Número 136 | Jueves 1 de noviembre de 2007
Director fundador: CARLOS PAYAN VELVER
Directora general: CARMEN LIRA SAADE
Director: Alejandro Brito Lemus

Figuraciones de la masculinidad

Construirse como hombre es una tarea poco natural. La masculinidad se busca hurgando en el pasado y mirando los ejemplos alrededor. Trabajo, dureza, sexo, violencia, riesgos. Un espacio con márgenes muy limitados para explorar lo que se quiere o lo que se desea. Un recorrido en imágenes nos acerca a la forma en que se piensan muchos varones de comunidades rurales.

Texto y fotos: Enrique Rivera *

En el medio rural existen muchas formas de ser hombre. Maneras que involucran no sólo la imagen que los varones tienen de sí mismos, sino las formas de relacionarse y de ejercer su sexualidad, además de su salud y la de las personas que los rodean. Para los varones de estas imágenes, ser hombre se asocia a una serie de adjetivos: serio, honesto, tolerante, paciente, enojón, inseguro, trabajador, valiente, deportista, fuerte, humilde, comedidido, respetuoso, macho.

Los protagonistas de estas imágenes se formaron en comunidades rurales, cada uno en contextos distintos, de Chiapas a Zacatecas, pasando por Oaxaca y Sinaloa. Hombres diversos, que comparten valores, identidades y tradición —además de la falta de oportunidades de desarrollo y de acceso a programas preventivos y de atención de la salud—, pero que tienen peculiaridades dadas por sus diferentes regiones. En todos, no obstante las diferencias, quizá la principal manera en que se manifiesta la virilidad tiene que ver con la necesidad de formar una familia o tener hijos. Las relaciones de pareja se construyen en forma distinta a la manera en que se construyen en zonas urbanas, donde la adolescencia es época de noviazgos y compartir experiencias. Lejos de las ciudades los parámetros son muy diferentes. No es raro que después de la infancia hombres y mujeres pasen a la adultez, muchas veces a partir de un embarazo no deseado.

Las fotografías aquí presentadas fueron realizadas como una actividad dentro de talleres de masculinidad en más de treinta comunidades. Cada uno de los varones fotografiados dio su autorización para la reproducción de su imagen como parte del proyecto para visibilizar las dificultades para la salud asociadas al modelo de masculinidad tradicional.

* Psicólogo y candidato a maestro en Artes Visuales por la UNAM.









Los riesgos de ser hombre
Accidentes varios: caídas de caballos, burros, toros; amputación de dedos por montar toros. Accidentes en la milpa: picaduras de víboras, machetazos. Choques de vehículos. Accidentes por practicar deportes: futbol, beisbol, basquetbol. Peleas a golpes.



Hablan los hombres
Si te rajas no eres hombre
La idea era curtirlo a uno, en el campo. La adolescencia era dura; fuimos 11 hermanos, yo soy el último. Sólo yo llegue a sexto de primaria. He vivido experiencias buenas y margas. Me decían: ‘no te dejes, tú eres más macho’.




La familia
Estudie hasta tercer año y me sacaron. Me fui a un rancho a la labor en la sierra, regrese cuando tenía 10 años. Mi mamá me preguntó: ‘¿ya no quieres estudiar?’. La verdad me gustó más el rancho. Mi papá le decía: ‘déjalo, él quiere andar conmigo’. Estudie hasta sexto. Yo solo quise ser mecánico; nadie me ayudó, yo me metí a los talleres y aprendí. Nunca tuve un juguete. Ahora tengo una hijastra y siempre le he dado todo, ahora está estudiando una carrera. Ése es el padre que yo quise tener.

La sexualidad

Mi primera experiencia fue en un burdel, sin condón. No me gusta usar condón. Me sentí bien.

Fue a los 15 años. Me enseñó mi hermano, él me consiguió a la primera mujer en un burdel. Se fortalece el cuerpo, comienza uno a vivir.

A lo 15 años trabajaba en una tienda y la dueña me enseñó todo, pero no pude penetrarla, termine en sus piernas. Me sentí muy mal.

Mi primera relación fue con una tía de 20 años. Yo tenía 11 y me enamore de ella. La primera vez ella venía de una fiesta y venía tomada. Después de esa ocasión, a las dos semanas otra vez y después ya nunca.

Fue en el rancho, yo tenía 15 años y ella 18. Me dio entrada y me invitó a dar vueltas en bicicleta. Íbamos a empezar cuando llegó su papá. Me acusó con mis padres. No hicimos nada, pero todos creían que sí; a ella la llevaron a revisar con un doctor. Mis padres no me creyeron, eso me dolió.