Ruta Sonora

Patricia Peñaloza
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PJ Harvey, Rebel Cats, Sr. Bikini

Termina el año y sobre un pizarrón apuntamos nuestros fracasos y alcances, derramamos una lágrima, deslizamos un gis blanco sobre la superficie verde. Lo hacemos rechinar como lo hacen nuestras congojas y pérdidas. Del mismo modo, la cantautora inglesa Polly Jean Harvey hace rechinar sus penares, con la oscuridad habitual de su alma, pero esta vez blanqueada, hecha un fantasma doloroso de sí misma. Ataviada cual labriega victoriana, sin tiempo ni espacio, la otrora versión femenina del cantante maldito Nick Cave se pone etérea en su octavo disco de estudio, White chalk (2007), en el que guarda su acostumbrada guitarra sucia y blusera en el baúl, y a punta de pianos, teclados varios y salterios, destila gota a gota, por primera vez con estos instrumentos, sus escabrosas cuitas internas, mucho más honesta y punzante que en su reciente Uh Uh Her (2004), y cercana en espíritu a sus trabajos más intensos, como To bring you my love (1995), aunque en un mood que inspira lo mismo quietud que terror.

Lejos ya de los guitarrosos y noventeros Dry (1992) o Rid of me (1993), en su actual álbum de estudio, quien es mejor conocida como PJ Harvey (pi-yéi), fluye sobre un río propio, ajeno a corriente estricta alguna, aunque se deja bañar de pronto por las aguas del folk británico, así como por algo de romance gótico, sin caer de modo definitivo en el dark.

Voces sutiles en su tesitura más sopranesca, un tanto macabras, con eco; guitarras acústicas, armónicas y violines casi esbozados, teclados crudos: a través del marfil negro y blanco, Harvey rasguña y llena de escalofrío con su soledad, con el esbozo de haber quizá perdido a un hijo (“algo hay dentro de mí, nonato y aún sin bendecir/ desaparece en el éter, en un mundo aledaño…”, dice en la desgarradora Under ether) o con la pesadilla de ser poseída por un hombre demonio y traicionero (The devil). Ahí están también la triste Dear darkness, la björkesca Broken harp; el canto melancólico a su abuela muerta, I talk to you; la desolación en la patti-smithesca The piano; la traición en la épica The montain.

Entre cantos lánguidos y ejecuciones instrumentales magras, minimalistas (como lo son también sus letras esta vez), Polly Jean ofrece un álbum hermoso, íntimo a mares. No es lo que se esperaría respecto del cliché que ella misma ha construido de “vampira nocturna”, sino que en White chalk se torna ángel caído; un espectro que de noche pena, dulce y compasivo. Sigue sonando a ella misma, pero en el negativo de la foto, cual trazo hecho con tiza sobre un asfalto próximo a ser mojado por la lluvia.

Mientras su compatriota Amy Winehouse se destruye a sí misma a punta de estupefacientes, su colega de sufrimientos, aunque igualmente frágil, busca reinventarse cada vez, lejos de los reflectores, pero cerca de quienes respetan la sinceridad y la búsqueda en la música.

Surf, rockabilly, electro-sinte

Termina un año de altibajos musicales, amplios vacíos y ocasionales destellos (esperen la selección anual de álbumes de la Ruta Sonora). Mientras el cambio de año espera y la pista de hielo se halla en standby, el fin de semana capitalino descansa. ¿Toquines? Pocos, pero sabrosos.

Viernes 28: En el Centro Cultural de España, Jerga & Valeria le darán a un DJ set pleno de electrónica sintética (Guatemala 18, tras Catedral; Centro). 21 horas, entrada libre.

Sábado 29: 1. A levantarse el copete y lustrarse el cacle, porque el rockabilly ya llegó. Gran fiesta de fin de año con los maravillosos Rebel Cats en vivo, en el UTA (Donceles 56, Centro). 21 horas, $50 (¡cervezas a 10 pesos!). 2. Surf playero en la urbe con el Sr. Bikini. ¡Entrada libre! (Dr. Mora, a un lado de la Alameda Central, saliendo del Metro Hidalgo). 18 horas.