Considera José Emilio Pacheco que en este género se da la privatización de la historia
Los plebeyos tomaron por asalto la novela, como autores y protagonistas
Reflexiona en torno al estilo histórico y las creaciones de Fernando del Paso
En estos textos vive la gente que no tiene trascendencia, es la relación de la vida privada, asegura
Ampliar la imagen José Emilio Pacheco, durante su conferencia sobre la obra de Fernando del Paso, en El Colegio Nacional Foto: Marco Peláez
“La novela ha sido, desde sus orígenes, la privatización de la historia, el género en el cual los plebeyos toman por asalto el mundo de las letras, como protagonistas y como autores”, afirmó el escritor José Emilio Pacheco en la apertura del ciclo de conferencias dedicadas a la obra Noticias del imperio, de Fernando del Paso.
Organizadas por El Colegio Nacional, las charlas, realizadas en tres sesiones, sirvieron de pretexto para que el autor de Morirás lejos expusiera sus puntos de vista en torno a la relación historia-novela, a la par de ofrecer un análisis del relato de Del Paso en torno al antes y después de la novela histórica y de los mismos Carlota y Maximiliano, protagonistas de la narración del recién galardonado con el premio de literatura de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
“La novela ya no habla de los héroes y de los reyes; al contrario, su naturaleza es lo popular. Un conflicto agudo en este momento con relación a la novela histórica es saber a quién pertenece, a la minoría selecta o se trata, realmente, del género popular por excelencia.
“Antes del fenómeno de Harry Potter, alrededor de 2004, hice tres viajes en avión a diversos lugares y me quedé asombrado al ver que en un vuelo 98 por ciento de las personas iban leyendo El código Da Vinci. Por eso hay que retener este concepto de novela como arte plebeyo en contra de la misma historia, que antes sólo hablaba de los reyes, de sus batallas, sus conquistas.”
Pacheco explicó que en los albores de la literatura no podía existir la tragedia si no se refería a personajes muy altos; “las clases populares aparecen en el teatro y la novela siempre como bufones, para reírse de ellos. Una reminiscencia de ello queda en el término ‘villano’, que quiere decir, en realidad, alguien que proviene de una villa o una aldea.
“¿Qué es entonces la novela? La historia de la vida privada, de la gente que no tiene historia, habla de un aquí y un ahora que se convierten en allá y entonces, respectivamente, porque sólo es narrable lo que está lejos, lo que ya ha pasado. En este sentido, todas las novelas son históricas, porque hablan de una época que no conoció la generación que la lee. Con ese criterio, todas las novelas de los años 70 son ya históricas. Tan novela histórica es José Trigo de Del Paso, como De perfil de José Agustín o Gazapo de Gustavo Sainz.
“Cada época ha tenido necesidad de forjarse su propio concepto de la novela histórica. La nuestra es particularmente rica en discusiones teóricas. La novela histórica nació de la nueva idea de la historia forjada por la Revolución Francesa, del individualismo romántico. Por eso, por vez primera, en el siglo XIX la noción de público es clave para el novelista, porque se trata de un género nacido de la democracia. La novela rompe con la división renacentista entre el discreto lector, entendido esto como inteligente y sensible, al que sólo se opone el infame vulgo. La novela histórica, sobre todo, mantuvo y ahondó la voluntad de enseñar mediante el entretenimiento.
“¿Pero cómo hace accesible las lecciones de historia? Por medio del suspenso, la truculencia, el melodrama, el sentimentalismo. Si no se ponía una anécdota de amor desdichado, la novela sobre la invasión francesa no iba a ser accesible para todos, seguiría siendo privilegio de unos cuantos.
“Pero debido al uso y abuso de esos términos, se han vuelto peyorativos. Pero en un principio no lo fueron, el sentimentalismo quiso decir renuncia a la arrogancia intelectual, preocupación por los demás, piedad ante el sufrimiento ajeno y deseo de remediarlo. Así es como van cambiando de sentido las palabras”, concluyó el escritor.