Usted está aquí: viernes 16 de noviembre de 2007 Capital Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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La ruindad que ronda a Tabasco

Lozano, ejecutor de la política de albañal

La realidad pintada de azul

O se cooldinan, o cuello. La frase no puede atribuirse a nadie que no sea uno de los más relevantes personajes involucrados en el escándalo de los kilos de dólares del narco, que se descubrieron en una residencia de Las Lomas. Sí, se trata de Javier Lozano, personero del gobierno del odio, quien con calificativos rencorosos trató de desacreditar la ayuda humanitaria que desde la ciudad de México se envía a Tabasco.

De ruin y mezquino, Lozano no bajó a Marcelo Ebrard y su equipo de trabajo, porque la ayuda del DF, se dijo, iba destinada, nada más, a los municipios que gobierna el PRD, cosa que puede ser cierta, pero lo que nadie se preguntó es si esos municipios fueron atendidos por las instancias federales o si, precisamente por ser gobernados por el PRD, se les había excluido, cosa que también es factible.

Lozano, como buen fontanero de los sótanos del poder, quiso revivir la confrontación para nublar la visión de una realidad que espanta, y que cuenta la historia de un gobierno que puede poner en riesgo a la población con tal de ofrecer ganancias jugosas a sus aliados: los capitales nacionales y foráneos que producen energía eléctrica.

En la presa Peñitas, construida en Tabasco para producir energía, los trabajos para la creación del energético estaban, en los días previos al desastre, casi paralizados. Es importante puntualizar que en la medida en que el agua de la presa es expulsada, las turbinas que tiene instaladas se mueven para convertir la fuerza del paso del líquido en fluido eléctrico. Esa actividad es la que se paralizó.

El fin está claro: crear una falsa escasez para justificar la importación. Por eso la lenta producción, por eso la presa no desalojó el agua, por eso se llenó hasta niveles que pusieron en riesgo su capacidad de aguante, y por ello el 29 de octubre, antes de las nueve de la mañana, se abrieron las compuertas de la presa para dejar salir dos millones de litros por segundo, dos veces la cantidad que se desaloja por el drenaje del DF, y vino el desastre.

Después vinieron los lamentos a grito abierto, los desesperados llamados a la solidaridad del pueblo, que pese a la crisis económica, salió en ayuda de los tabasqueños. Las empresas extranjeras beneficiarias de la no producción, o de la baja producción en Peñitas, no se dieron por enteradas.

Ruin, según el diccionario de la lengua, es una persona baja, de malas costumbres y procedimientos, o en otra de sus acepciones: “animal falso y de malas mañas”, pero también se le aplica al “reyezuelo”, al vil y al despreciable, pero es sinónimo de mezquindad.

Tal vez Lozano no se equivocó de calificativo, seguramente supo lo que estaba diciendo, y quizá su error esté en el destinatario, si como nos dicen las pruebas, más que al cambio climático, la tragedia en Tabasco tiene su origen, eso sí, en la mezquindad y en lo ruin.

Tratar de esconder la realidad es algo en lo que los panistas son expertos, es más, premian, como lo hicieron con la señora asambleísta del DF Carmen Segura –quien como se recordará tuvo en sus manos la ayuda a damnificados, y por algún motivo, aún oscuro, no se realizó–, a quien la tuerce, y pretenden opacar con el vaho de sus mentiras y el escándalo el cristal desde donde debería mirarse con transparencia el curso de lo acontecido.

El gobierno federal tendrá que explicar, y muy a fondo, por qué en Peñitas no se desalojó en tiempo y forma el líquido, que pudo haber sido el causante fundamental de las inundaciones, pero es nada más un decir. Alguna mentira azul protegerá a los viles y a los mezquinos, y si no tienen a quien culpar se otorgará a Al Gore el título de profeta del desastre, y como ya es costumbre panista, se declarará y tan-tán oficial a la desgracia, después, desde luego de arduas investigaciones. Esa es la justicia.

 
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