Circo del día
La viga en el ojo del cielo
sostiene al día
como el poste central sostiene la carpa
amarrada a las orillas,
lo que son aquí los horizontes
de alta y corpulenta figura,
las crestas vegetales erguidas,
los caminos descendentes.
A su cobijo caben todos los prodigios
del programa. Lo mismo que otros traman
los malabares, el trapecio, la bala humana,
la cebra montada,
los acróbatas en moto,
los leones de gran hocico,
los tristes tigres de Bengala,
la bella contorsionista
y los habituales payasos
entre acto y acto.
Damas y caballeros,
el circo del día les presenta hoy
la caída libre y sin red
de las hojas secas de los árboles más altos
que ustedes hayan conocido jamás,
los saltos mortales de diez o quince
especies grandes como el buitre,
negras y estridentes como el tordo,
o la artesanal gracia de carpinteros, zorzales y chipes.
La agradable formación de nubes
aparece y desaparece con un sólo pase de mano
sobre la chistera del estanque
mientras bufones y enanos
roban al mago su conejo blanco
y le jalan la cola del frac
para regocijo de los niños.
Habrá chubascos chocarreros
poniendo a prueba la majestad del sol,
olas de gran calado y barcos que no se hunden
aunque usted no lo crea.
Lágrimas y risas
garantizadas.
No elefantes filarmónicos pero sí vacas
que sin bailar sobre un taburete
dan leche fresca en grandes cantidades,
las gallinas alquimistas ponen huevos
blancos y dorados,
los gallos ociosos cantan como charros en palenque.
Ándele y pase a lo barrido,
Diversión garantizada.