Usted está aquí: lunes 24 de diciembre de 2007 Deportes Xavier Ocampo recibió tres cornadas y Manuel Ruiz fuerte petición de oreja

TOROS

Desastroso debut del actor Gonzalo Vega como criador de toros de lidia: todos mansos

Xavier Ocampo recibió tres cornadas y Manuel Ruiz fuerte petición de oreja

Alberto Huerta, muy valiente, se robó una vuelta al ruedo en la México, regalando sudor

Lumbrera Chico

Ampliar la imagen Xavier Ocampo, cornado por su enemigo Xavier Ocampo, cornado por su enemigo Foto: Jesús Villaseca

Parches y clarines aún atronaban a las seis y media de la tarde, los rastrillos seguían aplanando la arena, un monosabio sostenía con los brazos en alto el cartel que anunciaba el nombre del último de la tarde y el tapatío Xavier Ocampo, con 28 años de edad y tres de alternativa, ya estaba de rodillas en el centro del ruedo, flameando su capote para jugarse el pellejo ante un público aburrido, que brindaba con cerveza tibia y quemaba luces de bengala deseándose lo mejor para Navidad.

Luis Antonio Rivero, el hijo de El Chino, abrió la puerta de toriles, la banda dejó de tocar, la gente volvió a sus asientos tratando de concentrarse en la figura del muchacho, cuyo traje de luces en negro y oro lanzaba destellos a pesar de la mala iluminación, cuando levantando nubes de polvo, a todo galope, salió Palenque, negro bragado de 504 kilos, y unos cuernos más bien discretos.

Ocampo lo citó de lejos y, siempre de rodillas, fue echándose hacia atrás y a la derecha, para mostrarle al bólido con cuernos por dónde debía pasar, pero en el último instante, a punto de ser arrollado, prefirió acostarse en la arena para que el bicho saltara sobre él, entre risas y gritos de los borrachos. Aturdido por lo que acababa de suceder, el muchacho corrió en pos del animal, que seguía corriendo por toda la circunferencia, y volvió a llamarlo, muy pegado a las tablas.

Y Palenque, en efecto, fue hacia él y lo arrinconó contra la barrera, tirándole cornadas a granel y asestándole una en la axila derecha, otra en el muslo izquierdo y una más en la frente, mientras se lo pasaba de pitón a pitón y lo zarandeaba como un bulto de ropa anacrónica y absurda. Sin darse cuenta de nada, el muchacho logró ponerse de pie, rodeado de peones y monosabios, y dijo que iba a seguir en la pelea, pero el paramédico le vio los boquetes de las heridas y lo acostó en una cama de brazos que se lo llevó cargado al quirófano.

Así terminó la octava corrida de la temporada, cada vez más chica, del invierno 2007-2008, en que la empresa de Rafael Herrerías y Curro Leal nos hizo el favor de traer a una “promesa” de la torería española, el andaluz Manuel Ruiz Valdivia, quien tomó la alternativa en Francia hace más de 12 años y la confirmó ayer, obviamente frente a menos de 3 mil espectadores, como base de un cartel que reunió al poblano Alberto Huerta y al valiente pero desafortunado Ocampo, quien por otra parte es también protegido del multimillonario obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda.

Las reses eran del hierro del actor Gonzalo Vega, que mandó un sexteto de novillos cariavacados, de enorme cornamenta varios de ellos, pero todos mansos frente al caballo y rajados ante la muleta, de los cuales, el tercero, de nombre Profesor Owen, negro bragado de 475, embistió sin embargo de manera muy emotiva en derechazos y naturales que Ocampo le pegó en redondo, sin abrir el compás, con mucha afición pero escasos recursos técnicos.

Ante la nula bravura de los astados, los gritones se metieron toda la tarde con Gonzalo Vega, llamándolo “señora presidenta”, en alusión al personaje de comedia que le dio la fama y el dinero necesarios para comprar esta pésima ganadería, de la que deberá deshacerse antes que sea demasiado tarde.

Vestido de rosa y blanco, en buena forma física pero con mínimas dotes artísticas, Ruiz pasó desapercibido ante su primero, Seres, negro cornichico de 494, y uno de los más mansos de la tarde. En cambio, ante Graco, veleto playero de imponentes navajas y 470 kilos, hizo un trasteo de gran pundonor, aguantando hachazos y logrando dos series bien templadas por la derecha, que emocionaron a los bebedores. Al tirarse a matar cobró un metisaca de efectos fulminantes, que le valió una insistente petición de oreja y una vuelta al ruedo que, sin duda, platicará a sus nietos como la única que dio en América.

Contratado ayer en la mañana, en sustitución de Jorge López, que el pasado jueves se fracturó la tibia y el peroné derechos tentando en una ganadería, Huerta estuvo muy valiente ante el otro mansísimo, Rey Pakal, de 507, y se pasó por la faja, ligando, al más cornalón del “festejo”, Kan Xul, al que mató demasiado tarde, pero no obstante se robó la vuelta al ruedo secándose el sudor del cuello y de la frente con las prendas que algunas personas le arrojaban a su paso, y que en seguida recibían agarrándolas con las puntas de los dedos y poniendo cara de fuchi, con toda razón.

 
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