Usted está aquí: domingo 28 de octubre de 2007 Opinión Los panistas en la política internacional

Arnaldo Córdova

Los panistas en la política internacional

Para todos los que no son panistas parece estar claro que éstos no saben lo que deberían hacer en el área de las relaciones internacionales, y que van de tropiezo en tropiezo, sin que siquiera se ruboricen. Pero cuando se le pregunta a un panista por qué sus gobiernos llevan a cabo una política exterior tan desastrosa, simplemente lo mira a uno con estupefacción y cuestiona, de inmediato, por qué razón se piensa que su política internacional es errónea. ¿Cuba? Pero si es exactamente lo que se debía hacer desde siempre, y eso de que estemos tratando de volver a acercarnos al dictador más brutal que hay en América Latina resulta de verdad peligroso. ¿Chávez? Es la desgracia de Venezuela y debemos hacer algo por ayudar a su pueblo a derrocarlo y eliminarlo. ¿América Latina? Pero, ¡qué tenemos nosotros que ver con pueblos que nunca nos han ofrecido nada y lo quieren todo de nosotros!

¿Estados Unidos? ¡Con ellos está nuestro verdadero futuro! Si eres débil y te pones a las patadas con Sansón, pues simplemente te va a destruir. ¿Por qué fuimos siempre enemigos del único país que debería ser el modelo para nosotros? Hay que ser como ellos, seguir sus pasos, imitarlos y, sobre todo, asociarnos con ellos, que va a ser lo único que nos haga prosperar de verdad. Fox lo entendió y lo supo hacer. ¿En dónde está el fracaso de su política internacional, si nunca hemos sido tan amigos con ellos como ahora? ¡Fue todo un éxito! Debemos parecernos a ellos, ser como ellos. Nuestro futuro como nación está con ellos y es un error fatal sospechar de ellos, cuando es de ellos que pende el porvenir de la humanidad. Hasta sería bueno que formáramos parte de la Unión “Americana”. Dejaríamos de ser el pueblo atrasado, güevón e inepto que somos. Hasta adquiriríamos un mejor color.

Aunque a alguien le parezca extraño, yo siempre he tenido algunos buenos amigos panistas. En la Morelia de mi juventud, fui amigo de Luis Calderón Vega (padre de Felipe) y de Miguel Estrada Iturbide (Arturo Martínez Nateras recordaba no hace mucho una polémica que tuve con Estrada en el auditorio del anexo del templo de La Merced, allá por 1958, luego de que él dio una conferencia sobre El Estado y la revolución, de Lenin). Ambos fueron fundadores del PAN. Aparte su militancia intelectual a favor de la hispanidad, que Gómez Morín heredó de Vasconcelos, nunca me pareció que los panistas supieran algo del mundo en que vivían. Pero eran patriotas y, en algunos casos, hasta nacionalistas. Eran los panistas de los viejos tiempos, los doctrinarios fundadores. Es verdad que González Luna, el segundo presidente nacional del PAN, deseaba el franquismo en México, pero no era proyanqui.

Lo que he recordado del panista típico, Heberto Castillo lo encontraba en el norte del país: “¡Quieren ser gringos!” Y recuerdo que en alguna ocasión le escuché o le leí a Abraham Nuncio que en Monterrey estaban muy ufanos de ser “un suburbio de Houston”. Heberto no lo escuchaba de panistas, sino de ciudadanos comunes y corrientes con los que tenía contacto en sus andanzas por el país, ni tampoco mi viejo amigo Nuncio. Pero esa gente luego entró al PAN, fueron los “bárbaros del norte” que, como bien sabemos, frente a los beatos panistas de antaño, parecían más bien Santocristos con sombrero tejano y pistola al cinto. Ésos ganaron el PAN y el gobierno. Se explica que ellos no estén, en absoluto, de acuerdo en que la política internacional de sus gobiernos sea un desastre como lo pensamos el resto de los mexicanos que andamos en la política.

Aquella política internacional que hizo la fama de México en el mundo y que dirigieron e inspiraron hombres como Isidro Fabela, Manuel Tello, Luis Padilla Nervo, Alfonso García Robles o Jorge Castañeda (el grande), a los panistas les parece que fue la típica demagogia del PRI en el gobierno, que nos enemistó con Estados Unidos todo el tiempo, que no nos produjo nada y que nos puso siempre en peligro. Para ellos, el que México, con Adolfo López Mateos, defendiera en los foros internacionales el derecho del pueblo cubano a darse el gobierno que decidiera, o con Echeverría, que rompiera relaciones con Pinochet y diera asilo a miles de chilenos, no son otra cosa que ser antiestadunidenses y aliados del comunismo. Si se les dice que nunca hemos sido antiestadunidenses, que sólo defendimos nuestros principios de soberanía, libre autodeterminación de los pueblos y respeto a la forma de gobierno que quisieran darse, piensan que eso era la prehistoria, sin razón de ser en la era de la globalización (algo que tampoco entienden muy bien).

No me parece bueno para nadie que se siga tratando a los panistas como si fueran unos tontos de capirote, unos neófitos o unos inexpertos sin brújula que no saben lo que deben hacer o que no saben lo que hacen. Sus gobernantes sí saben bien lo que están haciendo, y puede que sean tontos, pero eso no importa, porque ellos están en el poder. En política internacional, piensan realmente como Fox que, en Estados Unidos, declaró hace unos días que él ama a Estados Unidos por sobre todas las cosas y que está orgulloso de que un antepasado suyo fuera nativo de ese país. Calderón sabe que no puede ser tan estúpido para andar diciendo esas cosas y tiene que deslindarse (un amigo venezolano colaborador de Chávez me dijo que en las reuniones de los jefes de Estado latinoamericanos Fox hacía tales declaraciones). Pero, al parecer, sigue haciendo lo mismo, sólo que ahora mejor.

La nebulosidad, el doblez, el secretismo, el entreguismo y la perfidia de los gobernantes panistas en su política internacional, todo ello edulcorado con una cínica demostración de diletantismo, de fingida inexperiencia y de falsa ingenuidad, afloran con toda claridad en el modo con que nos están presentando esa monstruosidad llamada Iniciativa Mérida. Nadie en el gobierno parece saber nada del asunto. La secretaria de Relaciones Exteriores, un día nos dice que se trata sólo de una transferencia de equipos y tecnología que va a servir, entre otras cosas, para espiarnos a todos los mexicanos y cuidar que los narcos no hagan su trabajo como lo están haciendo (muy bien, por cierto); otro día, nos dice que se trata de un compromiso directo con el gobierno estadunidense para colaborar con él en su lucha antiterrorista (que, además, todavía falta que se apruebe en el Congreso de Washington, como si cupieran dudas al respecto). Y así por el estilo, en muchas otras materias que será necesario tratar.

Cave canem. ¡Cuidado con los panistas gobernando! Y, en especial, con su política internacional proyanqui y entreguista hasta la ignominia. No hace mucho, todavía lo negaban. Ahora, ya ni lo dudan. ¿Qué hacen, normalmente, las derechas de todo el mundo en las relaciones entre las naciones? No deberíamos olvidar ni por un momento que ahora nos está gobernando la derecha mexicana.

 
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