Adolfo Gilly participó en la jornada final del homenaje a Friedrich Katz
No comparto las interpretaciones de que Felipe Ángeles fue el cerebro de Villa
Al general lo guiaba “un ideal heroico”, indicó el colaborador de La Jornada
El historiador Adolfo Gilly enriquece cada vez más su hipótesis del “ideal heroico” como motor fundamental en la vida del prestigioso, inteligente y honesto general Felipe Ángeles, pero es contundente cuando aborda el asunto del extraño entendimiento y respeto entre este militar de aires casi aristocráticos y el general Francisco Villa, así como con los jefes campesinos de la División del Norte:
“No comparto ninguna de las interpretaciones, de antes o de ahora, en las cuales aparece Ángeles como el ‘cerebro’ de Villa, o como quien discretamente lo dirigía. Es un manido modo de menospreciar la excepcional inteligencia de Villa, quien actuaba según sus propias decisiones.
“Y es una incapacidad para explicarse este tipo de inteligencia en los jefes de las clases subalternas, llamándola inteligencia natural, instintiva, intuitiva, inculta, y otros adjetivos que indican el desconcierto del analista ante un fenómeno intelectual que sobrepasa sus recursos explicativos.”
Luego de unos aplausos que lo interrumpieron, Gilly continuó:
“Villa escuchaba a Ángeles, y a otros, pero al final era él quien decidía. Ese mismo prejuicio dominó el pensamiento y las decisiones de Carranza y los suyos en la crisis y la ruptura con Pancho Villa y la División del Norte en víspera de la toma de Zacatecas. Creyeron que el responsable de la insubordinación era el ‘maquiavelismo’ de Ángeles, y no la reacción natural de Villa y de sus generales ante órdenes que entrañaban la disolución y la derrota de su propio ejército.”
Los planteamientos de Gilly fueron parte de la última mesa del Homenaje a Friedrich Katz: del amor de un historiador a su patria adoptiva, que se realizó el martes y el miércoles en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, en coordinación con El Colegio de México.
Presente en todas las sesiones, el investigador austriaco-mexicano agradeció el homenaje y compartió de nuevo algunas de las razones por las que se interesó en la historia de México y, en particular, en la figura de Pancho Villa: el respeto que la sociedad mexicana aún le tiene a éste y a Emiliano Zapata, lo cual, dijo, casi no sucede con los líderes revolucionarios de otros países.
Katz recibió, de manos de Gilly, un dibujo que le envió el caricaturista Rafael Barajas, El Fisgón, “para el maestro con cariño”. No fue el único obsequio, pues a un costado del salón estaba un enorme retrato de Katz al óleo que le regaló el pintor Enrique Estrada.
Sueños de gloria y honor militar
Gilly, quien dijo que más que una ponencia sobre Ángeles leía un “informe de trabajo” al maestro Katz, compartió parte de sus exploraciones sobre la vida e ideales de ese general, en las cuales destacó los “sueños de gloria y honor militar” que lo motivaron, así como sus estancias y exilios en Francia y Estados Unidos.
Ángeles estuvo movido por un “ideal heroico”, en el que puso en juego todo, incluida su vida, como ocurrió al ser juzgado y fusilado en 1919 por un consejo de guerra, a instancias de su rival y competidor Venustiano Carranza, así como de Álvaro Obregón.
Por su parte, el investigador Javier Garciadiego abordó la “guerra no secreta” entre Ángeles y Carranza, entre quienes exploró las diferencias y semejanzas, las cuales, dijo, eran muchas y convertía al primero ante el segundo en un serio competidor por la Presidencia.
Mientras, Lorenzo Meyer regaló a Katz la breve pero sorprendente historia de un complot que descubrió en un archivo de Alcalá de Henares: en 1940, en un acto de incongruencia política, el exiliado ex presidente Plutarco Elías Calles planeó derrocar al presidente Lázaro Cárdenas, mediante una estrategia que incluía al general Juan Andrew Almazán y el apoyo del dictador español Francisco Franco.