Economía Moral
Fraude: México 2006
Pacifismo, hilo conductor de la nueva película de Luis Mandoki
Ampliar la imagen El director Luis Mandoki en una sala de cine de la capital Foto: Francisco Olvera
Continuación lógica y síntesis de los cuatro DVD titulados ¿Quién es el señor López?, Fraude: México 2006 se diferencia de los anteriores porque se exhibe en cines, en muchos cines, lo que constituye un triunfo enorme de Luis Mandoki y de Federico Arreola (el productor), aunque según parece el periodo y amplitud de exhibición serán recortados por razones políticas. La ventaja del cine es que la pantalla grande y el altísimo volumen del sonido hacen que, por decirlo de alguna manera, las imágenes y las ideas entren directo a la sangre. La desventaja, el carácter socialmente excluyente por el altísimo costo de un boleto: 50 pesos, igual al salario mínimo diario en el Distrito Federal. Los más pobres, que constituyen el grueso de los más de 15 millones de votos que AMLO obtuvo, no la verán en salas.
De todas maneras, el impacto es miles de veces mayor al que tendrán el libro de Pedro Martínez (Las huellas del fraude) y el número 24 de Desacatos (México 2006: elecciones y polarización política), que analicé en entregas previas de Economía Moral, que aspiran a vender, cuando mucho, mil ejemplares. Será incluso mayor que el del libro de AMLO (La mafia nos robó la Presidencia) con sus varios miles de ejemplares vendidos. Con la versión en DVD de Fraude se podrá llegar, si el precio es suficientemente bajo, a un público todavía más amplio.
Una entrevista a AMLO le da sentido narrativo de continuidad al filme. Comienza con imágenes del fraude electoral de 1988, cuando Salinas de Gortari se autoimpuso como presidente, y del bombardeo del Palacio de la Moneda en Chile (1973), parte del golpe de estado que puso fin al gobierno electo democráticamente de Salvador Allende. Estas imágenes se enmarcan con la observación de AMLO respecto a que la derecha está dispuesta a todo (literalmente a todo, dicen las imágenes) para defender sus privilegios. AMLO destaca el pacifismo de Allende, que contrasta radicalmente con la violencia brutal de la derecha chilena, y dice que es él el personaje que más admira (y más le conmueve), lo que sorprende a quienes pensábamos que era Benito Juárez.
Esta admiración cobra enorme sentido cuando el pacifismo se convierte en el hilo conductor de Fraude. AMLO explica que el plantón resultó necesario, a pesar de las enormes molestias, críticas (y desafiliaciones, habría que agregar) que generó, porque se necesitaba una medida radical, pero pacífica, que encauzara la enorme ira acumulada en la gente, evitando que ésta se fuera por la vía violenta (como ocurrió, habría que agregar, después del 68, que se formaron decenas de grupos guerrilleros urbanos y rurales). La credibilidad de este argumento se refuerza mucho cuando AMLO muestra los resultados de una encuesta nacional posterior a las elecciones y al fraude, en la cual 13 por ciento de los mexicanos adultos (casi 10 millones) declaran que están dispuestos a optar por la vía armada. En agudo contraste, AMLO antepone el plantón, donde, como ha dicho muchas veces, no se rompió un solo vidrio, y lo que está haciendo en 2007: sus giras por todos los municipios del país que él concibe como una revolución en las conciencias: como una revolución pacífica.
AMLO confiesa en Fraude que cometió el error de no cuidar el voto; que por dedicarse tanto a promoverlo, olvidó cuidarlo. No le había oído tal confesión y me parece muy importante que reconozca sus errores. Ojalá más rápido la próxima vez.
El filme reaviva la ira que AMLO busca encauzar, pues hace desfilar ante nuestros ojos todo lo que la derecha (y su séquito de peleles que la acompaña a cambio de limosnas, algunas muy generosas, sobre todo en los medios electrónicos) hizo para evitar que se cumpliera la voluntad popular que quería que AMLO fuese no sólo el “presidente legítimo”, sino también el legal: desde los videos en la tv mostrando corrupción de personajes cercanos a AMLO (ya confirmamos que sí fue complot gracias al libro de Castañeda y Aguilar), su desafuero, la guerra sucia, incluyendo los terribles espots en los cuales la gente lo pierde todo y se derrumban sus casas, Hildebrando (el cuñado útil) y su posesión del padrón electoral (muy útil para rasurarlo porque, entre otras cosas, incluye la preferencia electoral de muchos ciudadanos), hasta las miles de trampas en el llenado de actas, en el PREP (aparecen dos del grupo de los “matemáticos” mostrando lo imposible de las secuencias de la información de éste), en los conteos distritales, en la apertura subrepticia de paquetes y sobres electorales en los locales distritales, y en el dictamen final del TEPJF avalando la elección. Vemos el desfile de caras de los del IFE, del TEPJF, de panistas, de Fox, de Calderón: todas muestran cinismo, pero en algunas asoma la vergüenza.
Algunas de los mejores escenas de la película están basadas en filmaciones de militantes durante los conteos distritales: hacen patente el complot por parte de los representantes del PAN y del PRI, así como de los consejeros distritales del IFE, para no abrir paquetes electorales con graves inconsistencias (donde sobran o faltan centenares de boletas). También muestran una evidencia abrumadora: al abrir los paquetes para el recuento parcial ordenado por el TEPJF se aprecian paquetes de supuestos votos sin doblez alguno ¡a pesar de que no se pueden introducir boletas a las urnas sin doblar! Ambos grupos de imágenes son de las que abren los ojos incluso de los que no quieren ver, de las que llenan de ira los corazones de los más contenidos.
Fraude contribuye de manera muy importante a afianzar la percepción de que la guerra sucia no les alcanzó para ganar y tuvieron que acudir a la alquimia electoral en varios niveles. Que no sólo fue una elección cochina, sino fraudulenta. Que AMLO ganó las elecciones. Que el apoyo popular que ha tenido y sigue teniendo es gigantesco y muy entusiasta.