El góber y el rey de la mezclilla: aquella plática
La víspera de la Navidad de 2005, el gobernador de Puebla, Mario Marín, recibió una llamada telefónica del industrial Kamel Nacif, el llamado rey de la mezclilla, quien había demandado por difamación a la autora de Los demonios del Edén, un libro con formato de gran reportaje que revelaba la protección que recibían de políticos y empresarios el presunto pederasta Jean Succar Kuri y una red de pornografía y prostitución infantiles.
Seis semanas después, La Jornada recibió de manera anónima grabaciones que contenían esa y otras llamadas telefónicas de Kamel Nacif relacionadas con la detención ilegal de Lydia Cacho. Este es un fragmento:
MM: Quiúbole, Kamel.
KN: Mi góber precioso.
MM: Mi héroe, chingao.
KN: No, tú eres el héroe de esta película, papá.
MM: Pues ya ayer le acabé de darle un pinche coscorrón a esta vieja cabrona. Le dije que aquí en Puebla se respeta la ley y no hay impunidad, y quien comete un delito se llama delincuente. Y que no se quiera hacer la víctima y no quiera estar aprovechando para hacerse publicidad. Ya le mandé un mensaje a ver cómo nos contesta. Pero es que nos ha estado jode y jode, así que se lleve su coscorrón y que aprendan otros y otras.
KN: Ya sé, y es que estos cabrones siguen sacando mamadas y mamadas. Pero yo hice una declaración. Fui a la televisión.
MM: Ah, qué bueno. ¿Allá en México o acá en Puebla?
KN: Aquí, pero dijeron que la iban a mandar allá. Salió aquí. Y yo en el Milenio le dije, si lo quieres leer, le dije, pus al señor gobernador no le tembló la mano.
MM: Ni nos tiembla ni nos temblará.
KN: Pinche bola de ratas. ¿Qué han hecho? Qué asquerosidad es esto, ¿eh?
MM: No, se sienten Dios en el poder.
KN: Así es. Yo te hablé para darte las gracias. Sé que te metí en un problema, pero...
MM: No’mbre, a mí me gustan esos temas. Coincido contigo en que, jijos de la chingada, en esos temas... digo... no somos santos, desde luego, pero si alguien tiene pruebas que las presente. Y si no que se calle la boca.
KN: Oye, pero en algo tan vergonzoso, mi distinguido. Porque es vergonzoso.
MM: Así es.
KN: Y yo para darte las gracias te tengo aquí una botella bellísima de un coñac que no sé adónde te la mando.
MM: Pues a Casa Puebla.
KN: Yo te la quería dar personalmente, pero estás todo ocupado.
MM: Mándamela a Casa Aguayo, para echármela.
KN: ¿Te la vas a echar? Pues entonces te voy a mandar dos, no una.