El último de la dinastía renunció a la política; no habrá otro líder con ese apellido
La familia Bhutto, marcada por el exilio, la cárcel, la ejecución y los asesinatos
El padre de Benazir, Zulfikar Ali, falleció en acto violento; su hermano menor fue envenenado
Murtaza, el mayor de los hombres, murió acribillado por la policía paquistaní en emboscada
Ampliar la imagen Un paquistaní en shock observa la escena de la explosión dinamitera causada por el suicida que mató a Bhutto en Rawalpindi Foto: Ap
Islamabad, 27 de diciembre. El exilio, la cárcel, la ejecución y los asesinatos han marcado a la familia Bhutto. No sólo la vida de la ex primera ministra Benazir Bhutto terminó con un acto violento: su padre, Zulfikar Ali, fue ahorcado; Shahnawaz, su más joven hermano, fue envenenado, y Murtaza, el mayor de los hombres, cayó acribillado en una emboscada perpetrada por la policía.
Las agresiones a la familia comenzaron hace tres décadas cuando Zulfikar Ali Bhutto, el primer político paquistaní que llegó a la jefatura de gobierno mediante elecciones parlamentarias libres en este país fundado hace 60 años, fue expulsado del poder en 1997 por el ejército y después de pasar un año en prisión fue sentenciado a la horca, acusado de haberse coludido con otros individuos para matar a un oponente político. Como ocurrió a Benazir Bhutto este jueves, su padre murió en la ciudad de Rawalpindi.
Shahnawaz fue envenenado a los 27 años en un departamento de la costa francesa mediterránea, en 1986, cuando la familia padecía en el exilio los efectos del golpe militar contra Zulfikar Ali Bhutto. Diez años después, en una acción organizada por la policía, Murtaza, de 42 años, murió por impactos de bala.
La madre de Benazir Bhutto, Begum Nusrat, pudo salvar la vida a pesar de que durante algún tiempo se vio obligada a encabezar el Partido del Pueblo de Pakistán, en ausencia de los otros familiares.
Y Sanam, quien tenía 19 años cuando en 1978 fue ejecutado Zulfikar Ali Bhutto, renunció desde entonces a toda actividad política y con su decisión, probablemente, la familia Bhutto nunca más tendrá presencia política en este país creado a partir de la separación de provincias del norte de India, con población mayoritariamente musulmana, que vivió dos guerras con su vecino del sur para lograr su independencia definitiva.
Con 167 millones de habitantes, Pakistán es el segundo país con mayor población islamita después de Indonesia, y es el único que posee armamento atómico, adquirido en el contexto de sus disputas con India.
Pese a que Benazir Bhutto pasa a la historia como la primera mujer que gobernó un país musulmán, su administración fue señalada por sus actos de corrupción y ella y su marido, Asif Zardari, fueron acusados de haber acumulado una fortuna de aproximadamente mil millones de dólares.
Los críticos de la ex primera ministra apuntaron entonces que Zardari tuvo un sitio privilegiado como ministro de Inversiones y tras el segundo derrocamiento de Benazir Bhutto en 1999 –el primero ocurrió en 1990, dos años después de haber llegado al poder en este país bajo sistema parlamentario–, fue encarcelado ocho años.
Aunque Benazir Bhutto habló siempre de la defensa de la democracia y las libertades en este territorio que en el siglo XIX fue ocupado por Gran Bretaña –como parte de India–, la ex primera ministra también tuvo que hacer frente a hechos de corrupción, como fueron las acusaciones judiciales de lavado de dinero fincadas en Suiza, en 2002, en las llamadas inversiones off shore. Después de haber apelado una sentencia que la declaró culpable junto con su esposo, el Poder Judicial suizo declaró hoy formalmente cerrado el caso.
La amenaza de muerte de Bhutto fue anunciada desde que el 18 de octubre pasado retornó al país después de un nuevo exilio de ocho años y medio. Otros tres dirigentes paquistaníes han muerto violentamente en los últimos 60 años, además de Zulfikar Ali: Liaqat Ali Khan, primer ministro de 1948 a 1951; Zia ul-Haq, ejecutor del padre de la ex primera ministra y gobernante de Pakistán en el periodo en que miles de millones de dólares comenzaron a llegar a Estados Unidos para combatir desde el sur al entonces ejército soviético, que ocupaba Afganistán.
La muerte de Bhutto deja nuevamente libre el terreno a Pervez Musharraf para mantenerse al frente del régimen en Pakistán, en el que se encumbró en 1999.
Según un análisis publicado por la estadunidense revista semanal Time, en su sitio de Internet, el gobierno de Estados Unidos pudo haber hecho algo para evitar que Bhutto cayera asesinada. La publicación citó al ex jefe del comando central estadunidense, responsable de las operaciones militares en Pakistán de 1977 a 2000, Anthony Zinni, quien señaló que culpar a Musharraf del homicidio no es la respuesta más acertada, y que es más probable que Al Qaeda sea la única de las partes en el conflicto regional de Asia central que pudiera beneficiarse de la muerte de una política que nunca ocultó sus posiciones pro occidentales.