Usted está aquí: lunes 24 de diciembre de 2007 Cultura Caso Lydia Cacho: manifestación frente a la Suprema Corte

Elena Poniatowska/ II y última

Caso Lydia Cacho: manifestación frente a la Suprema Corte

Lydia Cacho no es una mujer indefensa, aquí estamos todos nosotros –me dice una mujer de cabello blanco.

–Dirige en Cancún un centro de atención para mujeres víctimas de violencia. El Unifem (Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer) la tiene dentro de sus especialistas en violencia y género. Se ocupa también de las madres de las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez.

–¡Cuánta dignidad, cuánta valentía!

Jesusa: “Queremos informarles que hay una mujer que dignamente acaba de renunciar al cargo de fiscal especial (aplausos). Alicia Elena Pérez Duarte se enfrentó a la porquería –que no se puede llamar de otra forma– que han hecho estos magistrados, si es que así se les puede llamar a esos corruptos: Guillermo Ortiz Mayagoitia (presidente de la Corte), Sergio Valls, Salvador Aguirre Anguiano, Mariano Azuela, Olga Sánchez Cordero y Margarita Luna Ramos. ¡Mírenlos! Allí están recargados en la puerta, miren sus pancartas, mírenlos bien para que se les queden grabados y no se nos olvide en qué manos está la justicia”.

Una ciudadana se acerca a decirme que la ahora ex fiscal especial, Alicia Elena Pérez Duarte se tardó en renunciar para proteger a su gente, quiso dejarla segura en la fiscalía.

–Todavía traigo muchos huevos –una señora señala su bolsa con dos cajas con seis blanquillos cada una.

Jesusa: “No vamos a permitir que continúe este estado de cosas”.

Una muchacha con una gran boca roja blande un cartel. Sobre su blusa escribió: “Soy la justicia”. Su cartel dice: “No más pederastas, no más corrupción, no más impunidad”. Lydia Cacho llevaba una playera parecida cuando acudió al juzgado.

Jesusa: “Aquí tenemos a una compañera que ha logrado reunir 8 mil firmas. Queremos agradecer a todos los ciudadanos que vinieron a esta marcha y decirles que varias organizaciones civiles exigen la renuncia de los magistrados. No quitaremos el dedo del renglón hasta que los pederastas estén en la cárcel, incluido Norberto Rivera, Yunes, Gamboa, Nacif, Marín. Aquí seguiremos luchando, no vamos a dejar a los niños indefensos, vamos a luchar y vamos a ganar”.

–Lydia Cacho jamás imaginó que escribiría un libro sobre una red de presuntos pederastas. Su libro se enfocaba más bien a la vida de las víctimas de abuso…

–Por eso la trataron como una criminal…

–Investigó la vida de las niñas y dio con un asunto de crimen organizado que tiene que ver con pederastia, pornografía infantil, lavado de dinero y complicidad de gobernantes.

–Yo ni sabía de la explotación sexual infantil en Cancún.

–Allá sucede de todo.

–Cuando yo conocí Cancún era un paraíso –interviene el novelista Agustín Ramos–, sólo había un hotel y una playa con arena que parecía harina… Como diría Lydia Cacho, los demonios se apoderaron de ese edén para hacer toda clase de negocios y de fechorías.

“Niños y niñas contra Marín”, vocean una y otra vez. “Justicia corrupta que apoya a delincuentes”, “¡Ya basta, ya basta, de apoyo a pederastas!”, “¡Juicio político a Marín!”, “¡Todos somos Lydia!”, “Que renuncien, que se vayan los jueces”, “Ellos son los cerdos”.

La actriz Dolores Heredia lleva en brazos a la más joven manifestante: una bebita de dos meses que aguanta el sol y los gritos. “Niños y niñas, estamos con ustedes”, “¡Justicia sí, pederastas no!”

¿Y el sonido, quién trae el sonido? –pregunta un muchacho frente a la puerta de la Suprema Corte de Justicia.

Una ciudadana de sombrero blanco toma el micrófono: “Fuera la porquería de este país, que se vaya la mierda de este país. Este movimiento es del pueblo, ya basta de corrupción, la Suprema Corte de Injusticia solapa y protege al góber precioso y al gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, a todos los que tienen a este país sumido en la miseria y la desesperación. Por un lado los curas predican el Evangelio desde el altar y atrás de él violan niños, y ¿qué pasa? Repican las campanas para acallar al pueblo. ¡Fuera la Suprema Corte de Injusticia!

“¡Fuera, fuera, fuera!”

Se oye una voz que alienta a la siguiente oradora: “¡Duro, duro!”

–¿Quién nos gobierna y para qué? –pregunta Agustín Ramos, el rostro enrojecido por el sol. Cada día hay una mala noticia, que Perverto Rivera esto, que Pemex lo otro, que la señora Ascención murió de gastritis mal atendida, que lo de Acteal no es cierto, que la inundación de Tabasco fue culpa de la luna llena y no de las trasnacionales que venden energía eléctrica. En este país tienen que pasar 30 años para que se empiece a saber la verdad y los culpables se les indulte por seniles, como Luis Echeverría. Cada día estamos más indefensos, Elena. Por eso Lydia Cacho es todos nosotros, porque también nos pueden encarcelar y torturar, sin juicio, sin cargos, sin testigos.

“¡Ese apoyo sí se ve, ese apoyo sí se ve!”

–Los ministros de la Suprema Corte cobran sueldos millonarios que pagamos los ciudadanos –me dice mi compañera de marcha.

–El gobierno no tiene palabra.

“Gran parte de la sociedad mexicana no puede asistir –mucha gente no viene por razones económicas, porque no tiene para su pasaje–, pero muchos se solidarizan con esta protesta desde su casa”, explica Jesusa.

Un hombre fuerte toma el micrófono: “Los magistrados actúan mal, tienen hijos, no piensan que pagarán sus culpas en sus hijos, Marín pagará sus culpas, al igual que Kamel Nacif. Por eso estamos aquí, para apoyar a Lydia Cacho, únanse, todos los que tienen hijos y nietos, yo tengo nietos, por eso vine a la manifestación”.

–A nosotros no nos van a hacer menos.

“¡Justicia, justicia, justicia!”

–A quienes les va peor es a los 13 mil niños de la calle…

–¿A poco son tantos?

–A ellos los buscan los pederastas. Les ofrecen casa y comida.

–El ejemplo mayor de la influencia de las redes de pederastia es la alianza entre el gobernador de Puebla, Mario Marín, y el empresario Kamel Nacif, que quisieron destruir a Lydia. ¡Pero no pueden con ella! ¿Sabías que las botellas de coñac de las que hablan son muchachas?

Jesusa: “Son los ministros quienes han manchado esta institución, son ellos los que la han hecho pedazos. Cantemos ahora junto a los niños el Himno Nacional mexicano”.

¡Qué bonita Jesusa con su rebozo blanco y su voz alentadora!

“Mexicanos al grito de guerra, el acero aprestad y el bridón, y retiemble en su centro la tierra, al sonoro rugir del cañón…”

“¡Viva México! ¡Viva! ¡Viva Lydia Cacho! ¡Viva! ¡Vivan los niños y las niñas de México! ¡Vivan! Gracias, ahora vamos a ir todos al Hemiciclo a Juárez a comer.”

Jesusa y Liliana agradecen: “Los domingos la gente lleva de comer para todos. ¿Has probado el chicharrón en salsa verde de Emilia?”

 
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