Basada en el caso real donde a una mujer le colocaron un collar de explosivos
Compite PVC-1, rodada en una sola toma, en el festival de cine de Salónica
La gente en ese país lee el periódico sólo para ver cuántos murieron, opina el productor del filme
Presentan el documental Joy Division con el cine-teatro Pavlos Zannas abarrotado
Ampliar la imagen Fotograma de la cinta PVC-1, que compite en el Festival Internacional de Cine de Salónica
Salónica, 23 de noviembre. Hace siete años, una noticia conmovió en una provincia de Colombia: la muerte de una mujer a quien unos secuestradores le colocaron un collar de PVC, cuyo interior tenía explosivos.
Esa nota y la necesidad de crear su opera prima de largometraje hicieron a Spiros crear PVC-1 –presentado ayer en la sección en competencia del 48 Festival Internacional de Cine de Salónica–, cinta de 81 minutos, rodada en una sola toma, que narra la verdadera historia de una familia rural de ese país, víctima de la violencia. A la mujer se le colocaría un dispositivo bomba en el caso de que no pagara una cantidad de dinero, aunque la familia no tiene recursos.
Drama a contrarreloj
“Cuando Spiros vio la foto de esa mujer quedó impresionado por todo su drama. Como sabía que se trataba de tiempo, el que los secuestradores le habían dado para juntar el monto, un tiempo real, dijo quererla hacer así, porque el tiempo fue factor en la vida de esta mujer”, asegura el productor de la cinta, el griego avecindado en Colombia, Vasilis Stathoulopoulos, hermano del director y productor del filme, el cual también se presentó en la pasada Quincena de realizadores del Festival de Cannes.
La cinta se filmó en Colombia con actores de teatro. Fue como ensayar una obra. El cuarto intento fue el que finalmente se quedó. “Tuvimos la suerte de que en el pueblo donde se rodó había un profesor de teatro y niños entrenándose, quienes fueron los que al final actuaron”, comenta el productor.
Sobre el tema de la violencia en Colombia, donde se enmarca esta historia, dice: “Sabemos de la violencia en ese país, pero también en otras partes del mundo. Es un virus que se propaga de manera alarmante. La gente en Colombia ve la violencia como si fuera parte de su vida. Leen el periódico para ver cuántos se murieron. El gobierno habla de estadísticas, de números, pero no habla de las personas, del dolor que está dentro de las familias. La violencia ataca a las clases menos protegidas, los campesinos por ejemplo, quienes viven a merced de los paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes, malhechores, mientras los que tienen dinero viven en edificios de 20 pisos con seguridad en los alrededores.
“Me gusta ver la película porque es como mi nieta. Me conmueve mucho la historia de esta mujer. Y cómo trata de liberarse de ese yugo espiritual”, comenta Vasilis.
Joy Division
En 1976, cuatro jóvenes provenientes de una de las ciudades más industrializadas de Inglaterra, más sucias y de mayor probreza en el país, Manchester, irrumpieron en la escena musical europea, para fijar en el tiempo, en la historia de la música, un nuevo género, el pos-punk. Con sólo dos álbumes, Joy Division ha influido como pocos en bandas de los años 80 y 90. Bueno, hasta los dos miles.
Ayer, en el cine-teatro Pavlos Zannas, de esta ciudad, se presentó el documental del inglés Grant Gee, Joy Division, en el que mediante entrevistas a tres miembros de la banda –el cuarto, Ian Curtis, se suicidó en el 1980– y a periodistas, testigos del naciente fenómeno que fue este grupo. Videos para televisión, grabaciones radiofónicas, completan esta historia, que hizo mover el pie a más de uno en las butacas, por cierto, insuficientes para la función. Gente parada disfrutó de la película de una hora y media. “Pensé que vendrían unas 20 personas. Es increíble que 30 años después los jóvenes sigan gustando de este fenómeno musical”, dijo Grant Gee, nacido en Plymouth, y quien también ha hecho otros documentales sobre Radiohead y Gorrillaz.