Afectará a esas naciones producción de biocombustibles
ONG: inaceptable, hacer pagar a países pobres el cambio climático
Ampliar la imagen Con la producción de biocombustibles, Estados Unidos quizá sólo busca dar apoyo a sus agricultores, plantea integrante de Oxfam Internacional. En imagen de archivo, entrega de combustible obtenido de aceite de soya y otras grasas, en Massachusetts Foto: Reuters
La materia prima para la producción de biocombustibles en países desarrollados provendrá de naciones pobres, las cuales pagarán el costo de la reducción de emisiones si no existen modelos de protección ambiental, de tenencia de la tierra y derechos laborales, lo cual es inaceptable, sostuvo Robert Bailey, de Oxfam Internacional, organización no gubernamental que lucha contra el hambre.
Bailey, líder del tema de biocombustibles, añadió que en la medida en que el cambio climático es un problema creado por el mundo avanzado, los pobres no tienen que seguir pagando su costo, ya que además serán los más afectados con el calentamiento global.
En estados en desarrollo donde el maíz es un alimento básico, como México, cualquier programa de biocombustibles debe integrar un plan de seguridad alimentaria nacional, indicó.
Una estrategia prudente, abundó, sería cubrir primero las necesidades de alimentación humana y sólo elaborar etanol con el grano excedente.
En entrevista, explicó que la reducción de carbono en la atmósfera con el uso de los biocombustibles en el transporte no es importante, sino que hay otros intereses.
Detalló que, por un lado, Estados Unidos dice que la producción de etanol a partir de maíz tiene que ver con la seguridad energética, pero los subsidios que pagan a los granjeros son millonarios. “Quizá de lo que se trata es de apoyar a su agricultura”, planteó.
A su vez, la Unión Europea se justifica con el argumento de reducir emisiones, “pero cuando examinamos esto más de cerca, no tiene mucho sentido, porque su meta de 10 por ciento no hace nada por aminorar la demanda para los combustibles de transporte, y hablamos de ese porcentaje para 2020”.
Aseveró que también naciones en desarrollo buscan generar biocombustibles, “lo que significa que habrá mucha presión sobre la tierra cultivable existente en el mundo”.
Estimó que el uso de grandes extensiones de tierra para cultivar maíz para etanol es una estrategia riesgosa, ya que, de acuerdo con analistas, en 2050 la demanda de comida se habrá duplicado, debido al crecimiento de la población en los países con menor seguridad alimentaria.
A eso se suma el cambio climático, que “va a incrementar la frecuencia y la severidad de las catástrofes ambientales, lo cual también llevará a un deterioro de los rendimientos agrícolas en los países pobres y al incremento en la escasez del agua”.
En países donde el maíz es importante hay “resistencia de la sociedad civil para su uso como combustible”. Así, “el gobierno chino impuso el año pasado límites a la proporción de la cosecha de maíz que puede usarse para etanol, y en Sudáfrica, donde se está estableciendo una política sobre el tema, hay mucha resistencia”.
Además, obtener etanol de maíz “no es muy eficiente”. Detalló que en Estados Unidos se utiliza carbón en el proceso de producción, y las emisiones de bióxido de carbono cancelan cualquier ahorro de emisiones; en el caso de la caña de azúcar brasileña, se utilizan productos derivados de ésta para el proceso de destilación, lo cual ahorra más emisiones.
También es necesario tomar en cuenta el impacto que la producción de los biocombustibles tiene en el medio ambiente “si lleva a la deforestación y a la eliminación de pastizales”.
Consideró que además se abre la puerta al cultivo de organismos genéticamente modificados.
Añadió que las industrias de biotecnología investigan las cepas de maíz que permitan convertir el almidón en azúcar; “esto es resultado de incentivos perversos, ya que el maíz tiene altos subsidios en Estados Unidos; entonces, es el mercado más atractivo para este tipo de empresas”.
En tanto, para biodiesel el mercado es más pequeño y el más eficiente es el aceite de palma, por lo cual se observa una expansión masiva del cultivo de esta planta en Indonesia, Malasia y Colombia.
Este caso, puntualizó, está relacionado con la deforestación, ya que esas plantaciones se “comen” la selva. Tan sólo en Indonesia y Malasia se estima que se perderá 98 por ciento de la vegetación de selva en los próximos años.