El general Viktor Cherkesov aboga por ex subordinados detenidos por corrupción
Represor del KGB en tiempos de la URSS dice ser perseguido por sus ex camaradas
Ampliar la imagen El presidente francés, Nicolas Sarkozy, propuso ayer a Rusia llegar a una posición conjunta frente al programa nuclear iraní, tras un encuentro en Moscú con Vladimir Putin. En la imagen, el mandatario ruso (izquierda) y Sarkozy saludan a veteranos de la Segunda Guerra Mundial Foto: Reuters
Moscú, 10 de octubre. Paradoja de la Rusia post-soviética, el general Viktor Cherkesov, célebre por perseguir a disidentes en los tiempos soviéticos, ahora se siente perseguido por sus propios compañeros de corporación, como define él mismo al clan de altos funcionarios públicos formados en el antiguo KGB, muchos de ellos en posiciones clave del entorno del presidente Vladimir Putin.
Así lo dio a entender Cherkesov en un reciente e inusual artículo de prensa, en que aboga por el general Alexandr Bulbov y otros subordinados suyos en el Servicio Federal de Control de Narcóticos (FSKN, por sus siglas en ruso), detenidos bajo diferentes cargos de corrupción, texto que insinúa también que el acoso en su contra se debe a una venganza de influyentes miembros –no menciona nombres– del primer círculo del Kremlin que se habrían beneficiado en sonados casos de contrabando.
Bulbov, cuando trabajaba en el FSB (Servicio Federal de Seguridad), sucesora del KGB, denunció que varios superiores suyos, así como altos cargos de la procuraduría, de la aduana y del Ministerio del Interior, estaban a la cabeza del multimillonario negocio del contrabando de muebles en el país.
Desde 1999, los casos relacionados con el contrabando de muebles, tras cerrarse y reabrirse en repetidas ocasiones, siguen en el cajón de las investigaciones judiciales inconclusas y nadie ha sido condenado por ello. A lo más que se llegó fue al despido, bajo distintos pretextos, de 19 funcionarios de primer nivel, entre éstos varios generales del FSB, en septiembre de 2006.
En cambio, varios testigos clave perdieron la vida en circunstancias poco claras, entre ellos el periodista Yuri Chekochijin, quien en su calidad de vicepresidente del comité anticorrupción de la Duma hizo del dominio público, el 29 de julio de 2002, la versión estenográfica de la sesión a puerta cerrada en que se trató el tema.
Chekochijin sacó completo el documento en Novaya Gazeta, periódico del cual era subdirector y en el que escribía Anna Politkovskaya, asesinada en octubre de 2006. A los 53 años de edad, Chekochijin murió de un extraño “síndrome alérgico”, aparentemente envenenado, como ahora sugiere la gente cercana a Cherkesov.
Compañero de estudios del titular del Kremlin en la Facultad de Derecho de la Universidad de Leningrado, de unos años para acá Cherkesov ha ido perdiendo la confianza de Vladimir Putin.
Cuando se desempeñaba como director de la oficina del FSB en San Petersburgo, Putin, entonces director del Servicio Federal de Seguridad, lo trajo a Moscú en 1998 y lo integró a su primer círculo de colaboradores, como segundo de abordo en la dependencia.
Ahí empezaron los roces de Cherkesov con otros colaboradores cercanos de Putin, debido a lo que personas que lo conocen de cerca califican de “desmedidas ambiciones de poder y sus alardes de cercanía” con el futuro presidente de Rusia.
Por esa razón o por otra, cuando Putin accedió al Kremlin, nombró a Cherkesov representante personal en la región Nor-Occidental, en 2000, y tres años después lo reubicó en Moscú al frente del FSKN (Servicio Federal de Control de Narcóticos), un cargo de jerarquía menor.
Corren rumores de que, al candidatearse Putin para premier al término de su segundo periodo presidencial, Cherkesov empezó a mover fichas para encabezar el Consejo de Seguridad de Rusia, una instancia que puede ser clave en la toma de decisiones o simple membrete, en función de la relevancia política que quiera darle el jefe de Estado.
En San Petersburgo, Cherkesov llegó a tener cierta cercanía con Viktor Zubkov, el premier que podría ocupar la presidencia de Rusia hasta el día que Putin decida volver, y quizás por eso optó por salir del ostracismo en que se encontraba los últimos años, lo cual provocó una demoledora respuesta de quienes aspiran a seguir formando parte del entorno de Putin y ven con malos ojos cualquier intento de convertir el Consejo de Seguridad en otro polo de poder, que clanes ya sobran en el Kremlin.
Las detenciones de Bulbov y otros colaboradores de Cherkesov parecen poner fin a sus aspiraciones de ser nombrado titular del Consejo de Seguridad, más aún que se inscriben en la campaña anticorrupción, enarbolada con fines electoreros por Zubkov.
Alexandr Fiodorov, el segundo de Cherkesov en el FSKN, lanzó una nueva acusación al afirmar hoy que esas detenciones “son parte del precio que tenemos que pagar por combatir el narcotráfico”.
La respuesta no se hizo esperar: Vladimir Markin, vocero del recién creado Comité de Investigaciones, de modo formal adjunto a la procuraduría general, emitió un comunicado en que pone de ejemplo de lucha contra la corrupción el caso de Bulbov y reitera que se le incriminan varios delitos graves, entre ellos recibir sobornos.
El Comité de Investigaciones lo dirige Alexandr Bastrykin, igual que Cherkesov, compañero de facultad de Putin.