Desde 2002 buscaban acuerdo para lanzar el proyecto que sustituirá al sistema GPS de EU
Supera diferencias la UE: por fin, Galileo se pondrá en marcha
Aceptan que España cuente con un centro de seguimiento de satélites, después de los conseguidos por Alemania e Italia
Aún hay reticencia de algunos estados miembros por los elevados costos
Se espera que esté listo para 2010, aunque los expertos dudan que los plazos se cumplan
Ampliar la imagen En 2002, la ESA anunció Galileo como el “proyecto tecnológico europeo más ambicioso de todos los tiempos”. Arriba, proyección artística que muestra la trayectoria de los satélites del sistema Foto: Ap
Bruselas, 30 de noviembre. “E pur si muove”. Si el astrónomo italiano Galileo Galilei –en cuyo nombre se inspira el ambicioso proyecto europeo de navegación y localización por satélite aprobado hoy– pudiera renacer, tal vez se sorprendería de ver que más de cinco siglos después, los europeos se ponen –por fin– de acuerdo en el lanzamiento de este proyecto emblemático, una vez vencidas las reticencias finales de España.
Gracias a las presiones ejercidas por Madrid, que hasta ayer por la noche se opuso al acuerdo final, esta tarde llegó la fumata blanca, una vez que el Consejo de Transportes de la Unión Europea (UE) aceptó que España pueda contar, en 2013, –si demuestra estar preparada técnicamente y si Madrid lo financia– con un tercer centro de seguimiento de satélites para Galileo, después de los concedidos a Alemania e Italia, y al mismo nivel que esos dos.
“Es un texto aceptable; no nos entusiasma, pero es razonable para España”, afirmó esta tarde el secretario de Transportes, Fernando Palao, quien explicó que lo más duro fue vencer las resistencias de Alemania, con una poderosa industria aeroespacial, e Italia, celosa de que España cuente con otro de esos centros de seguimiento.
A pesar de la alegría matizada, lo cierto es que este proyecto estrella de la UE, destinado a convertirse en el gran rival tecnológico del sistema de posicionamiento por satélite GPS estadunidense lleva un retraso excesivo.
El planeta azul se sigue moviendo en torno al astro rey –como decía Galileo–, pero lo que no se desplaza es el proyecto, el cual nació hace cinco años con bombo y platillo para competir comercialmente con el GPS estadunidense (el más extendido), pero que se ha topado con grandes “asteroides” en el camino.
Persisten aún reticencias de algunos estados miembros de la UE ante los costos, que han ido creciendo de manera desbocada sobre un presupuesto inicial fijado en 3 mil 400 millones de euros (5 mil millones de dólares), el cual se financiará –en gran parte– con el dinero no usado de las asignaciones agrícolas del bloque.
Penoso comienzo
De la “constelación” de casi 30 satélites que deberían estar arañando las órbitas terrestres, apenas uno de ellos –el ingenio de prueba Giove-A– está en los cielos, tras su lanzamiento en diciembre de 2005. Hoy por hoy la fecha cuando se pondrán en órbita el resto de ingenios espaciales es una incógnita: el lanzamiento del segundo satélite de prueba está previsto –en principio– para 2008. Aunque el sistema debería estar listo para 2010, los responsables ya han arrojado la toalla sobre la fecha.
Penoso comienzo para un desafío lanzado en 2002 como “el proyecto tecnológico europeo más ambicioso de todos los tiempos”.
Las preguntas que se hacen quienes hasta ahora pagan por Galileo (construcción de los satélites y su lanzamiento) –los Estados de la UE y la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés)– giran en torno a si el proyecto podrá estar listo en un plazo razonable.
Y es que sobre Galileo planean muchas sombras que se refieren a su creciente “deriva comercial”. Las preguntas son del todo pertinentes, porque en torno a Galileo giran más variables que el dinero. “Es evidente que se trata de un proyecto –sobre todo– con una fuerte impronta política”, confiesa un funcionario cercano a las negociaciones.
Se trata –explica la misma fuente, que pide el anonimato– de “una cuestión de orgullo nacional-europeo para Francia”, que no desea seguir dependiendo del sistema GPS estadunidense, en manos del Pentágono.
Los temores de gran parte de los socios comunitarios también son compartidos con Francia: ¿qué pasaría si el Pentágono decidiera –en caso de crisis– cerrar la señal de acceso al sistema o bloquearlo por completo para evitar que –por ejemplo– un grupo terrorista se sirviera del GPS? Es comprensible el temor, pero, ¿por qué el resto del mundo habría de sufrir las consecuencias del apagón del GPS estadunidense?, es la pregunta que se hacen en muchos gobiernos comunitarios.
Los satélites del sistema enviarán cinco señales, una de ellas será gratuita para los usuarios, al igual que el sistema GPS. El resto de señales –que pueden determinar la posición de objetos con una diferencia de apenas centímetros– serán de pago. Además, estará disponible una frecuencia para uso exclusivo de los servicios de rescate y emergencia, así como una señal codificada para uso de los gobiernos. Todo suena muy bonito, pero de momento sólo son ideas intangibles.