El delantero de la UNAM rechaza que lo desvele el título de goleo
No soy figura, tengo mucho que demostrar, dice Solari
Su pase a Pumas causó dudas, pero suma 14 anotaciones en 16 juegos
Destaca el buen nivel del futbol mexicano y su competitividad
Ampliar la imagen Solari dijo que no busca valerse de su apellido Foto: Carlos Ramos Mamahua
Cuando todos quieren que diga “sueño con el título de goleo”, Esteban Solari, delantero de Pumas, quien anotó 14 veces en 16 partidos, se escabulle de los flashes y prefiere hablar de la perseverancia, el futbol mexicano, la familia y Nietzsche o Schopenhauer, porque disfruta de leer filosofía en su tiempo libre.
Andrés Esteban Solari tiene 27 años, es argentino y nació en una familia emparentada con el balón. Eduardo, su padre, fue jugador y técnico de equipos de su país, Tenerife, Monterrey y Atlas, entre otros.
Su tío Jorge vistió la playera de la albiceleste en el Mundial de 1966. Santiago, su hermano mayor, milita en el Inter de Milán y el menor, David, en Independiente de Buenos Aires.
En enero el diario Clarín lo presentó como “El Solari desconocido”, porque después de pasar sin demasiado éxito por clubes de su país y la división D de Italia, sorprendió con sus títulos de goleador y mejor jugador de la liga de Chipre.
Hace seis meses, cuando llegó a México, su pase generó dudas, pero hoy es una de las figuras del torneo Apertura 2007, aunque reniega de ese calificativo “porque recién estoy armando una carrera aquí y tengo mucho que demostrar”.
Portar el apellido Solari le significó igual orgullo que responsabilidad, misma que asumió desde los 14 años, cuando se decidió por el futbol, aunque también es profesor de educación física.
“Pasé por muchos lugares haciendo una carrera muy a pulmón, luchándola siempre, tratando de valerme por mis propios medios y no por mi apellido, eso a veces lleva más tiempo, pero con mucho trabajo, sacrificio y voluntad las cosas se van logrando”, afirma el Tano.
Solari no se cansa de repetir que está feliz de participar en Pumas y en el futbol mexicano, del cual destaca “que es muy competitivo, dinámico, de gran nivel y difícil de jugar porque hay elementos y técnicos de gran calidad”.
También resalta “la cantidad de espectadores que lo siguen” y festeja la “ejemplar” convivencia armónica de aficionados de equipos rivales, “aunque en la reciente jornada (16) he visto episodios de violencia en la cancha que no deberían existir”.
Solari apoya la regla 20-11 (alineación de menores), porque “al tener extranjeros es importante hacer que jueguen los jóvenes locales”, y entiende que existan detractores porque “los equipos que tengan pocos menores seguro hablarán en contra”.
Igual opina que los torneos cortos son más “emocionantes” y provocan una suerte de justicia: “los largos a veces premiaban a los equipos con muchos jugadores, planteles grandes, y esos eran los que más dinero tenían.
“Los cortos premian a los que puedan hacer una buena temporada con pocos elementos y ayudan a que todos, teniendo un buen plantel aunque no sea tan vasto, puedan lograr el campeonato.”
El lenguaje del futbol
Aunque admite que se acopla bien con sus compatriotas Ignacio Scocco y Rubens Sambueza, aclara tajante que no es cuestión de nacionalidades, porque “para mí hay un solo lenguaje, que es el futbol, y lo juegues con quien sea, un yugoslavo, un japonés o quien sea, te entiendes perfectamente. También me adapto con Barrera, Palencia e Iñiguez”.
El argentino recuerda con emoción su paso por Chipre y asegura que le dio “mucha confianza y me ayudó a nivel futbolístico”, pero también se siente muy cómodo en la cantera universitaria y en México, país que considera “hermoso, con cultura” y hospitalario como pocos.
Sus días aquí transcurren entre el club y la casa con paseos, llamadas a sus familiares “y de vez en cuando un libro”, comenta.
“Estoy muy contento y soy un agradecido por la oportunidad de jugar en Pumas, en México, pero no me conformo, quiero más cosas todavía”, dice antes de aclarar algunas de sus aspiraciones: pasar directo a la liguilla y tener un hijo con su esposa Geraldina.