Con la anuencia de Gobernación influye en las políticas sociales del país, coinciden expertos
Sólo el Vaticano se beneficia del reinicio de vínculos con México
Los cambios constitucionales de 1992 le dieron mayor capacidad de maniobra para favorecer intereses de la jerarquía: Bernardo Barranco y Luis Hernández Avendaño
Los feligreses continúan relegados
Ampliar la imagen El obispo Samuel Ruiz, ayer a su salida de la nunciatura apostólica luego de un encuentro con Dominique Joseph Mamberti, secretario del Vaticano para Relaciones con los Estados Foto: Carlos Cisneros
Después de 15 años del restablecimiento del vínculo diplomático con el Vaticano, la relación entre ambos estados es desigual, porque aquél ha tenido la capacidad de influir –“a través de su poderosa estructura eclesial”– en temas que competen únicamente a los mexicanos, mientras que el país no tiene posibilidades de hacerlo en el Vaticano.
En un análisis de la situación que guardan ambos estados, los especialistas Bernardo Barranco y Juan Luis Hernández Avendaño coinciden en que la regulación jurídica y la reforma al artículo 130 de la Carta Magna han dado a la Iglesia católica mayor capacidad de interlocución política y de maniobra –con la anuencia de la Secretaría de Gobernación (SG)– en la búsqueda de los intereses de la clase clerical, que en absoluto ha reportado beneficio alguno al país.
En entrevistas por separado refirieron que la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la nunciatura apostólica y la Arquidiócesis Primada de México son los puntales de Roma para introducirse en los medios de comunicación nacionales, intervenir en políticas sociales (aborto, eutanasia y minorías sexuales) y limitar el margen de maniobra de las doctrinas protestantes.
Tres lustros de relaciones
La Arquidiócesis de México informó que las relaciones de tres lustros han dado frutos sociales que pueden traducirse en más logros. Sin embargo, esto ha sido acotado debido a que en México aún existe un sector que se opone a este acercamiento institucional porque teme que haya un debilitamiento del Estado laico, “lo cual en todo este tiempo ha quedado demostrado que no sucederá”.
Consideró que entre los logros alcanzados destaca el reconocimiento a las diversas iglesias que operan en el país, “con lo cual se superó una especie de relación que no era tan abierta y, por otro lado, se aceptó lo que de facto venía realizándose, con unas limitaciones absurdas que se pudieron subsanar con la reforma de 1992”.
El vicerrector de la Universidad Iberoamericana de Puebla, Juan Luis Hernández, expuso que en 15 años se ha visto mayor protagonismo político de la Iglesia católica, que no le ha reportado beneficio alguno a su feligresía y ha fortalecido a la clase clerical, “la que tiene mayores atribuciones de interlocución política, más posibilidades de recursos de capital simbólico (mayor capacidad para llegar a la población al tener espacios en medios electrónicos) y mayor interlocución con gobernadores, congresos y el gobierno federal”.
Lucha por privilegios
Mencionó que además de acotar a las iglesias evangélicas, la representación católica busca más privilegios, obtenidos mediante la presión al Estado, como ocurre en otras naciones, donde han logrado incorporar la religión en la educación básica.
Contrariamente a lo que se esperaba –apuntó–, el restablecimiento de vínculos diplomáticos diplomática con el Vaticano llega a los tres lustros con una Iglesia católica menguada en el número de sus feligreses, debido a que a escala internacional presenta “un problema de disidencia religiosa, que tiene que ver con problemas internos”.
Consideró que la Iglesia católica debe tener mayor presencia como actor social y político en el país, pero con posturas transparentes entre sus posiciones de fe y las políticas.
Puso de ejemplo que no han sido clarons en el “pésimo” manejo en los temas del celibato, de la marginación a las mujeres y de la vida homosexual. “Son asuntos que tendrán que obligar a la Iglesia a abrirse a una sociedad que pide otro tipo de catolicidad”, concluyó.
En tanto, el especialista Bernardo Barranco indicó que en 15 años se ha establecido una relación desigual entre los dos estados, donde el mexicano no ha tenido la capacidad de incidir en el Vaticano.
En este tiempo –agregó–, la realidad mexicana se ha mostrado dinámica y cambiante, “propia del proceso de transición democrática y de jaloneos por encontrar formas de convivencia y en una fase de experimentación, y la del Vaticano sólo presenta cambios de forma, porque la matriz es la misma”.
Sostuvo que hay una especie de “disfuncionalidad” en la realidad de la jerarquía católica en el país, debido a que actualmente se requieren personajes con una perspectiva política “más sutil e intelectual”, y no de sus “viejos operadores burdos y pragmáticos”, que se entendían con un sistema de gobierno unipersonal e imperial, como el priísta.
“Esos sectores dentro de la Iglesia católica, que fueron creados para entenderse y negociar con el viejo sistema, hoy son disfuncionales Y están rebasados”, advirtió.