Mañana se presentará por segunda ocasión en el Ruta 61
Canned Heat retrotrae a los capitalinos a su era setentera
La mítica banda participa en la preparación de ocho conciertos para celebrar 40 años de Woodstock, adelantó su representante
Ampliar la imagen Canned Heat, integrada por Robert Lucas, Greg Kage, Fito de la Parra y Barry Levenson, en pleno performance Foto: Carlos Ramos Mamahua
La del pasado jueves fue –y la de mañana domingo será otra vez– noche de gala en Ruta 61, el Hootchie Coochie Bar de la colonia Condesa, que esta vez ha traído desde Los Angeles, California, a una de las bandas de blues que estamparon bien honda su huella en el movimiento contracultural de los años 70: Canned Heat, ahora bajo la dirección del baterista mexicano Fito de la Parra.
Un público desbordante de expectativas atiborró antenoche el local de Eduardo Serrano en avenida Baja California, casi esquina con Nuevo León, para presenciar el retorno de los creadores de Boogie Refrito (“nuestro tributo a Johnny Lee Hooker”, dijo De la Parra) y de Going Up The Country, la pieza que pasó a la historia como emblema del festival de Woodstock (Nueva York) en 1969.
Poco antes de las 11 de la noche, cuando el recital estaba a punto de comenzar, llegó nada menos que Javier Bátiz, el hombre que le enseñó a tocar la guitarra a Carlos Santana, y los aplausos acabaron de predisponer el ambiente para un rencuentro memorable.
Formada actualmente por el bajista Greg Kage, el guitarrista Barry Levenson y el requinto y vocalista Robert Lucas (a quien Fito de la Parra llamó “la rencarnación de Mike Bloomfield”), el nuevo Canned Heat abrió con un tema de Tom Waits, Cuando se nos acabó el dinero, y siguió con el clásico So Sad! (¡Qué triste!).
Había niñas bonitas por todos los ámbitos de la sala y vetustos roqueros de cabeza ya blanca por “las nieves del tiempo”, que no podían dejar de recordar aquella época en que el programa Vi-bra-cio-nes, de Radio Capital, congregaba a las 10 de la noche, de lunes a viernes, a todos los fumadores de mariguana del Distrito Federal, y que se clavaban en la textura del sonido escuchando a grupos de culto como Canned Heat.
Por eso, cuando Robert Lucas, rasgueando una guitarra cuadriculada con cientos de arañazos de gato, empezó a cantar Going Up The Country, rola unida para siempre en la memoria a Woodstock, la nostalgia levantó de su asiento a Javier Bátiz, quien sigue usando la misma greña “afro”, como se decía entonces, y subió al escenario para demostrar que se mantiene como un formidable ejecutante de la lira.
Fito de la Parra, quien se formó en Mixcoac, y a finales de los años 60 se fue a San Francisco para integrarse a la banda en sustitución de Frank Cook, es ahora el líder del grupo fundado en 1966 por Alan Búho Ciego Wilson, Henry Girasol Vestine –ex miembro del conjunto de Frank Zappa, The Mothers of The Invention (las Madres de la Invención)–, y Larry Taylor, ex bajista de The Monkees.
Skip Taylor, representante de Canned Heat desde siempre, recuerda que la última vez que vinieron a México fue en 1970, “para la boda del hijo de (Gustavo) Díaz Ordaz” –acontecimiento que inspiró una de las más oídas composiciones de Alex Lora, aquella en que se queja de que, ante la censura y la represión de entonces, “aquí (en México) ya sólo va a poder tocar el hijo de Díaz Ordaz”–, pero anunció que están participando en la organización de ocho conciertos, en el mismo número de grandes ciudades del orbe, para conmemorar los 40 años de Woodstock.
–¿Una de esas ocho ciudades será el Distrito Federal?
–No creemos que aquí haya tanta gente para un concierto de ese tipo.
Con todo y su desconocimiento del país que colinda al sur con el suyo, Canned Heat es una de las cimas más altas del blues moderno, que no contemporáneo, y con más de 40 discos grabados y una larga leyenda a cuestas; anoche tocó en la sala Ollin Yoliztli alternando con La Vieja Estación, la mejor banda argentina de blues que hay en México, en compañía de la cual hoy compartirá el escenario del Ruta 61, y esta es la última llamada para oírlos, porque Canned Heat, muy probablemente, no regresará nunca.