La vorágine de los libros
En México, mercado muy caótico: Adriana Hidalgo
Sello argentino publica libros sin caducidad y lejos del marketing
Las multinacionales no consideran al lector, dice la editora
Los libros de Adriana Hidalgo editora (AH), uno de los sellos de mayor prestigio en Argentina, no tienen fecha de caducidad. Sus casi 180 títulos, de un catálogo conformado en el transcurso de nueve años, “están vivos”, disponibles, no siguen modas o estrategias de marketing, sólo el requisito único de estar bien escritos, “ser relevantes en términos literarios, estéticos y de circulación de ideas”.
En entrevista con La Jornada, la directora de esa casa independiente, Adriana Hidalgo Solá, explica que las multinacionales del libro “no llevan el pulso de lo que el público de cada país requiere; sus decisiones se toman internacionalmente, hay una meta de ventas: una obra debe vender por lo menos 3 mil o 5 mil ejemplares en determinado tiempo o la retiran.
“Nosotros no pensamos así, sino en libros relevantes, palpamos qué es lo que se está buscando, proponemos, y entonces editamos las obras para que se vendan durante muchos años. Nuestros libros son para que duren mucho tiempo. Hacemos rediciones, por lo que todos nuestros títulos están vivos. Es una forma totalmente distinta a la de un gran grupo editorial, porque nosotros no descatalogamos, todos funcionan.”
AH surgió en 1999, luego de que la librería y editorial El Ateneo de Buenos Aires, propiedad de la familia de Adriana, fue vendida a raíz de la crisis financiera del corralito.
El contexto económico en Argentina era desfavorable, pero Hidalgo recuerda que si bien las editoriales importantes de su país fueron absorbidas por trasnacionales, “nosotros queríamos volver a esa tradición de editar buenos libros, buenas traducciones. El corazón del proyecto fue y es el amor a la literatura, al pensamiento. Uno no se puede desprender de la edición una vez que ha comenzado a hacerla; si hubiéramos esperado a que pasara la crisis nunca habríamos empezado, porque en Argentina siempre hay crisis.
“La única forma de tener una editorial independiente con las características nuestras es diferenciarnos de los grandes grupos formando un lector fiel, dándole una imagen fuerte a nuestra editorial, en relación con los contenidos, sin renunciar a la diversidad.
“No hablo de un lector elitista, sino del interesado en temas literarios exóticos, el que busca algo distinto, una buena traducción. Porque no hay nada mejor que tener un buen libro para volverlo a leer o consultarlo.”
Kerouac, Bataille, Pavese
Adriana Hidalgo editora distribuye sus obras en América Latina y España con unas 20 novedades al año y 15 rediciones. La mitad de su catálogo lo conforman autores latinoamericanos, como Antonio di Benedetto, “al decir de muchos, al mismo nivel de Borges”, o el poeta Leónidas Lamborghini.
Otra apuesta son las traducciones de escritores cuya lengua materna no es el español. En este rubro, dice Hidalgo, “no nos limitamos: cuando encontramos a alguien que nos interesa, lo traducimos, ya sea del hebreo o del japonés, porque queremos dar cuenta del pensamiento de autores y artistas que tienen cosas que contar”.
Fabián Labenglik, director editorial de AH, reitera que el hilo conductor de las obras que publican es que “transmita buenas ideas, inesperadas, de contrabando, renovadoras”. Al respecto, han descubierto “perlas”, es decir, “autores que no habían sido editados o que estaban olvidados. El hallazgo tiene que ver con traer a la lengua propia escritores desconocidos, títulos que han circulado mal o sacar del culto a autores, en un intento de romper esas barreras, sin más pretensión que complacer a los lectores.”
Jack Kerouac, Giorgio Agamben, Georges Bataille, Witold Gombrowicz, Norman Lebrecht, Cesare Pavese, Alicia Steimberg, Sei Shonagon y Peter Weiss son algunos de los autores que integran el catálogo “fantástico” de AH.
“No sólo hacemos movimientos alrededor de los consagrados, como Joao Guimaraes Rosa, también publicamos autores inéditos en castellano, como Katja Lange-Müller; es decir, tratamos de ir tentando al lector. También nos llueven manuscritos, la mayoría poco interesantes, generalmente horribles, pero hay que saber distinguir lo que vale la pena, es agobiante”, detalla Fabián.
–¿Qué piensa del mercado editorial mexicano?
–Es un poco caótico, porque mientras en Argentina y España hay precio único, aquí no. En las librerías, muchas veces, al libro se le identifica por editorial y eso al lector no le interesa. El público busca títulos y autores, no sistemas de mercado. Es absurdo que una obra tenga distintos precios dependiendo del editor.