El guanajuatense fue un gran narrador y fabulador, dice Juan Coronel Rivera
Como escritor, Diego sentó “antecedente del realismo mágico”, asegura su nieto
Diego Rivera fue un buen narrador y fabulador, explica su nieto Juan Coronel Rivera, quien dijo que el muralista marcó un “antecedente del realismo mágico” en los años 40 de la centuria pasada, faceta que es prácticamente desconocida.
Inclusive, continúa, la narrativa de Gabriel García Márquez y Juan Rulfo se consagró 20 años después de los textos legados por el también pintor, ensayista y arquitecto, escritos en la década que se inició en 1940.
A propósito del Homenaje Nacional a Diego Rivera en su 50 aniversario luctuoso, Coronel Rivera, reflexiona, y al momento explica sobre las etapas inexploradas en la vida de su abuelo: “Fue un buen narrador y eso poco lo hemos festejado; tenía una buena pluma, tanto para las verdades como para las mentiras. Fue un gran fabulador, quizá es un antecedente del realismo mágico de Gabriel García Márquez o Juan Rulfo”.
La obra escrita por Diego Rivera será difundida “en dos volúmenes que contendrán compilaciones de los escritos del pintor guanajuatense, quien escribió desde la perspectiva de la crítica del arte y la estética; Diego tuvo claro lo que le interesaba y cómo escribirlo”, agrega Coronel.
En la narrativa de Diego Rivera, refiere Juan Coronel, la obra Nana Antonia es un ejemplo del oficio literario de su abuelo, el cual quedó plasmado en el volumen Memoria y razón de Diego Rivera, de Lolo de la Torriente (México, Editorial Renacimiento, 1959, tomos I y II), obra que se espera sea reconocida en todas latitudes.
Al respecto, el maestro Diego Rivera escribió: “Antonia era curandera, hechicera, como decían las gentes. Su casa se encontraba enteramente aislada en un monte, muy alto, en la ladera de la montaña, en una especie de terraza natural donde termina la vereda que llevaba a ella. La casa era de piedras puestas unas sobre otras con argamasa de lodo, sin cal, y techo de zacate. Constaba de una sola pieza bastante espaciosa. Junto, y fuera, había otras dos construcciones semejantes: una era la cocina y la otra una especie de almacén en la que se amontonaban toda clase de utensilios y cosas extrañas”.
Aristas por explorar
Coronel Rivera, quien trabaja arduamente en el Homenaje Nacional a Diego Rivera, como curador de exposiciones, investigador y conferencista sobre la figura y obra de su abuelo, explica que entre los ensayos y crítica de arte del pintor sobresalen textos sobre Mardonio Magaña, Tina Modotti, Abraham Ángel, Lola Álvarez Bravo, Héctor García, David Alfaro Siqueiros, Pablo O’Higgins, José Clemente Orozco, Frida Kahlo y Juan O’Gorman, entre otros artistas consagrados y algunos que iniciaban en esa época su trayectoria.
Aunque Diego Rivera es un personaje muy estudiado, para Juan Coronel es necesario revisar otras facetas que han quedado inconclusas en la historia del muralista, como son las de escritor y crítico y, además, “no hemos logrado estructurar del todo las cuestiones de orden político”.
El dolor por la muerte de Trotski, el comunismo, la masonería, el cubismo, el macartismo, el embodegamiento de las obras de Diego, debido al contenido político y el conocimiento de todo lo que ocurría en torno al arte a escala internacional son temas interminables sobre la incursión y participación de Diego Rivera en la historia cultural, artística, social y política de México.