Reporte Económico
Agricultura y Desarrollo (segunda y última)
A manera de grandes propuestas al reto de la agricultura en los países atrasados el World Development Report 2008 del Banco Mundial apunta:
1) Muchas naciones y millones de personas saldrían beneficiadas si los gobiernos (y los donantes) desandaran el camino recorrido durante años de desatención en materia de políticas y solucionaran el problema de inversiones insuficientes e inadecuadas en el sector.
2) Es prioritario incrementar los recursos de los hogares pobres, elevar la productividad de los pequeños agricultores (y de la agricultura en general) y crear oportunidades en la economía rural no agrícola que los pobres puedan aprovechar.
3) Para hacer realidad una agri-cultura para el desarrollo se requiere de políticas y procesos adecuados a las condiciones económicas y sociales de cada país, movilizar apoyo político y mejorar la gestión de la agricultura.
4) Para que las posibilidades se concreten hace falta la mano visible del Estado en la tarea de brindar los servicios públicos esenciales, mejorar el clima para la inversión, regular la ordenación de los recursos materiales y garantizar la obtención de los resultados sociales deseables (RE: asegurando la viabilidad económica de los pequeños y medianos productores, añadiríamos nosotros).
AGRO y TLCAN
Otro estudio del Banco Mundial titulado México 2006-2012. Creando las bases para el crecimiento equitativo, expresa sobre el tema:
“La agricultura ha sido uno de los rubros con desempeño especialmente deficiente en términos de crecimiento de la productividad. Las exportaciones agrícolas aumentaron con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), pero el déficit agrícola neto en el comercio con Estados Unidos se amplió. México enfrenta a nuevos competidores en Estados Unidos y, a la vez, sólo ha tenido una penetración limitada en nuevos mercados. Los pequeños productores fueron los menos beneficiados con el TLCAN, sin dejar de lado que el sistema mexicano de innovación agrícola estaba en crisis a mediados de los años 90 y poco preparado para su entrada al tratado.”
“No obstante los altos y consistentes subsidios en la agricultura, las drásticas reformas internas y la firma del TLCAN, el desempeño del sector agrícola se ha venido rezagando desde los años 80 en relación con el PIB del país; de hecho, las cifras registran un decrecimiento anual promedio de -0.4% del PIB agrícola por habitante entre 1984 y 2004 (Gráfico 2).
“Asímismo, el Factor Total de Productividad (FTP) agrícola (que mide básicamente el impacto de mejoras tecnológicas) aumentó en América Latina y el Caribe de 1.39% anual en el periodo 1961-1980 a 2.31% entre 1981 y 2001, mientras que en México, al contrario, disminuyó de 2.26% (1961-1980) a 1.51% en 1981-2001 (Gráfico 3).
“No obstante que las exportaciones agrícolas a Estados Unidos (86% del total) aumentaron a partir del TLCAN, su crecimiento fue fragmentado y concentrado en algunos sectores de agricultura de riego y/o comercial de hortalizas, alimentos procesados y bebidas. En términos del balance agrícola neto (exportaciones menos importaciones) el saldo es negativo para México en relación con Estados Unidos, su socio principal, ya que dicho déficit se incrementó de -211 millones de dólares en 1991/93 a -1 mil 300 millones en 2001/03.
“La innovación tecnológica para el campo entró en crisis desde mediados de los años 90 por tres razones principales: a) la ineficiencia del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y Agropecuarias; b) el desmantelamiento en 1994 del servicio nacional de extensionismo (asesoría y apoyo) agrícola, y c) la presión y el sesgo hacia la tecnología moderna que introdujo el TLCAN (RE: otros centros universitarios y mecanismos existentes parecen ser inoperantes o ajenos a los pequeños y medianos productores; varios trabajan además para las trasnacionales y son canales del saqueo genético del país). Es un hecho que las innovaciones tecnológicas en su actual distribución están acentuando la brecha entre la agricultura moderna y la tradicional en detrimento, desde luego, de los ingresos de esta última.
“Es necesario fortalecer la innovación agrícola y los sistemas de finanzas rurales, reevaluando el sistema de subsidios agrícolas. Se propone además la adopción de nuevos modelos para una mayor descentralización de los programas de desarrollo rural orientados a la producción. La descentralización efectiva, acompañada de una planeación más cuidadosa del desa-rrollo rural a nivel estatal, podría mejorar los resultados en términos del desarrollo rural.
“Ahora que con el 2008 terminan las exenciones arancelarias del TLCAN, los productores mexicanos enfrentarán una renovada competencia en productos como maíz, frijol, azúcar y leche en polvo, coincidiendo, además, según se ha planteado, con que programas transitorios de apoyo como Procampo serán discontinuados o reformados.”
En nuestra opinión, los estudios del Banco Mundial exponen para México un panorama agropecuario crudo y preocupante. Todas las naciones del mundo (o casi) cuidan, alientan y protegen su producción alimentaria, a sus agricultores, ganaderos, avicultores y pescadores. México lo hacía hasta hace cinco lustros, cuando la demencia neoliberal tomó el poder y decidió con infinita saña e insolencia que millones de pequeños productores, ejidatarios y campesinos debían ser competitivos frente a la globalización o desaparecer. Al efecto abrió fronteras, desmanteló la infraestructura de soporte al campo (comercialización, crédito, asistencia técnica, producción de semillas, fertilizantes y otros ins-umos), desapareció los precios de garantía, aceptó productos externos subsidiados, sobrevaluó el peso abaratando las importaciones, arrojó al campo a las manos de consorcios comerciales y agroindustriales voraces y sin control, e hizo, en síntesis, económicamente inviable a una gran parte del sector agropecuario del país.
Como consecuencia, somos ahora importadores netos de alimentos, y cientos de miles de habitantes rurales emigran cada año hacia ciudades ya atestadas y zonas industriales que ya no generan empleo, o bien hacia el exterior, principalmente a Estados Unidos, en cuya enorme economía ven posibilidades de sobrevivencia y progreso. Sólo que a quienes negociaron por México el TLCAN se les olvidó (o deliberadamente omitieron) estipular que a un libre flujo de mercancías y capitales debe corresponder un libre flujo de personas. No lo hicieron y ahora más de 6 millones de mexicanos sin documentos sufren en Estados Unidos un terrorismo migratorio sin precedente, y México el insulto de una frontera amurallada y militarizada.
Todo acuerdo que dinamice el comercio es en principio positivo si beneficia a ambas partes, guarda equilibrio entre dispares, aplica mecanismos compensatorios, respeta las necesidades y prioridades de cada quien, y no daña a grupos sociales o sectores económicos. Si no es así, ningún tratado puede prevalecer afectando sectores sensibles; obstaculizando el desarrollo; monopolizando, desequilibrando y desnacionalizando la economía, y causando daño profundo y permanente a grandes segmentos de la sociedad.
México está en posibilidad y derecho de negociar con Estados Unidos y Canadá, o incluso de aplicar unilateralmente medidas de contención a los excesos del libre comercio con base en cuatro argumentos centrales:
1) Evidencia de daño económi-co y social sensible en áreas agrícolas, industriales y de servicios.
2) Evidencia de comercio desleal e inequitativo en productos agrícolas básicos subsidiados.
3) El creciente rechazo y hosti-lidad hacia los trabajadores migrantes mexicanos que en acuerdos como el TLCAN tienen tanto o más derecho de libre circulación que los productos y los capitales.
4) La impostergable necesidad, dado lo anterior, de potenciar y proteger a los productores nacionales más débiles a fin de dinamizar la creación de empleos en forma masiva y dar así oportunidades de vida digna a los migrantes potenciales.
México debe recurrir en primera instancia a la argumentación y la negociación con sus socios del TLCAN a efecto de salvaguardar lo positivo y neutralizar lo negativo, pero también debe estar dispuesto en última instancia a renunciar al TLCAN y tal vez buscar otros acuerdos más modestos pero menos dañinos. El futuro del país está en un amplio comercio justo con el norte y en la integración económica con el sur.
América Latina ya entendió que neoliberalismo y desarrollo son incompatibles y casi ha logrado erradicar a los fanáticos del mercado. En México seguimos en el túnel de la inconsciencia y poco se puede avanzar cuando el mismo gobierno y una mayoría legislativa parecen estar en contra del país, su patrimonio y su pueblo.
El problema principal radica, por tanto, en que para negociar con sus socios, México debe tener antes un gobierno que esté dispuesto a hacerlo y bien, y esto hoy no existe.
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