Desde Otras Capitales
Francia y los inmigrantes
Ampliar la imagen Museo de la Historia de la Inmigración, en París Foto: Ap
La nueva ley sobre la inmigración en Francia fue aprobada por mayoría en las cámaras de diputados y senadores el pasado martes 23 de octubre.
“Inmigración deseada, no sufrida” fue el eslogan que enarboló durante su campaña el actual presidente francés Nicolás Sarkozy. Su frase fue convertida en una ley que facilita el ingreso a Francia sólo a extranjeros que pasen exámenes en los consulados franceses del mundo, para demostrar su conocimiento del idioma francés y de los “valores de la cultura republicana”. Y para aquellos inmigrantes arraigados en territorio francés que soliciten visa para reunirse con sus consortes, hijos o padres, estos deberán pasar una prueba de ADN que confirme el parentesco.
Contrarios a esta ley, considerada racista y contraria a los derechos humanos por los partidos Comunista, Socialista y Verde, sus legisladores votaron en contra, denunciaron la falta de sensibilidad del gobierno y de su partido al no escuchar las 78 mil firmas de repudio, las peticiones de las iglesias de todas las confesiones, los llamados de los intelectuales y científicos, pero sobre todo, el líder de los Verdes, Noel Mamere, se levantó en plena cámara y acusó al presidente de “pagar la deuda con la extrema derecha que le permitió llegar al poder” y preguntó “qué dirían los padres del propio presidente Sarkozy –de origen húngaro– y de dos de sus ministras de estado, Fadela Amara y Rachida Dati”, cuyos padres o abuelos no hablaban francés cuando llegaron a ese país.
Aunque la oposición parlamentaria piensa llevar el debate al Consejo Constitucional, por lo pronto se puede constatar que “en todas partes se cuecen habas” electorales, aunque en sus distintas salsas culturales.