El pasado 2 de noviembre se permitió a su esposa visitarlo por primera vez en año y medio
La cárcel no me come; estoy convencido de mi lucha, asegura Ignacio del Valle
“Lo vi bien; nunca va a dejar sus ideales ni me va a contar cómo lo tratan en prisión”
San Salvador Atenco, Méx., 15 de noviembre. Tuvo que pasar año y medio para que Ignacio del Valle Medina, dirigente del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT), de San Salvador Atenco, preso en el penal de máxima seguridad del Altiplano, pudiera ser visitado por alguno de sus familiares.
A lo largo de 18 meses, su esposa, María Antonia Trinidad Ramírez –quien tomó el liderazgo del movimiento atenquense–, se enfrentó a la “burocracia, negligencia y hasta burla” de los funcionarios de los Centros Federales de Readaptación Social.
Fue el pasado 2 de noviembre cuando, por un lapso de hora y media, a Trinidad Ramírez “por fin” se le permitió visitar a su esposo, sentenciado a 67 años y seis meses de prisión, junto con sus compañeron Felipe Álvarez Hernández y Héctor Galindo Gochicoa.
Y ni tras las rejas Ignacio del Valle cede a sus ideales. Cuenta Trinidad Ramírez que le dijo durante la visita: “estoy bien, no te preocupes; a mí lo que más me importa es la gente de mi pueblo, que todos los que están presos en Molino de Flores queden libres. Esa es mi mayor preocupación. A mí la cárcel no me come. Estoy convencido de lo que he hecho, por lo que he luchado, y no voy a dar un paso atrás; si algún día tengo que salir muerto de aquí, bueno, pues que salga, pero jamás traicionaré a mi pueblo, jamás.
“Yo me mantengo firme; ahora aún más, con todo lo que el gobierno ha hecho, con lo que han reprimido a la gente, al pueblo, No daré un paso atrás”.
Esas fueron las palabras de Ignacio del Valle, explicó Trinidad Ramírez. Físicamente –dijo– “lo vi un poco delgado, pero anímicamente está bien”.
Maria Antonia asegura que Del Valle pide que se trabaje “para que los compañeros salgan de prisión”, además de que se exija la libertad absoluta de quienes tienen órdenes de aprehensión, por lo que están exiliados, como Adán Espinosa, Bernardino Cruz, Josefina del Valle y “nuestra hija, América del Valle”.
La segunda ocasión que se permitió a Trinidad Ramírez visitar a su esposo fue el 10 de noviembre. “Ese día entré nerviosa, porque antes vi que regresaron a una persona porque llevaba una blusa rayada. Son varias rejas de máxima seguridad las que tienes que pasar; te toman la foto, te paras en determinado lugar. Pero finalmente vi a mi esposo.
“Estaba más tranquilo que la primera vez; pudimos platicar muy bien de la gente y la familia. Le pregunté cómo está de salud, y me dijo que está bien. Sé que nunca va a decir cómo lo tratan en la cárcel, pero nosotros sabemos de los castigos que ahí aplican”.