En voz de sus fieles
“Lo que me hizo llegar a la santísima Muerte fue un día que me agarró la tira. Yo la sentí que ahora sí. Quién sabe cómo llegó un valedor de los que me vallaban en el Metro. Me ve y me dice: ¿Qué onda güey? Es que dicen que soy asaltante, que la chingada, güey, tú sabes qué pedo. ¡Espérate!, me dice ¡be happy¡, no hay pedo. Llama a tu casa, diles que te traigan una feria y hacemos transa. Llegó mi esposa como con 2 mil pesos y los pagué y quedé en una cita para darles otra lana. ¡Híjole!, era gacho, gacho... por eso después me dijo una amiga: ve al altar y dale gracias a la Santa.”
Comerciante, 43 años
“Nadie es inmortal como Highlander. Si yo fuera Highlander, ¡puta madre!, no creería en nadie. Pero nadie es Highlander, güey; todos somos mortales, nadie se salva. Si la muerte llega, se acabó. Esa es la transa.”
Comerciante, 27 años
“Es la única con quien lloro. Yo era bien piedra, bien coco, como no te imaginas. Gracias a Dios y a ella, ya mis vicios están atrás. Ahora solamente pura mota”.
Comerciante, 50 años
“Ella no es celosa. ¿Celosa de qué? Algunos dicen que debes creer nada más en ella, ¡no es cierto! Debes de creer en Dios primero que nada y después en ella. Es que alguna gente dice que si tu le prometes y no le cumples, te castiga, ¡no es cierto! Tú te castigas solita, porque empiezas a pensar: ¡Ah! me va a pasar algo porque yo no le cumplí.”
“Cuando me preguntan si aquí vienen narcotraficantes, prostitutas, viciosos, rateros… digo que sí. Porque la santísima recibe a toda la gente. Todos tenemos la necesidad de tener fe en algo, de pedir algo y acercarnos a ella”.
Doña Queta
Testimonios tomados del libro La Muerte de tu lado