La segunda mitad del siglo XX no se entendería sin el compositor alemán y John Cage
Murió Karlheinz Stockhausen, revolucionario de la música
Pocos autores como él pueden colocarse en la línea directa de la continuidad del arte sonoro
Incontables son las hazañas históricas del creador de obras como Mantra y Gruppen
Uno de sus últimos actos públicos fue cuando presentó, en Berlín, su Cuarteto de cuerdas con helicópteros
Ampliar la imagen El compositor, humanista, director de orquesta y científico alemán Karlheinz Stockhausen en 1971, captado por el mismo fotógrafo que por esas fechas capturó en imágenes el arte del mexicano Eduardo Mata. Esta foto viene incluida en el cuadernillo del disco Deutsche Grammophon que incluye obras de György Kurtag y la emblemática Gruppen, para tres orquestas, de Stochkausen, dirigida por Claudio Abbado al frente de la Filarmónica de Berlín Foto: Clive Barda
El compositor alemán Karlheinz Stockhausen falleció el pasado miércoles a los 79 años en la ciudad de Kuerten, pero la noticia fue difundida hasta este viernes por la Fundación Stockhausen en Berlín.
La segunda mitad del siglo XX no se entendería sin Stockhausen ni John Cage, quienes establecieron paradigmas, marcaron improntas, formularon teorías y renovaron el pensamiento sonoro del mundo occidental gracias, entre otras virtudes, a su mirada hacia la cultura milenaria de Oriente, las ciencias exactas, el azar, la naturaleza y sobre todo considerar la música como una forma de conocimiento.
Su desaparición física, así como lo hizo cada cambio de década, marca al mismo tiempo un nuevo giro en la lógica musical del mundo. De su generación, constituida por gigantes, sólo sobrevive el octagenario francés Pierre Boulez.
Esa línea de continuidad hoy se encuentra en un momento límbico, una transición que aparenta vacío por ausencia de figuras de la resonancia de Stockhausen, y cuyos lugares son ocupados por autores en su mayoría eclécticos. La gran excepción es sin duda el estoniano Arvo Pärt, dueño de una originalidad que se remonta a la rusia bizantina, rebota en la Segunda Escuela de Viena y establece su reinado en un territorio dominado por lo sublime.
Círculos en ascenso
Karlheinz Stockhausen atravesó distintos círculos en ascenso. En cada etapa evidencia logros espectaculares, peculiaridades técnicas de asombrosa lógica y eficacia singular.
La comprensión cabal de su obra parece pertenecer a una minoría, pero significa la cantidad suficiente para la trascendencia, pues tal conocimiento estriba en los compositores fundamentalmente, en intérpretes especializados, verdaderos apasionados y comprometidos con el avance de la música.
Donde la falta de comprensión y la ignorancia surte efectos nocivos es en los medios de comunicación, pues por ejemplo al difundir hoy la noticia de su muerte y mientras en vida lo ignoraron por completo, la prensa del corazón (eufemismo del periodismo reducido a negocio vil) se afana en buscar las frases hechas, los motes, los apodos, los lugares comunes y los compartimentos estancos que nunca encontrarán en una persona libre como lo fue el maestro alemán.
El efecto nocivo de tal ignorancia, empero, se planta en tratar de ubicarlo como el que hizo una declaración “desafortunada”, que en realidad se trató de una de esas frases que los supuestos periodistas sacan de contexto porque no entienden el discurso general.
La tal supuesta declaración tiene que ver con los supuestos atentados en las Torres Gemelas, a los que los “periodistas” citan así: “el maestro Stockhausen dijo que ese atentado fue una obra maestra”. Nada en la realidad concuerda. Pocos han entendido a Stockhausen y he allí una nueva prueba.
Poderío creativo
Lo que sí concuerda es el poderío creativo de Karlheinz Stockhausen. Pocos autores como él pueden colocarse en la línea directa de la continuidad en la historia de la música. Si uno dice barroco dice Bach, si dice clásico dice Mozart, si dice sinfónico dice Mahler, si dice primera mitad del siglo XX dice Schoenberg, si dice segunda mitad del XX dice Cage y Stockhausen.
Cuando fallece un gigante el planeta se consterna. Todos dicen: “¡era tan bueno!” Luego de condolerse surge la palabra homenaje. En el caso de un músico no hay mejor homenaje que escuchar su música. No sólo poner a sonar los discos, sino programar las salas de concierto.
Ahí está Mantra, para los pianistas. Ahí está Gruppen, escrita para tres orquestas. ¿Una idea genial para contrarrestar el populismo que priva en los conciertos en el Zócalo? Traer al Cuarteto Arditti, que tiene una relación cordial con México desde siempre, contratar a los productores adecuados, y poner a volar a los integrantes del cuarteto en cuatro helicópteros, mientras ejecutan sus instrumentos, que suenan desde el cielo a través de potentísimos altavoces, como lo hicieron en Berlín, con el maestro Stockhausen en tierra monitoreando los aparatos electrónicos, con una de sus obras maestras, el Cuarteto de cuerdas con helicópteros, que fue uno de los últimos actos públicos del gigante y una de sus hazañas históricas, que son incontables.
Ha muerto un revolucionario. Por lo tanto, su trabajo sobrevive.