Usted está aquí: sábado 1 de diciembre de 2007 Opinión Lo intercontemporáneo

Juan Arturo Brennan

Lo intercontemporáneo

Después de la riqueza enorme de los recientes conciertos de música antigua ofrecidos por el New London Consort, La Petite Bande y la Orquesta Barroca de Friburgo, el péndulo osciló hasta el otro extremo, y esta sufrida ciudad recibió la visita del Ensemble Intercontemporain, el grupo preeminente de música nueva de nuestro tiempo, fundado y guiado por Pierre Boulez. El grupo (al que sería poco exacto llamar “francés”, dada su conformación multinacional) ofreció dos conciertos, uno en Bellas Artes y otro en la Sala Nezahualcóyotl, y ambos resultaron de altísimo nivel, tanto en el repertorio presentado como en la calidad y seriedad de las ejecuciones.

Antes de hacer la compacta crónica de estos dos estupendos conciertos, es preciso mencionar un dato de capital importancia: para estas dos presentaciones en la capital del país, el Ensemble Intercontemporain invitó a formar parte de su dotación al violista Omar Hernández-Hidalgo, hecho que da cuenta de la calidad y el prestigio de este intérprete mexicano de primer nivel. Los conciertos fueron dirigidos de manera excelente por la finlandesa Susanna Mälkki.

Como un justo homenaje a su guía espiritual, el grupo inició ambos programas con Dérive 1, de Boulez, presentando con gran claridad la inteligente articulación de las líneas divergentes propuestas por el compositor mediante un pequeño ensamble mixto que, además, permite un transparente tejido de timbres. Después, otra buena noticia para nuestra música: la ejecución de Procesión para la breve sombra de un solsticio, del mexicano Alejandro Romero. Proponiendo desde finas hebras sonoras hasta complejas densidades, Romero transita por una sólida dramaturgia, un flujo lógico y orgánico, y una muy bien lograda continuidad de ideas sonoras.

Después, el siempre sorprendente Concierto para piano de György Ligeti, ejecutado de modo flamígero por Hideki Nagano como solista. La fusión del pianista con el ensamble fue clara y precisa en todo momento, y resultó especialmente interesante percibir la presencia de Bela Bartók en la pieza de Ligeti. Fascinante, asimismo, la precisión de Susanna Mälkki para marcar las complejas subdivisiones (casi microrrítmicas) de esta alucinante partitura.

Para concluir el primer concierto, una gran obra de Ivan Fedele, para cuatro grupos instrumentales, titulada Ali di cantor. Esta sorprendente obra está articulada mediante una compleja espacialización del ensamble, que es la que guía el desarrollo de la estructura total. La dotación es muy diversificada, y Fedele la trata de un modo a veces puntillista que produce soberbias melodías de colores instrumentales. Muy bien realizada, asimismo, la presencia discreta pero efectiva de un teclado electrónico, en una obra que por momentos permite escuchar sombras de Atmósferas, de Ligeti.

Ali di cantor es una obra de alto grado de concentración, con episodios auténticamente hipnóticos, y recibió una interpretación portentosa a cargo del Intercontemporain y Mälkki.

En el segundo concierto, el grupo abordó Eclipse, de Yan Maresz, partitura tejida a base de resonancias, coincidencias y prolongaciones sonoras, más tarde atomizadas hasta volverse iridiscentes, todo ello anclado en una potente ejecución solista de Jérôme Comte en el clarinete. En Serendib, de Tristan Murail, fue posible apreciar un nuevo y complejo enfoque de la Klangfarbenmelodie, la melodía de timbres, mediante sonoridades fantásticas enlazadas con gran rigor e inteligencia. Una obra verdaderamente formidable, no sólo en su estructura y desarrollo, sino de manera primordial, en su resultado sonoro.

Para concluir, el Ensemble Intercontemporain interpretó otra gran partitura, Las siete iglesias, de Bruno Mantovani. La pieza tiene uno de sus principales hilos conductores en la creación de complejos efectos antifonales (como corresponde a las fuentes de inspiración del compositor), y un efectivo desarrollo en el que se perciben diversas manifestaciones de un estructuralismo complejo pero nunca confuso. De nuevo, una obra construida a partir de líneas instrumentales altamente diversificadas, que comparte con la de Ivan Fedele una paleta colorística de grandes alcances.

Lo visto y escuchado en este par de conciertos confirmó, más allá de cualquier duda, el sitio cimero que ocupa el Ensemble Intercontemporain en el campo de la música nueva, y permitió descubrir en la finlandesa Susanna Mälkki a un intelecto musical de primer orden, directora con un control férreo de sus músicos y de su materia sonora, y poseedora de un par de manos magistrales con las que exige y produce construcciones musicales de enorme solidez.

 
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