un guión sobre cómo había restaurado la seguridad y “limpiado” Nueva York, y cómo era el más preparado para enfrentar un casi inevitable segundo atentado “terrorista”, ha sido expulsado del paraíso político por sus propios partidarios.

Rudolph Giuliani reconoció hoy lo obvio después de quedar en tercer lugar, muy por debajo del ganador, John McCain, y del segundo lugar, Mitt Romney, en las primarias de Florida, y abandonó la contienda por la nominación del Partido Republicano, apoyando a McCain, a quien llamó “un héroe estadunidense”.

En la biblioteca presidencial de Ronald Reagan en California, Giuliani anunció su retiro y afirmó que McCain “es el candidato más calificado para ser el próximo comandante en jefe de Estados Unidos”.

Tal vez fue uno de los desplomes más espectaculares de un candidato presidencial en la historia reciente del país: hace unos meses Giuliani gozaba de casi el doble de apoyo que sus contrincantes entre las bases republicanas; y a finales de año era el favorito en Florida por más de 20 puntos. Su equipo estaba tan confiado en noviembre, que proclamó que era invencible en el estado sureño más importante en el mapa electoral. Ayer apenas logró 15 por ciento del voto republicano frente a 36 y 30 por ciento que recibieron McCain y Romney, respectivamente.

Vale recordar que Giuliani era admirado y hasta contratado por políticos en otros países (incluido México) para resolver problemas de ley y orden. En México, su despacho elaboró una estrategia para importar su famosa “tolerancia cero” para establecer seguridad en esa capital.

Nadie prestó mucha atención a que, antes del 11-S, su índice de aprobación pública como alcalde era bajísimo, ni que su gobierno municipal acumuló más quejas formales por abuso policiaco y otras violaciones de derechos civiles, ni el hecho de que la baja en la tasa de criminalidad en Nueva York no se puede acreditar a sus políticas, ya que lo mismo ocurría a nivel nacional.

Pero en el transcurso de los últimos meses, el electorado empezó a examinarlo más allá de su bien manejada imagen, y después comenzaron los escándalos relacionados con la historia de este personaje. Su amigo y socio (y uno de los encargados del proyecto para la ciudad de México) y ex jefe de la policía de Nueva York, Bernard Kerik, fue puesto bajo investigación y ha sido acusado de varios delitos federales, incluyendo fraude y evasión de impuestos. Además, se investiga si algunos de los socios de Kerik están vinculados con el crimen organizado.

Hace unos meses se reveló que Giuliani –el hombre “limpio”– cuando era alcalde había ordenado que, a costo público, se le otorgaran escoltas y choferes a su entonces novia y ahora esposa.

Pero también hay otros factores que contribuyeron a su caída y derrota. Por ejemplo, su enfoque casi exclusivo sobre el tema de seguridad nacional empezó a ser de menor importancia para el electorado cuando la economía pasó a ser el tema prioritario.

Por otro lado, como alcalde de Nueva York fue pro derecho al aborto, pro inmigrante, pro derechos gay, y por el control de armas privadas, cuando las bases más activas del Partido Republicano tienen la posición opuesta. Su vida personal tampoco le ayudó entre los cristianos conservadores: católico divorciado dos veces, que públicamente vivió con su novia y ahora tercera esposa, y la relación con dos hijos que casi no le dirigen la palabra.

Y su estrategia electoral resultó desastrosa. Después de sufrir una derrota en Nueva Hampshire donde invirtió recursos y tiempo significativo, decidió apostar todo en Florida. Muchos cuestionaron la decisión de ignorar las 5 o 6 elecciones iniciales. Confiado en obtener el triunfo en Florida –con su premio de 57 delegados (el más grande hasta el momento)– la idea era usar esa victoria como trampolín para conquistar el supermartes el 5 de febrero, cuando 22 estados celebran primarias.

Con la salida de Giuliani quedan tres contendientes por el lado republicano: McCain, Romney y, aunque cada vez más débil, Mike Huckabee.

John Edwards también anunció hoy su retiro de la contienda por la nominación presidencial del Partido Demócrata. El eje del mensaje de su campaña –la lucha contra la pobreza y la creciente brecha socioeconómica– por alguna razón aún misteriosa no logró suficiente apoyo, aunque sí resultó en que todos los precandidatos de su partido se vieron obligados a enfocarse más sobre el tema.

Con su salida quedan dos jugadores en el campo demócrata: Hillary Clinton y Barack Obama. Edwards no apoyó a ninguno, por el momento.

Tanto para éstos como los republicanos, la próxima etapa podría ser decisiva: el 5 de febrero, supermartes, cuando están en juego unos 22 estados.