REPORTAJE / A diez años de Acteal
Miles de desplazados, sin ayuda ni forma de conseguir comida
Crecen la violencia, muertes y miseria entre indígenas
Autoridades autónomas y constitucionales de Chenalhó se reúnen
Comienza la persecución contra observadores internacionales
Pese a las evidencias del clima de hostilidad denunciado por el concejo autónomo, el gobierno señala que los problemas se van resolviendo y niega que se quemen casas y se esté asesinando a zapatistas y perredistas
Ampliar la imagen Misa por los caídos en Acteal en 1997 Foto: Archivo/José Carlo González
El 24 de noviembre de 1997, el concejo autónomo de Polhó envía una carta invitando a los legisladores de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) a colaborar en la mediación del conflicto, convocando a un diálogo para el día 29 en Polhó. También informa que existen más de 4 mil 500 desplazados.
La Unión de Ejidos y Comunidades Majomut, que reúne a caficultores de las distintas filiaciones políticas, notifica que la cosecha de más de 20 mil sacos de la semilla está en riesgo a consecuencia de la violencia.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (CDHFBC) recibe informaciones de que elementos de Seguridad Pública acompañan y dan protección a militantes priístas para cosechar café en predios de los zapatistas. El día 25 en los barrios de Acteal son quemadas cuatro casas de simpatizantes zapatistas por al menos 15 personas armadas. Se reporta “gran tensión” en Pechiquil, donde Hilario Guzmán Luna y Pablo Hernández Pérez, “ex militar” y actual agente municipal, dirigen un grupo de paramilitares (La Jornada, 26 de noviembre*). Simultáneamente, el síndico del municipio oficial Agustín Gutiérrez Pérez solicita la presencia del Ejército federal en el poblado “para salvaguardar el orden”.
Priístas de Pechiquil instalan un “control” en el camino; entre ellos se identifica un grupo de 20 personas en uniforme oscuro y botas “parecidas a las del Ejército; el resto porta el tradicional calzado de hule”. La secretaría de Gobierno de Chiapas en una inserción pagada (27 de noviembre) declara solemnemente: “en la comunidad de Acteal ninguna vivienda ha sido quemada.”
Aniquilar las bases de apoyo, misión del gobierno
Al día siguiente, el comandante David dice a La Jornada que “el objetivo principal de la violencia promovida por el gobierno en Chenalhó y otros municipios a través de guardias blancas y grupos paramilitares, es destruir a las bases de apoyo del EZLN”, y que “aunque el gobierno dice diariamente que en Chiapas se van resolviendo los problemas, todo es mentira porque lo que crece es la violencia, la persecución, la muerte y el encarcelamiento de muchos compañeros”.
El 29 de noviembre un helicóptero del gobierno del estado aterriza en Canolal llevando gente que dice ser de “derechos humanos”, y que “regresaría al rato para acabar con los zapatistas y la sociedad civil”. El primero de diciembre, el secretario de Pueblos Indígenas, Antonio Pérez Hernández, en el contexto de una visita de observadores nacionales e internacionales, “acusa a forasteros de ser causantes de la violencia”. Por su parte, la Secretaría de Gobernación instala un retén migratorio “coyuntural” en la carretera a San Pedro Chenalhó.
El concejo autónomo de Polhó informa de cuatro casas de zapatistas quemadas por priístas en Takiukum y Yibeljoj. El subsecretario de Gobierno, Uriel Jarquín, en otra inserción pagada, desmiente al gobierno autónomo, a pesar de la publicación de fotografías de las viviendas destruidas, en distintos diarios del país: “En Chenalhó no ha sido quemada ninguna casa” (3 diciembre).
El 30 de noviembre, un grupo de observadores constata “la dramática situación de los desplazados”. Según la diputada perredista Patria Jiménez, “es urgente hacer algo por ellos antes que comiencen a morir de hambre y frío porque ya no aguantan más” (primero de diciembre). En Chenalhó “se propicia la descomposición social y la guerra entre hermanos de manera muy clara”, por lo cual hay que detener la violencia “antes de que sea demasiado tarde”. En el mismo sentido se pronuncia la Misión Civil Nacional e Internacional para la Paz en Chiapas tras recorrer las comunidades (4 de diciembre) y constatar la “connivencia y complicidad abierta de la SP y los paramilitares”, así como la presencia de personas uniformadas y con cuernos de chivo en Pechiquil.
El 2 de diciembre, el consejo autónomo revela la existencia de “un enorme grupo de desplazados en el monte, no lejos de Xcumumal, junto con numerosos desplazados de Chimix, Joveltik, Canolal y Tzanembolom. Estos no reciben ayuda alguna y no pueden salir a buscar comida”. Según testimonios, se trata de casi 2 mil personas en las peores condiciones.
Las movilizaciones y protestas contra el gobierno mexicano se multiplican en el mundo. Los desplazados de Chenalhó aparecen en los noticieros de CNN y las principales televisoras de España, Italia, Francia, Portugal, Reino Unido y Suecia (4 de diciembre). Ricardo Rocha inicia el día 7 su memorable cobertura sobre los desplazados en Detrás de la noticia, de Televisa. Al mismo tiempo, aumentan las denuncias contra los agentes de migración. Lo nuevo es perseguir a los observadores internacionales, ahuyentarlos de Chenalhó. Eso garantizará que dos semanas después, cuando suceda la masacre, no haya ningún testigo extranjero en el área (salvo un par de campamentistas europeos en Polhó).
El día 5 se reúnen por fin los autónomos y el ayuntamiento priísta en el crucero de Las Limas, en Chenalhó. Los priístas denuncian la muerte de Lucio Gómez Guillén en Tzanembolom el día anterior. Los autónomos dicen que no pudieron ser zapatistas los autores pues ya no queda ninguno en esa comunidad. Dos horas después de la reunión llega la noticia de otro muerto priísta en Chimix. El alcalde oficial había notificado que los desplazados de su partido ya recibían ayuda del gobierno estatal en Pechiquil, Aurora Chica, Chimix y Puebla (6 de diciembre), comunidades en poder de los paramilitares.
La violencia no se detiene. El día 10, el consejo de Polhó acusa al edil priísta de incumplir los acuerdos mínimos de Las Limas. El día 12 las partes vuelven a reunirse en el mismo lugar. La Jornada reporta:
Se necesitaron cuatro mesas de madera, 70 sillas (y una treintena de muertos, casi 6 mil desplazados, incontables casas quemadas) para la primera negociación efectiva entre las distintas autoridades municipales de Chenalhó. Frente a frente, el ayuntamiento constitucional y el concejo municipal autónomo. Jacinto Arias Cruz encabeza la representación priísta, con agentes municipales y cabildo, y sólo muy de vez en cuando dirige la mirada a Domingo Pérez Paciencia, presidente del concejo autónomo, quien no deja de mirarlo con una cierta sonrisa detenida en los labios.
Buena parte de las intervenciones son en tzotzil. Participan como testigos representantes del gobierno estatal, la Comisión Nacional de Intermediación, la Comisión Nacional de Derechos Humanos y su sucursal estatal y el CDHFBC. Hay 11 puntos a discutir según los autónomos, ocho según los constitucionales, sobre la cancha de basquetbol de la primaria, en el crucero de Chalchihuitán, punto intermedio entre Chenalhó y Polhó.
“Tenemos que pensar cuál punto urge para una paz justa”, dice un agente del concejo autónomo. En eso están todos de acuerdo. Hay que detener la violencia. También participan ex presidentes municipales de Chenalhó y representantes de las organizaciones Majomut y Las Abejas. De la gravedad de lo que se disputa depende la paz.
Diálogo y disparos
Durante la reunión, que se lleva todo el día, pasan por la carretera grandes camiones de la policía, convoyes militares y un conspicuo Volkswagen rojo que, según comenta uno de Las Abejas, “es el automóvil con el que patrullan los paramilitares”.
Esta mañana hubo varios disparos en Tzajalucum, un pueblo abandonado por sus pobladores, cuando se dirigían allá representantes de organismos civiles y del gobierno chiapaneco. No acaba de decir Gustavo Moscoso, magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado, que el encuentro “llena de alegría al gobierno del estado”, cuando el priísta Arias Cruz informa que se están quemando casas y hay disparos en ese momento en Chimix.
“Caras vemos, el corazón no sabemos”, había dicho poco antes el propio Arias, echando rápidos brillos de su dentadura de oro. Sugiere que eso impide la negociación. Las pláticas anteriores se han suspendido por incidentes durante el encuentro. Hoy no es así. Se decide que las partes sigan negociando mientras va una comisión a verificar lo que sucede en Chimix. La comisión acude al mencionado pueblo, donde las casas destruidas y baleadas de los perredistas y zapatistas dan testimonio de lo que ha ocurrido en las semanas recientes. La versión resulta falsa. La guarnición policiaca de Chimix, en voz del segundo oficial Vicente González Castellanos, detalla que “todo está tranquilo. No hemos recibido reportes”.
La negociación en Las Limas llega a una firma conjunta. Curiosamente, una vez que regresó la comisión enviada a Chimix, ya nadie del cabildo priísta se interesa en que se informe de su denuncia. Domingo Pérez Paciencia, presidente autónomo, comenta: “cara se ve, el corazón no se sabe”.
* Todas las fechas entre paréntesis corresponden a citas de notas publicadas en La Jornada.