A la mitad del foro
Bombas yucatecas y en Nueva York
Iniciativa Mérida: no es tratado, es proyecto
¿Qué hizo Luis Téllez en su año sabático?
La bocota de Vicente Fox
Ampliar la imagen La canciller Espinosa Foto: Marco Peláez
O de cómo se construyó la barda fronteriza del imperio para contener la migración del sur y se dio paso a los dólares del norte para comprar armas y tecnología que ya pasaban por el puente. Que se trata de un proyecto conjunto y no de un tratado, dice la canciller Patricia Espinosa. Por eso no hay texto que presentar al Congreso ni seguridad de que el Capitolio apruebe los miles de millones de dólares que comprometió George W. Bush para ayudar a Felipe Calderón en la guerra sin tregua contra el crimen organizado. Tráfico de drogas, de armas, de dinero más libre de regulaciones que el de las inversiones que dejaron de fluir de norte a sur.
Antes de la alternancia. Y de la inseguridad que supera la falta de eficacia. De la competitividad que, como el pescado, empieza a pudrirse por la cabeza. Porque no hicimos la tarea, dice Luis Téllez. Que por eso el capital tomó rumbo a la India y China. Luis Téllez sí: es secretario de Comunicaciones y Transportes de Felipe Calderón y en el sexenio sabático de las falacias foxianas trabajó para el Grupo Carlyle de George W. Bush y el vicepresidente Cheney, y estuvo a cargo del holding financiero mexicano que antes dirigió Eduardo Medina Mora, hoy procurador general de la República y fugaz director del Cisen. Después vendría el desuso de la inteligencia, precipitado por la desconfianza del Macabeo abajeño que dejó inerme al Estado, ante el embate del narco, auténtica amenaza a la seguridad nacional.
La Iniciativa Mérida obedece al resonar de alarmas en el área de la desdeñada inteligencia. Seguimos sin hacer la tarea. La bomba del cultivo yucateco revivió el grito de la soberanía en peligro. Pero en los ductos de Pemex hubo explosiones que reivindicó la guerrilla fantasmal. Y ahora, que hay tragedia auténtica en los naufragios de la sonda de Campeche, en Murray Hill, Nueva York, lanzan dos artefactos al consulado mexicano, “tipo granada” de entrenamiento que rellenaron con pólvora negra. “Dos pequeñas explosiones”, dice la policía neoyorquina. Demasiadas bombas en medio del pánico generado por la guerra de George W. Bush contra el terrorismo. Y en casa, Vicente Fox olvida que pasó el tiempo de lanzar cohetes y llegó el de recoger varas. Acude a la vieja práctica de difundir infundios, supuestos cargos de la DEA con los que hace años pretendieron ligar al senador Manlio Fabio Beltrones con el narco.
El pez por la boca muere y empieza a pudrirse por la cabeza. En eso, en investigaciones a cargo de comisiones sin facultades jurisdiccionales, buscaban diluir el escándalo del ostentoso enriquecimiento y los sucios negocios de los que acusan a Vicente Fox y su familia. Pero el de Guanajuato acusa a Beltrones de “orquestar” la campaña en su contra. Suicidio verborréico. Es un “gesto de desesperación”, pero nada detendrá las pesquisas, responde el sonorense; Fox es un desequilibrado mental, afirman PRI y PRD. El PAN defiende al suyo. Pero su valedor Espino se va a Madrid después de declarar que no contenderá por la conducción del partido en el poder. Llueve lodo y salpica a Los Pinos, arca para el diluvio que viene.
“Es muy difícil profetizar, sobre todo cuando se trata del futuro”, dijo Arthur C. Clarke. Y George W. Bush predice la tercera guerra mundial, nuclear si los del exclusivo club permitieran a Irán proseguir con su programa de energía. Los legisladores del Partido Demócrata no parecen muy dispuestos a aprobar el gasto militar que pide la Casa Blanca. Ese sí es pato lisiado y no el que aquí recibió una andanada por la presunta provisión de gasto público para el proyecto común contra el crimen organizado. Arturo Sarukhán dividió el gasto en anualidades y resultaron los 7 mil millones de dólares que la suspicacia confundió con aportación mexicana a la inversión de Bush en la Iniciativa Mérida.
No he visto todavía la petición del presidente, declara Nancy Pelosi, líder demócrata y presidenta de la Cámara de Representantes. Lo de Bush es cultivo yucateco de un pagaré oculto en el proyecto de “gastos suplementarios” para Irak y Afganistán. Lo nuestro es cuenta del collar de perlas que lucirá la señora democracia en las fiestas del Yukon a La Patagonia: Hillary Clinton tiene más dinero, ergo, lleva la delantera en las primarias de los demócratas y espera volver a la Casa Blanca. En Argentina, Cristina Fernández, senadora y esposa del presidente Néstor Kirchner, es favorita para ganar en la primera vuelta a Elisa Carrió y quedarse en la Casa Rosada. Y para vergüenza de la misoginia tolerada por la izquierda, ahí está el gobierno firme de Michele Bachelet en Chile.
Cuando el barril de crudo se cotiza en 90 dólares en Nueva York y la mezcla mexicana en 76.19 dólares, Georgina Kessel, secretaria de Energía, suma reservas probadas, probables y prospectivas para decir que tenemos petróleo para 60 años. Pero en mar profundo. Nuestros operadores de plataformas petroleras han extraído crudo en el Golfo de México, con un tiro de 50 metros y mar tranquila, a pesar de los huracanes. En el Mar del Norte hay que extraerlo de una profundidad de cientos de metros, con duro oleaje y clima extremoso. Esta semana se produjo un accidente en el pozo Kab-101 de Pemex en la sonda de Campeche; los trabajadores abandonaron las plataformas en lanchas de salvamento, pero quedaron a la deriva, náufragos en un mar con olas de 12 metros y vientos de 130 kilómetros por hora.
La tragedia cobró la vida de 23 trabajadores. Jesús Reyes Heroles, director de Pemex, compareció ante la Comisión de Energía del Senado de la República y se comprometió a llevar a cabo una investigación del desastre y condiciones de seguridad en las instalaciones petroleras. Tendrá que despejar toda duda, sin excluir las condiciones laborales de los no sindicalizados y, desde luego, del mantenimiento, medidas de seguridad y capacitación para evacuar las plataformas. Pero, sobre todo, silenciar a los de la ética de mercaderes, empeñados en privatizar el petróleo y negar su importancia geopolítica.
La economía no crece. Pero los espacios de poder real se multiplican y los gobernadores desfilan por el Congreso de la Unión para negociar directamente sus participaciones del gasto federal. Los del PRD paralizado por la fidelidad al legítimo discuten si Andrés Manuel López Obrador va a formar su propio partido con el millón y pico de enlistados. Por lo pronto, en Michoacán va a ganar Leonel Godoy. Y el PRI va a recuperar Morelia. No hubo Torre Bicentenario, pero Marcelo Ebrard liberó las calles del Centro Histórico y soltó los perros de la guerra clientelar.
Enrique Peña Nieto anuncia soluciones metropolitanas: 22 kilómetros de viaducto elevado de Cuatro Caminos a Tepotzotlán, y el tren suburbano que enlazará a millones con Buenavista y la red del Metro capitalino. Madruga el gobernador de la campaña política de compromisos ante notario. Y decían que sería el primer perjudicado por las reformas que prohíben la compra de propaganda electoral y la difusión de obra en medios electrónicos.
La política es arte de lo real y lo posible. Puede Enrique Peña, y si el medio es el mensaje, hay vía libre en Internet. Ahí pudo enterarse Cruz, el de la CNC, que no hay donde almacenar granos, ahora que levantarán buenas cosechas de maíz blanco. “Pior es chile y agua lejos”, dicen los campiranos.